REAPERTURA

Gel por agua bendita

La Sagrada Família acoge su primera misa poscovid, con 142 sacerdotes y el cardenal Omella concelebrando con mascarilla

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Natàlia Farré

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El  covid-19 lo ha puesto todo patas arriba, también las liturgias de la Iglesia. Las pilas de el agua bendita lucen secas, imposible persignarse al entrar en la casa de Dios. Ahora el imperativo no es tanto religioso como sanitario. Lo que los feligreses deben hacer antes de nada es frotarse las manos con gel hidroalcohólico. Y así lo han hecho este viernes los invitados al primer acto celebrado en la Sagrada Famíla tras la pandemia. En la basílica poscovid, se accede por la fachada del Nacimiento, la que esculpió Gaudí, mientras un miembro del personal aprieta con un pie la palanca del dispensador del gel. No se pasa el umbral sin mascarilla. Y dentro, por supuesto, hay que mantener las distancias, tanto en el altar como en la nave.

Lo dicho, este viernes el templo modernista ha abierto por primera vez tras el confinamiento y lo ha hecho “para celebrar aquello por lo que Gaudí lo diseñó”, que no es otra cosa que “una gran Eucaristía”, a juicio de su párroco Josep Maria Turull. Ha habido 198 asistentes: 142 sacerdotes y el resto feligreses, básicamente seminaristas y familiares de los clérigos. No en vano se homenajeaba a los religiosos de la diócesis de Barcelona que cumplían las bodas de plata y oro de sus votos. Juan José Omella -cardenal, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española-, incluido. También ha habido misa Crismal, la que no pudo celebrarse el Martes Santo por culpa del confinamiento, en la que los sacerdotes renuevan sus votos. De ahí el hábito blanco que han lucido todos.

Mitra y casulla gaudinianas

El acto ha empezado con la procesión de entrada con el obispo Omella luciendo mitra y casulla para la ocasión, la de la ocasión no es otra que la que suele vestir cada vez que visita la Sagrada Família y que por colores y bordado casa perfectamente con el ‘trencadís’ gaudiniano. Cerrando la comitiva una monaguilla. Ahí queda el dato.  Omella ha presidido y 81 sacerdotes han concelebrado desde el presbiterio, la distancia de seguridad obligada ha bajado a los restantes a la nave central. Homilía con recuerdo para las víctimas de la pandemia -“pensemos y recemos por todos los que han muerto”- y felicitaciones para los que “han dedicado, esfuerzos, dinero, tiempo y energía a ayudar a los contagiados por el covid-19 y a las personas que se han visto afectadas por las consecuencias”. Saludo de la paz suprimido y comunión sin diálogo individual: “El Cuerpo de Cristo” y “Amén” se han pronunciado al inicio y de forma colectiva. Liturgias así dispuestas por el cardenal Omella en el decreto 9/20 del 4 de mayo.

Entrada gratuita para los barceloneses

Habrás más actos, como la ordenación de cinco sacerdotes el domingo 28 de junio y una misa en memoria de todas las víctimas del covid-19, el 26 de julio, en la que se invitará especialmente a los familiares de los fallecidos. El resto es abrir los fines de semana de julio a diciembre por las tardes para los barceloneses. Hay que reservar acceso (gratuito). Las 37.750 entradas que se pusieron a disposición -para julio y agosto- el pasado martes se agotaron en 5 horas. El 3 de septiembre se ofertarán más. El objetivo es que los ciudadanos de Barcelona “puedan conocer y aprendan a querer la Sagrada Família”. Todo esto mientras se espera la llegada del turismo para poder hacer caja y reanudar las obras, que se financian al 100% con las entradas.