ÉRASE UNA VEZ EN EL BARRIO... (23)

Ciutat Meridiana se prepara para el desplome social tras la pandemia

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Helena López

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La crisis social hace muchos años que se instaló en Ciutat Meridiana, donde más de 300 familias viven ocupando ante la imposibilidad de pagar una vivienda a los salvajes precios impuestos en la capital catalana incluso en este barrio, el más pobre de la ciudad. "La preocupación aquí es si se tendrá un plato en la mesa al día siguiente; pero no de ahora, ya de antes", señala Filiberto Bravo, presidente de la asociación de vecinos, entidad que, lejos de lo que podría parecer, estos meses está viviendo una inusitada calma. El confinamiento de los jueces ha provocado una tregua en los desahucios, la principal ocupación (pararlos, sobra decirlo) de la organización en la última década, en la que la situación llegó a tal extremo que, en una efectiva campaña de 'agitprop', rebautizaron el lugar como Villa Desahucio. 

"Parece que por ese lado estaremos tranquilos hasta septiembre. A ver... Si mañana aquí hay un desahucio, se acabó el confinamiento y vamos a salir todos a pararlo. Que vengan y nos multen", advierte el veterano y siempre crítico activista vecinal, quien en esta ocasión solo tiene buenas palabras para hablar de los servicios sociales del distrito, que "han sabido reaccionar". Igual que señala eso, señala el "miedo brutal" que hay en el barrio al mañana. "Ahora se están cubriendo las necesidades básicas con los servicios sociales, pero las ayudas excepcionales se terminarán y la situación costará mucho de remontar", prosigue Bravo, muy preocupado también por los niños. "Aquí las 'tablets' nunca llegaron; y ahora se habla mucho de que se va normalizar eso del teletrabajo, pero a nosostros nos entra la risa floja. ¿Qué teletrabajo?".

Marisa Olleta, técnica del plan comunitario de la Zona Nord, coincide en el diagnóstico. "Los servicios sociales estas semanas están haciendo mucha manga ancha, pero esa situación no será eterna. ¿Y después qué?", insiste. "El engranaje se ha roto; muchas mujeres que limpiaban casas han perdido el trabajo porque las propias familias para las que trabajaban también han perdido el suyo", ejemplifica.

Habla desde un cuadradito de la pantalla. En el de al lado, en la misma videoconferencia, asienten sus compañeros Odamae Rejón, coordinadora del centro abierto de la PES Cruïlla y Mariano Hernando, coordinador de los proyectos de inserción.

"Las familias han intentado regular su economía hasta que no han podido más; las ayudas han llegado tarde"

Odamae Rejón

— Educadora de la PES Cruïlla

"Estos días nos hemos dedicado a hacer un acompañamiento emocional a las familias. Muchas madres de repente se han tenido que ver haciendo de profesoras y teniendo que hacer un montón de gestiones telemáticas que no habían hecho en su vida. Los primeros días iban regulando su economía hasta que no han podido más. Las becas comedor han llegado tarde, las becas de merienda, en nuestro caso, no llegaron hasta la semana pasada, los ertes que no se están cobrando…", relata de corrido Rejón, la primera en abandonar la videollamada.

Encuentros sagrados

La esperan los chavales del centro abierto en otra pestaña de su ordenador y son su priorido: "estos encuentros son sagrados". Sirven tanto para hacer los deberes a través de una pantalla como para resolver las dudas económicas de sus padres. "Muchos no duermen porque no paran de pensar en cómo podrán salir de esta.  Nosotros recibimos todos esos 'inputs' y lo que nos gustaría sería poder abrazarles, porque tienen miedo. Nuestro trabajo es el campo de batalla, estar con la gente y llevamos mal esto de la distancia", se sincera antes de despedirse.

"Si mañana hay un desahucio, se acabó el confinamiento; vamos a salir todos a pararlo. Que vengan y nos multen"

Filiberto Bravo

— Presidente de la asociación de vecinos

Hernando es muy crítico en cómo están funcionando las administraciones. Todas. "La organización de base ha funcionado muy bien, pero la administración ha ido más lenta. Se han puesto las pilas, pero todo ha ido tarde: las ayudas, los ertes… No puede ser que haya familias que tengan hasta cuatro tarjetas con ayudas distintas; tarjetas que se cargan días distintos, con importes distintos…", denuncia.

Dibujos que son como abrazos

Como en tantos barrios populares, el puntal de Ciutat Meridiana han sido las estructuras de escaleras. Charo Hortet vive en uno de los tres imponentes rascacielos del barrio. Un edificio de 15 plantas en la avenida de Rasos de Peguera que con la pandemia ha aprendido a cuidarse. Crearon un grupo de whatsapp para estar en contacto, una pareja se ofreció para hacer compras en la farmacia y a partir de ahí  se fueron animando a ayudar(se). Hortet, miembro de la Asociación sociocultural el Torrent de la Zona Nord, explica que fue idea de Neus, la presidenta de la comunidad, "que ha tenido durante todo este tiempo muchos detalles con todos". "Sus hijos nos dibujaron una rosa a todos los vecinos por Sant Jordi y nos la dejaron en la puerta, y otro dibujo para el día de la madre", agradece en una portería llena de arco iris con el ya clásico "todo irá bien" de la misma autoría.

Desde las entidades del barrio no son tan optimistas. Tienen claro que no todo irá bien, que vienen tiempos duros, pero también, como rezan sus camisetas de lucha desde la época Trias, que <strong>Ciutat Meridiana resiste.</strong>

El 73 de 73

73 es el número de barrios que tiene Barcelona y la posición que ocupa Ciutat Meridiana en el ránking de la renta familiar disponible en la ciudad. Es decir, la última. Una renta del 38,6 siendo la media de la ciudad 100. En una galaxia muy muy alejada de la realidad que se vive en la posición número 1, Pedralbes, con un 248,8. El enclave, en el que viven 10.000 personas, está situado en la Zona Nord de Nou Barris, territorio conformado además por Torre Baró (con una renda familiar de 46,5 y la posición 70) y Vallbona (en el 71 con un 40,9); los tres compartiendo últimos puestos.