los cambios en Barcelona

Consell de Cent, calle nueva, paraíso 'running'

Entre Girona y Rocafort, a lo largo de casi 2,5 kilómetros, se han ganado dos carriles a los coches, marcados de color amarillo, que permiten tanto hacer deporte como pasear

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Sergi López-Egea

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Quien no haya vuelto a pisar la calle del Consell de Cent desde que se decretó el confinamiento se llevará una sorpresa, seguramente grata. Y hasta podrá murmurar aquello de que esta no es la calle que conocía, que me la han cambiado, que han dibujado una cara nueva, con carriles marcados en color amarillo, y hasta que el coche ha dejado de ser el protagonista principal de una escena urbana que se ha convertido en un verdadero paraíso tanto para practicar deporte como para pasear.

A las 6 de la mañana se levanta todos los días el telón deportivo en Barcelona. Mientras la ciudad no supere las primeras fases, los deportistas, a pie pero también en bici, tienen hasta las 10 de la mañana para sudar un poco, a veces con la complicada compañía de la mascarilla. Luego se recupera la normalidad; también en la calle del Consell de Cent que, a partir de las 20 horas, cuando retorna la actividad, se transforma más en un paseo que en un escenario deportivo.

Dos fases de desescalada

Como si se tratase de la desescalada, la calle del Consell de Cent se ha ido transformando en dos fases. La primera ganó terreno a los coches hace unos días entre el paseo de Gràcia y Rocafort, y la segunda, que concluyó definitivamente este martes, se ha ampliado hasta el cruce de Girona, calle que también se ha incorporado a la rutina del deporte y el paseo -como la Via Laietana- entre la Gran Via y Mallorca.

Sirve una carrera de casi dos kilómetros y medio entre Girona y Rocafort para desatascar otras zonas deportivas donde, en ocasiones y en hora punta -hacía las 9 de la mañana- casi resulta imposible guardar las distancias de seguridad de tantos y tantos 'runners' que coinciden al mismo tiempo. Demasiada gente, demasiado peligro y casi una llamada al contagio. Muchas mañanas correr por el paseo de Sant Joan hacia la Ciutadella, buscar el contacto del mar en la Barceloneta o la montaña en la Carretera de les Aigües, se convierte en una verdadera carrera de obstáculos. Demasiado atleta y, desgraciadamente, algún insensato.

Un canto a la libertad

Consell de Cent, en cambio, es un canto a la libertad; incluso si se mantiene un ritmo regular de carrera los semáforos en verde se convierten en un aliado de las zapatillas. Apenas hay 'runners' y solo algunos vecinos que pasean el perro, que van a comprar o que se sientan en los bloques de hormigón que el ayuntamiento todavía no ha acabado de montar en todos los tramos para evitar el acceso de los coches.

Y ahí nace un problema, de presente, pero sobre todo de futuro cuando se reactive el tráfico rodado. La zona de las seis líneas amarillas, supuestamente un lugar donde está prohibido el estacionamiento, se llena de camiones y furgonetas que paran enfrente del comercio donde recogen o entregan mercancías para que la carga y descarga sean mucho más fáciles y cercanas, en vez de utilizar los lugares habilitados en las esquinas. Estos vehículos se convierten en un estorbo para el transeunte.

Los comercios siguen mayoritariamente cerrados lo que continúa dando a la calle de Consell de Cent y también a otros puntos de Barcelona, un aspecto de ciudad fantasma donde la gente no se saluda y hasta se aparta cuando ve la 'peligrosa' llegada de un 'runner'. Son los nuevos tiempos, para los 'runners', para la capital catalana y para una Eixample que se ha vestido con sus mejores galas y se ha llenado de carriles para bicicletas, deportistas y viandantes en general.