BARCELONEANDO

Con las gafas de corresponsal

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Natàlia Farré

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Soñar con cubrir un Mundial de fútbol o unos Juegos Olímpicos y acabar entrando en el zulo donde se escondía Sadam Husein, para luego continuar siguiendo por todo EEUU a un desconocido senador de Chicago, Barak Obama, en su carrera hacia la Casa Blanca habiendo vivido, antes, durante un lustro (2002-2007), en Jerusalén. Así es el sucinto resumen de la vida periodística de Joan Cañete Bayle en EL PERIÓDICO. Las corresponsalías, también ocupó la de Washington (2007-2009), no estaban en su agenda, como tampoco figuraban actuar como corresponsal de guerra en Afganistán, Irak o la segunda Intifada.

De hecho, cuando empezó todo y los deportes no estaban a su alcance –tampoco Bruce Springsteen, su entrevista pendiente y deseada–, la oferta inesperada le llegó con Moscú como destino.  Pero un giro de guion de última hora le llevó a Jerusalén. “Hacia menos frío, estaba más cerca y tenía la mística del conflicto palestino-israelí”. No se lo pensó dos veces. Y se fue. Aterrizó “acojonado”,  no en vano su primer contacto con el país y la ciudad fue un atentado que le atrapó de camino al hotel desde el aeropuerto. Fue el aperitivo de lo que viviría durante su estancia en la zona, y las sucesivas ocasiones en las que ha vuelto, y sigue volviendo. “Jerusalén engancha”.

Praxis periodística

A tenor de lo visto el jueves en la librería Laie, la adicción por la ciudad tres veces santa (y por todo lo que ocurre en ese pequeño pedazo de tierra que se extiende del Mediterráneo al Jordán y de los altos del Golán a la península del Sinaí) es compartida por todos los que allí han vivido (o sobrevivido). El día en cuestión, Cañete Bayle presentaba su último libro –'Muros, bosques, tumbas. Un periodista en Jerusalén' (Lengua de Trapo)– y oficiaban Isabel Galí, Ana Alba y el propio autor, tres corresponsales de la zona de solvencia contrastada. Hubo mucho del conflicto, los tres saben un rato largo del tema, y mucho de periodismo, del que tampoco van faltos de conocimientos.

De hecho, el relato de este enfrentamiento histórico, de sus preguntas y de sus respuestas, que desgrana el libro es fruto de una praxis periodística en constante cuestionamiento. ¿Cómo explicar lo que ocurre, qué terminología usar, qué fuentes utilizar...? Son dudas  y cuestiones –en forma de debates y discusiones– en las que los tres presentes confesaron que invierten mucho tiempo los corresponsales españoles en Jerusalén. Unos profesionales, dicho sea de paso, permanentemente acusados de ser propalestinos, en el mejor de los casos; o antisemitas, en el peor de ellos.

¿Por qué? “Porque todos contamos lo mismo: hay una cosa que se llama ocupación, un ocupante y un ocupado”. El resto son diferentes líneas editoriales. “¿Se puede ser periodista en Israel y los territorios ocupados y no informar de la ocupación, sus causas, sus consecuencias, y la red de violencias que la conforman?”. Cañete Bayle lanza la pregunta y la responde sin dudas: “No”. A esa conclusión ha llegado después de pisar el terreno: “Observando, preguntando, escuchando, leyendo...”. “Uno llega a Jerusalén imbuido del discurso dominante y es la praxis periodística la que te pone unas gafas que te llevan a hacer una lectura determinada”. Las gafas de este periodista son las de los derechos humanos y las de las libertades civiles y políticas. Este tránsito de lo oficial a lo real es una de las capas del libro, el resto son todas las aristas del conflicto. Un ensayo trufado de crónica que no pretende ser una tesis política, geoestratégica o histórica. “Sería una impostura”.

De Holmes a Montalbano

No es su primer libro, pero sí el primero que no es novela. En su haber suma 'Parte de la felicidad que traes', 'Doce olas' y 'Expediente Bagdad'. Los dos últimos escritos a cuatro manos con Eugenio García Gascón. Y los dos últimos, novela policiaca. Un género por el que Cañete Bayle admite sentir debilidad. “La novela negra bien hecha es un gran reportaje periodístico. Nadie explica tan bien Los Ángeles de los 30 como Raymond Chandler o Dashiell Hammett; ni la violencia latente que subyace en los ricos países nórdicos como los 'thrillers' suecos o noruegos actúales”. Aunque a juicio del periodista, pocos hacen sombra a Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle, y Salvo Montalbano, de Andrea Camilleri.

Tras el paréntesis del ensayo periodístico presentado el jueves rodeado de amigos, periodistas y corresponsales, Cañete Bayle amenaza con una tercera novela policiaca, en este caso ambientada, cómo no, en Palestina.