Una pelea a hachazos escribe el final de una tormentosa ocupación en Sants

Enfrentamiento entre dos ocupaciones del barrio de Sants de Barcelona

Enfrentamiento entre dos ocupaciones del barrio de Sants de Barcelona. / periodico

Guillem Sànchez

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Una pelea a hachazos entre ocupas que aterraban a familias del barrio de Sants acabó con la detención de tres de ellos ayer lunes por la tarde y comenzó a acercar el fin de un tormento vecinal. Los espacios ya han sido tapiados a partir de un informe de los Bombers de Barcelona que certifica que debían clausurarse por seguridad. Esta doble ocupación ha mantenido contra las cuerdas a decenas de vecinos que, durante dos años, se han sentido "desamparados".  

De las saunas a los ladrones

Los dos locales ocupados son bajos que habían pertenecido a la empresa Carfer, un negocio de saunas e hidromasajes que cerró durante la crisis económica de la pasada década. Se los quedó Solvia Inmobiliaria (el Banco Sabadell vendió el 80% de esta filial inmobiliaria a Lindorff, sociedad perteneciente al grupo Intrum AB, el año pasado). Ubicados en los números 96-98 y 100 de la calle de Miquel Àngel, un paso estrecho del barrio de Sants en el que reside una comunidad tranquila, ambos fueron ocupados por una pareja –con un cochecito de bebé– hace unos dos años. "Estuvieron unas dos o tres semanas y después se fueron y comenzó la rueda de inquilinos conflictivos", resume Jordi, uno de los vecinos. 

Los últimos en adueñarse del lugar se instalaron hará medio año. También han sido los más problemáticos. Los tres detenidos tienen diversos antecedentes por robos violentos y, según fuentes policiales, son politoxicómanos. "No le deseo a nadie lo que hemos vivido, el miedo que hemos pasado. Robaban, defecaban, gritaban, todo eran golpes ahí dentro", explica una vecina detrás de su máscara que no quiere dar su nombre. 

El estallido de violencia definitivo tuvo lugar ayer por la tarde. "Los ocupas de un local se pelearon contra los del otro, atizándose con cadenas y con el hacha", explican Jordi y Paco, otro vecino, el que vive justo encima de los locales. La hija pequeña de Paco, Júlia, estuvo llorando toda la tarde incapaz de absorber los gritos y los ruidos que escuchaba. Cuando la pelea acabó, los del local de perdedores se marcharon y los del local de ganadores salieron y destrozaron la morada de los adversarios –'adversarios' desde hacía pocas horas porque hasta entonces la comunidad vecinal tenía la impresión de que formaban parte del mismo núcleo–. La secuencia grabada con teléfonos asomados desde prácticamente todos los balcones es la siguiente: dos hombres revientan la verja metálica, uno arrastra de forma inquietante una bombona de gas y, a continuación, el otro, más corpulento, con la cabeza rapada y el torso desnudo, destroza con el hacha las cristaleras. 

"Llamábamos al 112 y nos decían que habían enviado ya varias patrullas a lo largo del día –por la pelea previa– y que no podían hacer más", explica Alba. "Disculpe, hay un hombre con un hacha en la calle y nadie puede salir de casa, ¿qué quiere que hagamos? ¿Que dejemos de llamar?", cuenta que respondieron a la operadora de Emergències. La primera patrulla de los Mossos d’Esquadra que llegó al lugar por cuarta vez, al topar con el hombre del hacha, tuvo que marcharse a la espera de refuerzos, según los vecinos. Las patrullas de la Guardia Urbana acudieron en un número lo bastante amplio –casi una decena de unidades– para reducir a los tres ocupas, una acción secundada por aplausos. 

Arrestados por allanar la morada rival

El giro argumental llega a continuación. Los tres fueron arrestados –uno de ellos menor de edad– "por dañar y violar una propiedad ocupada", según fuentes municipales. Es decir, la policía pudo actuar porque atacaron la morada de los ocupas con quienes se habían enemistado. Hasta la fecha, que amenazaran de muerte a los vecinos –pasándose la mano por el cuello simulando una navaja–, que robaran en los alrededores, que se pelearan cada noche o que inundaran el aparcamiento subterráneo al coger el agua de la toma general, no había permitido actuar a ninguna autoridad. El arresto llegó con el ataque a la propiedad ocupada.

El Ayuntamiento de Barcelona contactó por primera vez con el Banc Sabadell en mayo del 2019 para avisar de la ocupación, según el concejal del distrito de Sants-Montjuïc, Marc Serra. Desde entonces han mandado cinco cartas. La entidad financiera responde que la usurpación de la propiedad está denunciada y que están a la espera de que un proceso judicial, que lleva dos años hibernando, ordene el desalojo. Hace varios meses, uno de los dos bajos fue vendido a la empresa Coliseum Real State. Mientras, la comunidad vecinal ha tenido que lidiar con los ocupantes de su espacio. "Los vecinos no tenían que haber sufrido esta situación durante un año y medio. Faltan herramientas para acabar con este tipo de ocupaciones tan violentas que ponen en riesgo la integridad de las familias", ha lamentado Serra, en declaraciones a este diairo. 

La recuperación de las propiedades

Tras las tres detenciones, por primera vez, sendos espacios quedaron vacíos. Los vecinos bajaron ayer a la calle y montaron guardias hasta bien entrada la noche para asegurarse de que nadie volvía. Mientras, el Ayuntamiento activó a los Bombers de Barcelona que acudieron a inspeccionar los locales. El informe que realizaron decretó que debían ser clausurados por problemas de salubridad y seguridad.

EL PERIÓDICO ha entrado en estos bajos este martes por la mañana. Presentan un estado de abandono, con montañas de ropa viejaruedas de bicicletas robadas apiladas y colchones mugrientos. El techo ha sido despojado de las placas. 

Gracias a ese informe de los Bombers, el consistorio ha podido enviar una empresa de albañilería para tapiarlos. Los vecinos temen que la pesadilla no haya terminado y traten de reocuparlos cuando los arrestados recuperen la libertad.