PLENO MUNICIPAL EXTRAORDINARIO

Barcelona se conjura para trazar los presupuestos de la recuperación

El Ayuntamiento de Barcelona cuelga una pancarta de ánimo ante el coronavirus

El Ayuntamiento de Barcelona cuelga una pancarta de ánimo ante el coronavirus. / periodico

Carlos Márquez Daniel

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Los que esperen en esta crónica alguna información de servicio, no hace falta que sigan leyendo. A los que se queden, lo que viene es un relato del pleno extraordinario del Ayuntamiento de Barcelona sobre la situación de confinamiento en la ciudad, una sucesión de intervenciones en las que los grupos municipales y el gobierno han expuesto sus reproches, propuestas, críticas, esperanzas y lamentos sin apenas abandonar su parcela política e ideológica. La oposición ha acusado a Ada Colau de actuar de manera "unilateral" y le ha reclamado consenso en las grandes decisiones, y la alcaldesa ha invocado la "colaboración y la lealtad" del resto para alcanzar un "pacto de ciudad" que alumbre unos nuevos presupuestos adaptados a la pandemia. Lo bueno, aunque qué menos, podría pensar el ciudadano, es que se ha pactado una declaración institucional de pésame por las víctimas, agradecimiento a los sanitarios y personal esencial y de compromiso de recuperación. En el fondo, está bien que en tiempos convulsos haya que cosas que no cambian. 

El cónclave telemático, el primero en la historia de la ciudad, ha empezado con 40 minutos de retraso. Resulta que el consistorio tiene contratado un servicio con la empresa Cisco, cuya sede en Silicon Valley visitó durante su mandato el alcalde Xavier Trias, y al final, porque la cosa ha fallado, han tenido que cambiarse a una plataforma de las que usa todo el mundo para hablar con los amigos o la familia. Sobre la mesa, un informe que detalla la situación en Barcelona: número de afectados, medidas impulsadas, camas ganadas, hoteles reconvertidos, atención social, situación económica... Como suele suceder en el pleno, el documento sirve como excusa para exponer y vender, y luego, para reprobar.

Todo esto sucede el año en el que la ciudad volvía a tener un presupuesto aprobado por la vía ortodoxa tras un lustro de prórrogas y 'driblings' burocráticos que permitían tramitar las cuentas por la puerta de atrás. Esos fondos estaban destinado a ser los más extensivos de la historia, por encima de los 3.000 millones de euros, y eran los más consensuados, con el voto favorable de 33 de los 42 concejales. Papel mojado. En el balcón de Sant Jaume se ha colgado hoy una pancarta en la que se lee 'todo irá bien'. Veremos. 

El camino a recorrer a partir de ahora no parece que vaya a dejar de lado el poso que se ha ido creando en el ayuntamiento desde que Colau ganó las elecciones en mayo del 2015, y con más fuerza, desde que revalidó la alcaldía, que no la victoria, porque ganó Esquerra, hace ahora casi 11 meses. Los 'comuns' apelan a la colaboración y al diálogo y la oposición afea al gobierno que actúe por su cuenta. Es una manera de recordarles, tanto a ellos como al PSC, que tienen solo 18 concejales, a tres de cualquier mayoría.

Por eso la alcaldesa ha instado a "mantener vivo el espíritu de cooperación" mostrado por la ciudadanía durante la crisis sanitaria para alcanzar ese gran "pacto de ciudad" que incluya "unos nuevos presupuestos" ante esta "situación de catástrofe". "El impacto económico será brutal, sin precedentes", le ha apostillado el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, que ha recordado que el área que comanda ha aprobado una partida de 25 millones de euros para asistir a pymes y autónomos. "Por cierto, la Generalitat solo ha destinado ocho", ha añadido.

Ernest Maragall (ERC), con un boli en el bolsillo de la camisa y rodeado de libros, se ha quejado de la "recentralización" de competencias por parte de Gobierno de Pedro Sánchez y ha lamentado que Colau haya optado estas semanas por "la vía unilateral y la presencia pública exclusiva". Elsa Artadi ha expuesto el plan de JuntsxCat, resumido en tres conceptos -recuperar, reiniciar y reinventar la ciudad-, y ha recetado a Colau poner "fin de las imposiciones y las desconfianzas". Mari Luz Guilarte (Ciutadans), con jersey naranja y fondo neutro, ha ahondado en la "unilateralidad" de la alcaldesa, a la que ha criticado su "respuesta insuficiente y sin empatía". Josep Bou (PP) ha centrado su intervención en la economía y las empresas. Y Manuel Valls ha apostado por el 2022 como el año del relanzamiento y ha animado a evitar la "divisón y la tensión que solo generan más populismo". O sea, o todos juntos, o la nada. O como reza el proverbio menorquín, 'Qui va amb un coix, as cap de s’any ho són tots dos'.