TENDENCIA DE UN ICONO URBANO

El 'panot' de flor se erige como embajador de Barcelona

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Carme Escales

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Hemos pasado de caminar sobre él, a verlo en todas partes, incluso en vertical, en puertas de garaje. Calzamos, vestimos y lucimos pendientes, colgantes, bolsas, y carteras que llevan grabado el ‘panot’ de la flor, la baldosa más popular de la ciudad de Barcelona.

El fenómeno ha seguido un progresivo despertar. Núria Gerez, coordinadora de las tiendas BCN Original de Barcelona Turisme, recuerda que cuando ella empezó en turismo, en 1996, “lo único que se reproducía eran motivos de obras de Gaudí. Solo una casa hacía el 'panot', una baldosita a modo de  pisapapeles, pero no tenía éxito”, explica. “La baldosa no se conocía”, apunta. Sin embargo, afirma que “a lo largo de los años, sobre todo con la gran crisis del 2008, muchos diseñadores gráficos, incluso arquitectos, se pusieron a crear atractivos diseños tomando el ‘panot’ de la flor como símbolo de la ciudad, que es lo que mejor define hoy al ‘panot’”.

Gusta al ciudadano y al turista

La Manual Alpargatera lo imprime en alpargatas, Ribes & Casals lo despacha en tela de popelín de algodón, “hay 'panot' por todas partes”, expresa Núria Gerez. Bajo la firma Canfangapanots, Isabel Troya y Emily Benson, afincadas en Barcelona y enamoradas de esta ciudad, con el ‘panot’ hacen posavasos, salvamanteles, imanes y llaveros. Se sirven del poso del café como parte del material ecológico para hacerlos. “Muchos extranjeros no se habían dado cuenta de que caminaban sobre la flor en muchas calles”, apunta Troya. “Se vende muchísimo”. Nos encanta la historia del 'panot', la losa que llegó para evitar tanto barro cuando no había asfalto. De ahí el mote de los barceloneses y Canfangapanots”.

Sus creaciones las despachan en tiendas como BdeBarcelona (avenida de Gaudí, 28), un oasis de recuerdos hechos por talento local. Desde que abrió, en abril del 2015, su propietaria, Maite Guillem, ha visto incrementar exponencialmente la demanda del ‘panot’. “Para mí es el icono que más identifica a esta ciudad, sin duda. Los artículos que lo llevan son los que más vendo con diferencia. Estamos ‘empanotados’”, considera. El logo de su tienda nació inspirado en la ciudad. “Jugando con la B de Barcelona surgió algo similar al ‘panot’ de la flor, pero fue casualidad”, explica. “Es una imagen tan apreciada por los mismos barceloneses, que se vende muy bien con todo, y tanto a la gente del barrio como a un turista francés”, dice.

Tatuado en el brazo

“El gran comprador de ‘panot’ es el barcelonés”, asegura Manel Bonet, al frente de Souvenir Singular. Son tres socios, dos de ellos diseñadores, que en el 2012 reinventaron el suvenir. “Le quisimos dar diseño y producción local y dotarlo de un pequeño texto explicativo con su historia, introducir un aire cultural al sector de los recuerdos”, añade. El 50% de su producción, tazas, bolsas, camisetas, libretas, se inspiran en la baldosa de la flor. Y va ‘in crescendo’, se va comiendo al resto de motivos", sostiene.

Miriam Ortiz lleva el ‘panot’ tatuado en el brazo. “En el 2015, me empané en que no quería dejar Barcelona, porque me encanta, y la baldosa me parecía muy bonita, y es solo de aquí”, explica. Su tatuaje fue una manera de aferrarse a la ciudad.

El llavero de ‘panot’ de silicona es una de las últimas creaciones de Maite y María Julia Martínez, dos hermanas y socias al frente de Puzzlebcn. Tienen también la baldosa a tamaño y peso real: 20x20 centímetros  y dos kilos de peso. “Y los turistas la meten en la maleta, como recuerdo y salvamanteles”, explican. “El imán de 6x6 centímetros fue lo primero que hicimos. Panots Jimenez -fabricantes del ‘panot’ en pavimento real- hacen los moldes en acero inoxidable de nuestras piezas”.

Macetero gigante para hoteles

En el taller de Yumilab, en el Born, Eric y Delphine crean minimacetas, lamparillas o portafotos con el ‘panot’. “El creciente interés nos reta a ofrecer modelos diferentes, como nuestro macetero gigantesco para recepción de hoteles, restaurantes o inmuebles".

Son muchos las artesanas y artesanos locales que vuelcan el 'panot' en originales joyas y artículos de uso doméstico o decorativo, y algunos aplicando al diseño la consigna de la sostenibilidad, como Laura Martinell. Con madera de cajas usadas y el relieve de la flor del ‘panot’ en pequeñas dimensiones, hace exclusivos diseños de pendientes y pines que componen su exitosa colección Pisando Barcelona.

La calle también lo revaloriza

De autor desconocido, el célebre ‘panot’ de flor para aceras se vinculó durante mucho tiempo al arquitecto Josep Puig i Cadafalch por su semejanza a la baldosa que este diseñó con la flor del almendro para la entrada de la Casa Amatller del paseo de Gràcia. En 1906, el Ayuntamiento de Barcelona adjudicó a la compañía Escofet de Barcelona, dedicada al diseño de elementos urbanos, el primer encargo de baldosas para el pavimento de la ciudad con el dibujo de la flor que hoy vive su gran 'boom'. Escofet lo fabricó hasta los años 60. Desde 1932, lo hace también Mosaics Capdevila, según explica el nieto de su fundador, Miquel Capdevila. “Actualmente producimos unos 25.000 metros cuadrados al año”, explica Miquel Capdevila. Y Marta Jiménez, responsable de Panots Jiménez, otra de las empresas fabricantes, confirma que los pedidos de pavimento con la flor se están incrementando en los últimos años. “Se está retornando a su uso. Y hay quien también los encarga para el suelo de restaurantes o terrazas”, afirma. Sin patente registrada, la creatividad da alas a este terrenal embajador de la ciudad.