cambios en el litoral

El Estado subastará los locales de ocio del frente marítimo de Barcelona

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Patricia Castán

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El frente marítimo de Barcelona podría mantener una parte del ocio nocturno que el ayuntamiento quería erradicar. La intención del Estado, titular de los terrenos en discordia, es vender bajo subasta los espacios que están dedicados a actividad económica, con excepción de algunas piezas que no incluyen los ocho restaurantes y clubes situados entre el Hotel Arts y el Hospital del Mar. Así lo ha anunciado ya a los operadores y confirmado a este diario. La cotización de estos espacios es millonaria y su futuro dependería, pues de quien los adquiera, aunque todos los operadores están interesados en la continuidad.

El Ministerio de Hacienda lleva meses de negociaciones para determinar el desenlace de las 40 hectáreas de su titularidad en el frente litoral, una franja de dominio público-terrestre con más de 40 negocios que desde 1989 se gestionó mediante concesión administrativa de 30 años a instancias entonces del Ministerio de Fomento. El pastel, que va del hospital a casi la frontera con Sant Adrià, incluye viales (como la Ronda Litoral o calles), parques como el de Nova Icària e incluso equipamientos como el Pabellón de la Mar Bella, que serán cedidos a la ciudad. Pero el futuro de los negocios suma meses de controversia, ya que en el mismo saco van desde restaurantes a discotecas, el Casino de Barcelona o el MacDonalds de la zona.

 El año pasado, al modificarse la figura de los terrenos marítimos terrestres, pasaron a ser responsabilidad de Patrimonio del Estado, que depende de Hacienda. Caducaban las concesiones a los establecimientos y tras el anuncio a bombo y platillo de que el ayuntamiento eliminaría todo el ocio del litoral, se otorgó una prórroga para tomar decisiones que (tras el Estado de Alarma) acabará el 8 de septiembre.

En el segundo semestre

Fuentes ministeriales señalan a este diario que "la intención -y así lo han comunicado- es proceder a la enajenación, mediante subasta, de los locales comerciales de titularidad estatal situados en la zona de la concesión a lo largo del segundo semestre de este año". Pero precisan que no estarían incluidos el Centro Comercial Moda Shopping Port Olimpic y los cinco chiringuitos situados más allá del Port Olímpic, en dirección Besòs.

El Estado en estos casos optar por vender los espacios con actividad privada y ceder los espacios de uso público a los ayuntamientos, que ya se hacen cargo habitualmente de su mantenimiento. Pero la situación en Barcelona ofrece algunas particularidades. El concejal de Presidencia, Jordi Martí, señala a este diario que para el consistorio es estratégico hacerse con la titularidad de piezas como los cinco chiringuito (Escribà, L'Escamarlà...), dada que por ubicación y ante la progresiva pérdida de anchura de playas del litoral. El objetivo es darles continuidad a esas licencias, pero bajo la batuta municipal.

Más controvertidas son las otras piezas que reclama Barcelona, los cotizados ocho locales que tienen licencia de discoteca (del Catwalk al Agua, pasando por Opium, Shôko o Carpe Diem). Pero que en la mayoría de los casos también son restaurantes diurnos, con algunas de las mejores terrazas de la ciudad. El ayuntamiento puso sobre la mesa con poco éxito usos como la ampliación del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), pese a que los establecimientos son subterráneos (bajo el paseo Marítim) y sin más entrada de luz que el frontal que da a sus terrazas. Y que reconvertirlos costaría una fortuna.

Más de mil empleos

En la balanza de argumentos de Martí figuran también las quejas de vecinos de la Vila Olímpica, hartos del ocio nocturno por las molestias que causa en su zona el regreso de los noctámbulos que acuden a coger el metro situado en el barrio olímpico y a veces se instalan en sus parques. No obstante, el reciente cierre de los conflictivos bares y discotecas del Port Olímpic (al otro lado del Arts), que ahora gestiona el consistorio y reformará con nuevos usos calmará en parte la presión en el barrio. 

Pero en sector opuesto figuran los empresarios y trabajadores afectados. Más de un millar solo en ese tramo, que ante la posible pérdida de sus empleos enviaron hace unos días una carta a la alcaldesa Ada Colau pidiéndole que reconsiderase su intención de cambiar los usos económicos de la zona. Otros argumentos eran que una ciudad como Barcelona precisa de ocio nocturno (se ubican allí algunos de los clubes más internacionales de la ciudad) y que los problemas nocturnos derivados en la zona se han debido a la supuesta falta de dotaciones policiales. Varios de los locales, además, están dispuestos a volver a sus usos iniciales hace décadas, como restaurantes y locales de copas, sin baile y con menor horario pues, como ya lo han planteado al ayuntamiento. Para Martí el principal objetivo era lograr la titularidad pública y luego decidir.