EL EDIFICIO MÁS ANTIGUO DEL EIXAMPLE

Barcelona borra el gran mural de La Carboneria, icono del arte callejero

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Helena López

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Sin hacer demasiado ruido y de manera casi clandestina, dada la rareza de los tiempos que corren, Barcelona ha borrado una de sus más icónicas obras de arte urbano. Tras los andamios que cubren la fachada en obras de La Carboneria, uno de los primeros edificios de la trama Cerdà, en la esquina de las calles de Floridablanca y del Comte d'Urgell, no queda rastro del imponente mural que había convertido el céntrico chaflán en símbolo del movimiento okupa de la ciudad y en icono del arte urbano. Enclave recogido en todas la guías turísticas alternativas de la ciudad. Enorme globo aerostático que ha dejado de sobrevolar el barrio de Sant Antoni, en un nuevo episodio del tsunami gentrificador que sacude la zona. 

La fachada del edificio está catalogada con un nivel de protección C -bien de interés urbanístico-, lo que prohíbe su derribo o la alteración de la volumetría con remontas y cualquier otro cuerpo añadido, pero esa protección no salvó al icónico mural, sino que lo condenó, según el relato municipal. "La licencia otorgada al promotor se concedió de acuerdo con la ficha del catálogo, tras haber sido analizada y validada en el marco de la Comisión de Mantenimiento y Mejora del Eixample. Bajo estos criterios, la actuación en la fachada ha de recuperar los materiales originales de la edificación para preservar su esencia original, y eso es incompatible con la continuidad del mural", apunta una voz municipal. Así se evaluó en la Comisión de Arte Público, que acordó "hacer un reportaje fotográfico para tenerlo documentado y estudiar conjuntamente con el promotor la incorporación de algún elemento que recordara el grafiti, la memoria del edificio y su vinculación con la evolución histórica y social del barrio", zanjan el asunto desde el consistorio.

Xavier Caballé, miembro de la plataforma vecinal Fem Sant Antoni, se muestra entre dolido y enfadado. "Me siento atacado. Lo siento como un ataque a nuestro entorno, a nuestro paisaje cotidiano, al arte popular en nuestros barrios, en nuestra ciudad", señala el activista vecinal, quien denuncia una falta de valentía política e insensibilidad hacia los elementos de la cultura popular. La falta de valentía de la que habla Caballé no se refiera solo al último episodio de esta historia -la desaparición del mural, que siempre temió-, sino que viene de bastante atrás. "El ayuntamiento ha permitido que este edificio singular, histórico, se convierta en pisos de lujo tras pasar años vacío, con la falta de equipamientos que arrastra el barrio y el poco suelo disponible", prosigue Caballé apuntando al problema de fondo. "El edificio ha ido cambiando de manos, de fondo de inversión a fondo de inversión, sin que el ayuntamiento haya tenido el valor de comprarlo o expropiarlo", concluye el activista.

El edificio, ahora en plena transformación, parece otro, tras los andamios y sin rastro de la característica pintada. Llevaba años vacío tras el desalojo definitivo de La Carbonería, en febrero del 2014, proyecto que lo llenó de actividades y vida los años anteriores (el centro social llevaba en activo desde el 2008), y fruto del cual -varios de sus miembros estudiaban Bellas Artes- surgió el espectacular y mil veces fotografiado mural hoy desaparecido. Un mural que sustituyó a una primera obra, también promovida desde el centro social y no menos vistoso. Un enorme árbol blanco cuyas ramas subían y abrazaban las distintas ventanas, que los vecinos del lugar también conservan en la memoria. 

Memoria social

La, a ojos de Caballé, absolutamente ineficaz catalogación de la finca anteriormente conocida como Casa Tarragó se aprobó en el pleno municipal de julio del 2016. En aquel momento, un casi recién estrenado gobierno municipal -Ada Colau llevaba apenas un año al frente de la alcaldía- aseguró que, pese a que no constaba en la catalogación, su voluntad era "promover que no se retirara el mural, ya que forma parte de la memoria social del edificio". En ese momento, los defensores de la obra pusieron en duda ese compromiso. El tiempo les ha dado la razón.

Según señalaba el ayuntamiento en una nota de prensa de julio del 2016 en la que explicaba su protección, La Carboneria empezó a levantarse en 1864, "periodo de consolidación del plan Cerdà, en que que convivieron dos tramas urbanas distintas alrededor del núcleo antiguo: la de los caminos de ronda, que tenía que desaparecer, y la cuadrícula de Cerdà, que tenía que ocupar el plano de Barcelona". El mismo comunicado municipal explicaba que, desde el punto de vista compositivo, "se trata de un ejemplo típico de arquitectura de maestro de obra de mediados del siglo XIX que huye de lo monumental y se basa en planteamientos en los que impera la sencillez, la ordenación y la simetría".