CORONAVIRUS

Barcelona avisa de que no podrá incinerar a todos los muertos

El tanatorio de Collserola (Barcelona) reconvierte su aparcamiento en depósito de ataúdes

El tanatorio de Collserola (Barcelona) reconvierte su aparcamiento en depósito de ataúdes. / periodico

Toni Sust

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Barcelona ya no tiene capacidad para cremar a todos sus muertos. La demanda de incineración ha subido en algunos días en un 78% y el consistorio anuncia que a partir del miércoles no todos los que pidan que sus difuntos sean cremados verán satisfecha esa demanda. Se optará por entierros provisionales, con una duración prevista de dos años, plazo mínimo que marca la ley para abrir un féretro. Y se retomarán las incineraciones cuando pase el tiempo y la capacidad aumente, es decir, cuando remita la afectación por el coronavirus y baje la demanda. Esa cremación en diferido no supondrá un coste económico para las familias: lo asumirá Cementiris de Barcelona, la empresa municipal.

Así lo ha anunciado este lunes el concejal Eloi Badia, presidente de Cementiris de Barcelona, que ha precisado que la capital catalana enterró la semana pasada a unas 200 personas, aproximadamente cuatro veces la cifra habitual, si bien ese recuento incluye no solo a los fallecidos en la ciudad, también a gente que murió en otros municipios del Área Metropolitana.

El ayuntamiento advierte de que en unos días podría vetarse la presencia de familiares en las inhumaciones

Después de reforzar el servicio, la ciudad está preparada para asumir 80 cremaciones y 150 inhumacionesal día y para alcanzar 1.465 plazas de depósito en los tanatorios de la ciudad. Las cremaciones se están produciendo ahora en Barcelona entre una semana y 10 días a partir de la defunción, según Badia, que ha subrayado que en el caso de las inhumaciones no existe esa dilación. En Montjuïc hay cuatro hornos crematorios a los que se añadirá un quinto. El concejal también ha advertido de que en unos días, si se confirma que la demanda se ha disparado, se cerrará la lista de espera de incineraciones. Con lo que habrá que aumentar la capacidad de los entierros.

A la vista de ese fenómeno, ha añadido el edil, es probable que en esos entierros no se permita presencia de familiares, como no se tolera ya en Barcelona en el caso de las cremaciones. Y así lo ha comunicado el ayuntamiento a la Generalitat. Por si alguien tiene dudas sanitarias al respecto, también ha precisado que no existe contraindicación alguna en enterrar a los fallecidos por COVID-19.

El pico de la curva

Badia ha situado la demanda actual de incineraciones en Barcelona por encima de las 150  diarias. “Todo dependerá de lo que pida la gente y de la curva”, ha subrayado sobre los próximos días. El concejal ha considerado que esta semana será la del pico de los contagios, el número máximo, por lo que el consistorio se prepara para afrontar la dificultad que puede conllevar.

Un entierro básico no puede costar ahora más de 2.500 euros en la capital catalana

El gran volumen de las cremaciones, ha relatado Badia, impide que en estos casos exista acompañamiento de familiares. Nadie puede asistir a la operación. En el caso de las inhumaciones, se adoptó la práctica permitida por el Gobierno central: tres personas como máximo pueden acompañar a los difuntos. Una medida que en unos días podría anularse.

Las tarifas máximas

Badia también ha informado de que ha quedado oficialmente fijado el precio máximo que pueden costar los servicios funerarios en la ciudad. Es un tope que la Generalitat estableció, en diálogo entre otros con el propio consistorio. Ningún servicio básico, ha recalcado el concejal, puede superar los 2.500 euros. La tarifa que se refiere a los servicios funerarios básicos, que incluyen recogida del difunto, los trámites burocráticos, contactar con la familia y el depósito del cuerpo, queda fijado en 1.984,10 euros.

Si se opta por una inhumación, el coste añadido será de 540 euros. Si por una cremación (con todas las limitaciones expuestas anteriormente), 550 euros. Badia ha añadido que, obviamente, si una familia desea disponer de más recursos puede hacerlo asumiendo la tarifa que corresponda.

El rito musulmán

Preguntado por los problemas que días atrás denunciaron miembros de la comunidad musulmana, que lamentaron en carta al presidente de la Generalitat, Quim Torra, que ya no podían practicar entierros en el tanatorio de Collserola -que lo negó-, Badia ha afirmado que el problema es que en estos momentos no puede haber manipulación del cadáver, lo que limita algunas prácticas.

Los musulmanes, ha recordado, mantienen un rito especial, por el que el difunto es enterado con una orientación específica a La Meca, aunque es habitual que un porcentaje significativo de ellos sean enterrados en sus países de origen. El caso, es que a la vista de la falta actual de vuelos, el principal problema con el que se topa este colectivo es que no puede repatriar los cuerpos de los fallecidos. Por ello, ha precisado el concejal, está recurriendo a inhumaciones temporales.

Colau destaca la aportación de la Guardia Urbana y los bomberos

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha comparecido este lunes junto con representantes de la Guardia Urbana y de los bomberos de la ciudad con un fin claro: destacar y defender la aportación de los dos cuerpos en la inusual situación que vive Barcelona desde que el Gobierno central publicó el decreto de alarma el pasado 14 de marzo. Colau ha subrayado que estos días cerca de 1.050 agentes de la Guardia Urbana y entre 50 y 100 bomberos velan por la seguridad, por el cumplimiento de las normas que obligan al grueso de la ciudadanía a confinarse en sus hogares y, entre otras labores, a asistir, en el caso de los bomberos, a las residencias de ancianos de la capital catalana. “Estamos en el momento de máximo confinamiento”, ha recordado la alcaldesa. Colau también ha afirmado que apoya la idea de que se legalice la situación de personas simpapeles que viven en Barcelona, y que pueden aportar o ya aportan una asistencia decisiva en este periodo de dificultad, y ha dicho que el consistorio ha hecho gestiones sobre esta cuestión.