EMERGENCIA CLIMÁTICA

La cuarentena por el covid-19 permitió que Barcelona respirase mejor

El confinamiento y la desaparición del turismo recortó la cantidad de gases que persigue el gobierno municipal

Una boina de contaminación cubre Barcelona, el 25 de julio del 2019.

Una boina de contaminación cubre Barcelona, el 25 de julio del 2019. / periodico

Michele Catanzaro

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La crisis del covid-19 causó una reducción del 9% anual de emisiones de gases de efecto invernadero en Barcelona. Durante el confinamiento y el desconfinamiento, la ciudad dejó de lanzar a la atmósfera lo equivalente de 300.000 toneladas de CO2. Eso corresponde aproximadamente al objetivo anual que el gobierno municipal se dio en la Declaración de Emergencia Climática que aprobó en enero, con el objetivo de alcanzar en 2030 la mitad de las emisiones de 1992

Este es el resultado más destacado del primer informe de seguimiento de esa declaración, que se ha presentado esta tarde. Las cuentas climáticas, que el Ayuntamiento ha prometido rendir cada seis meses, se han centrado en el impacto de la crisis pandémica que ha ocurrido de por medio. 

Aunque pueda resultar en una victoria pírrica, la reducción de emisiones es espectacular. Por ejemplo, las operaciones terrestres de puerto y aeropuerto dejaron de emitir un volumen de gases que el Ayuntamiento tenía previsto recortar en cinco años. Los coches recortason lo que estaba previsto en dos años y medio

Durante la cuarentena, la ciudad pasó de ser pisada por 2,7 millones de personas cada día, a 1.7 millones, al desaparecer el turismo y la población flotante que no reside en la ciudad. 

"Este año vamos a cumplir con la declaración", afirmó el regidor de emergencia climática Eloi Badia, que sin embargo reconoció la naturaleza coyuntural de esos datos. 

Repunte de los coches

De hecho, la ciudad está recuperando su movilidad sobre todo a base de vehículos privados, mientras el transporte público sigue bajo mínimos. Eso podría llevar en otoño a un repunte de las emisiones de los coches incluso por encima de los niveles precrisis. 

Badia confía que las sanciones de la Zona de Bajas Emisiones, que se activarán el 15 de Septiembre, contribuirán a reanimar el uso de vehículos públicos, junto a "campañas reputacionales".

Todo ello no deja de ser un aspecto menor, si se compara con las emisiones de los vuelos y de los barcos que llegan al puerto y al aeropuerto de Barcelona, que tienen más impacto que el conjunto de la ciudad. Durante la cuarentena, esos trayectos dejaron de verter a la atmósfera 700.000 y 1,4 millones de toneladas de gases respectivamente

El informe actualiza también las previsiones sobre los efectos del cambio climático en la ciudad. Dentro de este siglo, las duración de las olas de calor podría pasar de cinco días en promedio a 42 en el peor escenario. El nivel del mar podría subir hasta 1,38 metros, e incluso con las medidas comprometidas aumentaría en 25 centímetros. 

"Valoro muy positivamente este informe de seguimiento: no hay ninguna administración que esté haciendo esta labor en la situación en que estamos", afirma Javier Martín Vide, climatólogo de la Universitat de Barcelona. "Es cierto que la reducción de emisiones [por el covid-19] es coyuntural, pero sería interesante mirar si permanecerá un componente estructural, asociado por ejemplo a la consolidación del teletrabajo", observa el investigador. 

El informe detalla también las actuaciones de mitigación del Ayuntamiento: nuevas calles peatonales, superislas, nuevos espacios verdes, alcantarillado resistente a las inundaciones etcétera. 

"Barcelona se está implicando, pero hay actuaciones pendientes. Por ejemplo, la planta de revalorización del Besós sigue activa y emitiendo", observa Víctor Luna, vicepresidente del Col·legi d’Ambientòlegs de Catalunya (COAMB). 

Javier Martín Vide, por su parte, echa en falta más insistencia en naturalizar el suelo. "Ya no tienen sentido las plazas duras como las que rodean la estación de Sants, que ni se pueden usar en verano", concluye el investigador.