Así se volcó Barcelona en cubrir la nueva demanda laboral durante la crisis

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Patricia Castán

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La pandemia y el consiguiente confinamiento destrozaron de un plumazo desde mitad de marzo el panorama laboral de Barcelona, como de tantas otras ciudades. El comercio, la hostelería, los servicios y el tejido productivo dejaron en el banquillo más a decenas de  miles de trabajadores a la par que los sectores implicados de pleno en la urgencia sanitaria dispararon la demanda en los ámbitos de la enfermería, la gericultura, el comercio alimentario y la limpieza. Así lo certifica con cifras el balance de la agencia económica municipal Barcelona Activa, que en este tiempo ha movilizado más de 6.200 candidaturas en estos sectores, lo que representa más del doble de los que gestiona en todo un año, y casi siempre con firma de contrato garantizada.

Esta oficina económica de la ciudad, que habitualmente da respuesta a unas 1.200 empresas para cubrir una media de 3.000 vacantes anuales se convirtió a los pocos días de comenzar el proceso de alarma en una catapulta para cubrir nuevas plazas. Entre otros motivos, porque Barcelona Activa realiza una preselección de candidatos previa que facilita que, en una situación de emergencia de puestos por cubrir como esta, los fichajes fueran casi automáticos en muchos casos. A esta cifra hay que sumar los muchos fichajes realizados directamente por empreas, agencias de empleo temporal e instituciones.

Pero en el ámbito de mediación municipal, sus datos revelan la hiperactividad que ha generado la insólita urgencia sanitaria. El primer teniente de Promoción Económica, Jaume Collboni, relata a EL PERIÓDICO que desde los inicios de la crisis del covid-19 el volumen de gestión de candidaturas se multiplicó por 10 sobre un mes normal. El 88% de empresas y entidades contratistas eran del sector sociosanitario, con los perfiles de gerocultores (40%), enfermeros-as (35%) y de limpieza (21%) como más demandados.

Servicios esenciales

En una situación tan singular, todos los recursos de esta agencia municipal se han centrado en «dar cobertura a los puestos de trabajo en servicios esenciales»,  añade. La difícil situación de las residencias para mayores de la ciudad, donde muchos trabajadores causaron baja por contagio, convirtió a los gerocultores en el perfil más buscado. Más incluso que enfermeros, médicos y farmacéuticos, enfatizan fuentes de Barcelona Activa. 

Pero también ha sido intensa la búsqueda y contratación de perfiles directivos y de gestores de centros sociosanitarios. O de profesionales del ámbitos psicosocial, entre los que figuran psicólogos y trabajadores sociales para dar soporte a otros profesionales, a enfermos o personas confinadas, aseguran.

En un mundo al revés, de repente urgieron también «trabajadores para servicios, desde cocinas a limpieza y tintorería de centros sanitarios; perfiles administrativos y puestos vinculados al comercio alimentario».

Collboni añade que, en el marco de una emergencia totalmente inesperada, la agencia municipal ha priorizado facilitar la cobertura «filtrada» de la demanda laboral coyuntural para agilizar los procesos con incorporaciones inmediatas». Pero no solo se trataba de mediar, sino de hacer cumplir un protocolo de condiciones que garantiza la no discriminación o la retribución mínima.

El primer teniente de alcalde detalla que en estas semanas también se ha disparado un 40% la formación online entre quienes buscan nuevas salidas laborales o quieren mejorar su formación. Y destaca que los servicios a las personas seguirán precisando de muchas manos tras esta dramática experiencia y con los déficits detectados.

Esa cantera, sobre todo de empleos sociosanitarios, se ha alimentado estos meses en buena medida de mujeres que rondan los 50 años, un colectivo especialmente afectado por el desempleo y que ahora se ha revelado esencial.

Guerreras en tiempos de pandemia

Ponen cara a este artículo dos guerreras en tiempos de alarma sanitaria. Carolina Amador, una hondureña bregada en la atención a mayores a domicilio, fue contratada por esta vía por la residencia Dovela. Se había inscrito en febrero y cuando preparaba una entrevista, llegó el estado de alarma. Como madre separada, pensó en buscar empleo urgente en un súper, cuando surgió la oportunidad asistencial. Tuvo miedo, confiesa, pero «al final te olvidas de ti porque les quieres dar esperanza a ellos» (los ancianos), para los que tiene un don. Ha sorteado contagios con buen a praxis y fe, confiesa. 

Como enfermera, Rosa María Martín, de 49 años, dio el salto estas semanas de  una suplencia en una residencia a un hotel medicalizado. Su historial de 25 años era hospitalario, pero cambió de cancha por una mejor conciliación familiar y contratos más estables. Apenas estuvo unos días en el banquillo de Barcelona Activa. Ahora solo espera como recompensa estabilidad y condiciones laborales al nivel del esfuerzo de los llamados héroes de la pandemia.