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Numerosas terrazas aplicarán suplementos para encajar la subida de tasas en Barcelona

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Patricia Castán

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Hace unos meses fue una amenaza. En los próximos días será una realidad: en distintas zonas de Barcelona los clientes de terrazas de bares y restaurantes descubrirán con desagradable sorpresa suplementos de al menos un 10% por sentarse a la fresca. Numerosos operadores que acaban de recibir la notificación con el nuevo importe de las tasas municipales aseguran sentirse "forzados" o "abocados" -reiteran unos y otros- a incrementar precios para compensar el auge de dichos impuestos en las zonas céntricas o turísticas. Los empresarios (muchos de modelo familiar) mantienen que la medida alentará la gentrificación, porque los precios alejarán a los vecinos de esos barrios y limitarán la oferta solo al turismo.

La nueva tasa, que supone una reducción para locales de zonas más periféricas o demandadas, pero se traduce en una fuerte subida sobre todo en Ciutat Vella y el Eixample (la plaza Reial ya ha tomado medidas legales contra el ayuntamiento por presuntos aumentos del 1.000%), ha vuelto a abrir un fuego cruzado entre el sector y el consistorio. 

Los afectados admiten que el gravamen llevaba años congelado y en algunos casos casi era irrisorio por zona (en la Rambla se pagaban 31,38 euros al mes por una terraza con cuatro sillas, según datos municipales. El Gremi de Restauració asume una actualización, pero no en esas proporciones y de repente, opinan. Esta semana se ha empezado a concretar para cada afectado.

Lo ejemplifican con claridad en la ahora cotizadísima avenida de Gaudí, considerada zona 1. En Inter Tapa, un local que suma 26 años de trayectoria, han recibido con espanto el recibo para este año. Cuentan con cuatro mesas, por las que hasta el 2019 pagaban 1.063 euros. Este año abonarán 4.600, se queja Alexandra Chechelnitskaya, una moscovita plenamente integrada en el barrio, que recuerda que inició su negocio con 22 mesas en 1994, hasta que en el 2002 el ayuntamiento de turno (socialista) las dejó en ocho. Hace dos años Colau le quitó la mitad para dar mesas a negocios recién llegados. 

Los afectados creen que el gravamen acabará perjudicando al cliente local, que querrá ir a otra zona más barata

No se rindió y mantuvo su coqueto velador, a pasos de la Sagrada Família. Recuerda que en sus sillas se han sentado vecinos  a pasar la tarde con un café con leche. «Ahora no podré permitirme servir cafés en la terraza», calcula, porque ningún incremento lo compensaría. Establecerá otras consumiciones mínimas. «Si una calle más allá pagan un euro pero yo pago cuatro por el mismo espacio me obligan a subir precios por fuerza mayor, sin querer, lo que generará malestar con los clientes», razona. Y gentrificará más la zona, insiste.

Muy cerca, pero en Sant Antoni Maria Claret, Alexis está digiriendo en el Insólita Gea una notificación de subida del 670% por sus tres mesas (ya perdió una). Discrepa con la calificación de zona turística 1 de su pedazo de acera y estudia acciones legales. «Hasta ahora no tenía suplemento, pero tendré que ponerlo en la terraza a la fuerza, aunque no compensaré el problema ni de lejos», dice. Y defiende que sus precios son «locales», no comparables con la Rambla, por ejemplo.

Desde la patronal, su director, Roger Pallarols, critica que ningún otro impuesto se haya subido un 200% o hasta un 1.000%. Entre los agravios comparativos el gremio cita el 10% en los mercados municipales, donde también hay restauración. 

El mismo portavoz ve «inevitable repercutir el aumento en las consumiciones, lo que ahuyentará al público local y expulsará a vecinos-clientes de algunas calles». El abanico es amplio, porque hay fuertes incrementos en las zonas 0, 1 y 2, mantiene. Es muy crítico con la zonificación, que pasa a someter «a más presión aún a puntos donde los alquileres de locales son ya altos», y que castiga a núcleos que concentran cientos de terrazas.

Disyuntiva económica

Por ejemplo, con doble terraza en avenida de Mistral y Rocafort, Cuba de Janeiro, un local de apenas unos años que ha trabajado duro para abrirse paso, pasará a pagar 12.000 euros anuales, frente a los 4.000 actuales, por la nueva cotización de la primera. Carlos A. afirma que la disyuntiva que dejan al emprendedor es despedir personal o cargar suplementos al cliente. De momento, aplicarán un 10% extra en terraza.

En el meollo turístico, zona 0, El Mas del Mercader, en los pórticos de la Boqueria pasa de algo menos de 600 euros anuales por sus cuatro mesas (en siete metros cuadrados) a casi 4.000. Chelo Morilla explica que su oferta de degustación (sin cocina) en una tienda de vinos supone consumiciones sencillasy es imposible de encajar con esa subida. «No tiene sentido. Supongo que tendremos que subir precios...». 

Como en el Born, donde en Llamber tienen cuatro apretadas mesas por las que pagarán un 350%más. «Tenemos que decidir cuánto subir o si compensa eliminar la terraza y tener que echar personal y dejar la calle desierta», se indigna Juan Andrés Espínola. La zona acaba de mejorar con gran esfuerzo sus problemas de seguridad y ahora se ve sometida a esta nueva crisis.  

Más ingresos y nuevos criterios municipales

El pasado otoño el anuncio de nuevas tasas para terrazas levantó una guerra que se saldó con casi toda la oposición local cargando contra la medida. Al final, ERC admitió que no era la solución que había querido, pero aprobó junto con el equipo de gobierno el conjunto de las medidas fiscales. Se ajustaron y en lugares donde el aumento suponía cuatriplicar el impuesto, en teoría se multiplicó por 2,6, según el ayuntamiento. En la práctica, el consistorio ha echado mano de comparativas con zonas clave de grandes capitales europeas, mientras la patronal ha aludido al resto de España. En la Gran Via de Madrid una mesa cuesta al año 249 euros, frente a los mil ahora de la Boqueria, insisten ahora.