El urbanismo postcovid-19

Barcelona cierra al tráfico los fines de semana siete arterias y todo Montjuïc

Via Laietana, Gran de Gràcia, Fabra i Puig, Pi i Margall, Creu Coberta, Sant Joan y los laterales de la Ronda Litoral son peatonales durante la desescalada

Peatones practican deporte en la Via Laietana de Barcelona, cerrada al tráfico

Peatones caminan y practican deporte en la Via Laietana de Barcelona, cerrada al tráfico. En la foto, la calle de Gran de Gràcia, también sin coches. / periodico

Carles Cols

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Siete arterias de Barcelona y uno de sus dos grandes pulmones, vamos, órganos vitales de la salud, son peatonales a partir de este fin de semana, desde las nueve de la mañana del sábado y hasta las nueve de la noche del domingo. Así será hasta que la pandemia remita claramente. Después, ya se verá. Las arterias son la Via Laietana, Gran de Gràcia, Creu Coberta, paseo de Sant Joan, Pi i Margall, Fabra i Puig y su apéndice Onze de Setembre y los laterales de la Ronda Litoral, donde se han cerrado los aparcamientos de las playas de Nova Icària, Bogatell, Mar Bella, Nova Mar Bella y Llevant. El pulmón es toda la montaña de Montjuïc, que es inaccesible con vehículos de motor. El plan, como sale de la sala de partos municipal, tiene un nombre sin aristas. Podrían llamarle Plan Sintrom, conocido medicamento para prevenir peligrosos atascos en la circulación. No lo han hecho. Lo han bautizado como ‘Itineraris segurs’, que viene a ser como la versión corregida y aumentada ‘Obrim carrers’, aquella iniciativa que antes del covid-19 se ensayó para peatonalizar una vez al mes calles que a diario sufren trombosis de vehículos.

‘Obrim carrers’ fue un éxito rotundo, por ejemplo, cuando el pasado 8 de marzo se cerró al tráfico la calle de Aragó. Fue el último fin de semana antes de que el coronavirus alterara el curso de la historia. Lo que a partir de este fin se semana (y durante los dos festivos previstos de aquí a finales de junio) se llevará a cabo es mucho más ambicioso. Entonces, la peatonalización masiva era el primer fin de semana de cada mes. Ahora, todos y en mayor cantidad.

En cifras, el plan no deja indiferente. Son 347.100 metros cuadrados dedicados íntegramente al paseo. Eso, por lo que respecta a las seis avenidas y calles incluidas. La ruta más larga, Fabra i Puis más Onze de Setembre, son 2,8 kilómetros de paseo. Tampoco está mal el recorrido que une la plaza de Alfons X con el parque de la Ciutadella a través de Pi i Margall y Sant Joan. Son 2,7 kilómetros. A esas cifras hay que sumar las 376 hectáreas transitables de la montaña de Montjuïc. Habrá que ver si son suficientes durante la fase 1 del desconfinamiento. Durante la cero, algunas rutas idóneas para practicar deporte, como la Diagonal entre Francesc Macià y el parque de Cervantes, el paseo de Sant Joan y el frente marítimo, por poner tres ejemplos, han estado por momentos más llenas de lo aconsejable.

Excepciones para residentes

Los coches de los vecinos residentes en la zona, las furgonetas de reparto de mercancías y los vehículos de servicios públicos pueden circular por las zonas afectadas. Esa es una excepción a la norma. Otra es que en algunas de las rutas se permite el paso transversal de vehículos en algunas calles. Esos ‘bypass’ indispensables se practican en Pi i Margall, paseo de Sant Joan, Fabra i Puig y Ronda Litoral.

La longevidad de este plan es hoy por hoy indeterminada. Su implantación ha venido precipitada por la pandemia. En cualquier caso, toda marcha atrás tendrá como tope el anterior plan de ‘Obrim carrers’. Lo indiscutible, salta a la vista, es que el covid-19 dejará huella urbanística en la ciudad. El estreno de estas zonas peatonales de fin de semana coincide prácticamente en el tiempo con el final del conjunto de obras que durante los últimos 15 días se han realizado para habilitar 21 nuevos kilómetros de carril bici en la ciudad y para ampliar las aceras de varias calles de uso intensivo. Si se suman las zonas peatonales de uno y otro plan, el territorio conquistado son medio millón de metros cuadrados.

'Itineraris segurs' tendrá, como es ley no escrita de esta ciudad, partidarios y detractores. Los que seguro que no estarán satisfechos son los impulsores de la plataforma Eixample Respira, que tomaron la pacificación de la calle de Aragó como icono de su lucha contra la presencia masiva de coches en la cuadrícula de Cerdà los días laborables. Para ellos, el ensayo que se llevó a cabo el 8 de marzo de peatonalizar durate unas horas de esa aorta viaria fue una medida que, dijeron entonces, se quedó corta. Que Aragó no esté ahora en la lista de rutas seguras de fin de semana será sin duda una decepción, pero la teniente de alcalde Janet Sanz considera que las actuaciones permanentes que se están ejecutando en Consell de Cent, Roafort y Girona equilibran un poco la balanza. En cualquier caso, el preograma 'Obrim Carrers' volverá cuando termine la pandemia, según Sanz.

Entre los efectos colaterales de la peatonalización de esos siete grandes ejes viarios de la ciudad puede que haya, además, un impulso a los comercios. No es el propósito expreso de la iniciativa, pero puede ser su consecuencia. A pesar de que en la historia pasada de Barcelona ha habido episodios en que los comerciantes se han opuesto a las peatonalizaciones, lo cierto es que siempre han disparado las ventas. Así ocurrio en Portaferrissa y Portal de l'Àngel. Los pronósticos cataclísmicos de quienes decían que sin coches aquellas calles languidecerían resultan hoy cómicos, pero las hemerotecas dan fe de que ese fue el debate entonces. Según la teniente de alcalde, calles como Creu Coberta y Gran de Gràcia, y también sus áeas de influencia, pueden recibir los sábados peatonales una ayuda en estos momentos vital.