EL URBANISMO DEL DESCONFINAMIENTO

Nueva York, ante el coronavirus, prima a los coches sobre peatones y ciclistas

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Idoya Noain

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Los coches van a seguir de momento siendo los reyes de Nueva York, epicentro mundial del coronavirus, incluso cuando su movimiento ha caído un 80% en la ciudad desde que entraron en vigor las medidas de distanciamiento social y cierre de negocios no esenciales. El viernes, dos días después de que el consejo municipal presentara un plan que plantea redestinar siquiera temporalmente mientras se prolonga la crisis 120 kilómetros de calles en los cinco barrios a ganar espacio para peatones y ciclistas, el Departamento de Policía y el de Transporte echaron un jarro de agua fría a la propuesta, a la que también ha mostrado su oposición el alcalde progresista Bill de Blasio. Y la frustración crece entre los defensores e impulsores del plan.

“No se puede presumir de ser la mejor ciudad del mundo sin <strong>hacer lo que Barcelona </strong>Milán”, denuncia en una entrevista telefónica Danny Harris, director del grupo Transportation Alternatives. Y la misma crítica la lanzaba el viernes en la reunión digital del comité de transporte municipal Corey Johnson, el presidente del consejo y uno de los impulsores de la medida. “Nueva York es única pero no acepto que otras ciudades del mundo puedan superar retos que nosotros no. Deberíamos estar liderando”.

"Fracaso en innovar"

El alcalde De Blasio puso en marcha a finales de marzo un programa piloto cerrando algo menos de 2,5 kilómetros, pero lo abortó menos de dos semanas después por la falta de uso (atribuido en buena parte al mal tiempo) y alegando los problemas de personal para garantizar la seguridad. Ahora insiste en que el plan ampliado, que dedicaría en 170 kilómetros al menos un carril a los coches (y en algunos casos calles enteras), “no se ajusta a la realidad de la ciudad en términos de seguridad”, el argumento que repiten sus responsables de policía y transporte, preocupados por el impacto en el movimiento de vehículos de emergencia o de los que están encargándose de repartos. Para Johnson, en cambio, se trata solo de “un fracaso del gobierno en innovar”.

El 80% del espacio público en Nueva York se dedica a los coches. Ganar terreno para ellos y para su aparcamiento ha provocado en el último siglo el estrechamiento de las aceras. Y estas ahora se demuestran inadecuadas para mantener los dos metros de distancia que se recomiendan entre quienes salen a pasear o hacer ejercicio, permitido en la ciudad, y cuyos números se anticipa se van a disparar conforme mejoran las temperaturas.

"Negacionismo climático"

Reforzar el espacio y la seguridad para las bicis también se siente necesario ahora que los viajes en metro, 6,5 millones diarios antes de la crisis, se han reducido más de un 90%, a la par que el uso de bicicletas ha subido más de un 50% según datos de Transportation Alternatives y los coches, aunque sean menos, han disparado su velocidad en las carreteras.

"En los momentos de crisis hay oportunidad y la inmediata es dar las calles a la gente“, dice Harris, que denuncia a De Blasio. "No puedes ser un alcalde que dice ser medioambientalista y todavía cree en los coches como principal medio para moverse”, cuestiona, llegando a atribuir al primer edil "una forma de negacionismo climático".  

“Los neoyorquinos no tienen carteras ni pulmones para aguantar más décadas de una adicción a los coches que ha frenado el crecimiento”, asegura también Harris, que dice que “Nueva York puede ser Wuhan o Milán. En los primeros pasos de reapertura en la ciudad china las autopistas se llenaron y la calidad del aire recuperada durante el confinamiento se evaporó inmediatamente. En Milán, mientras, se han elaborado planes concretos y ambiciosos".