CRÍTICAS EN LA CUNA DE LOS COMUNES

El Centre Social de Sants se siente abandonado por el equipo de Colau

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zentauroepp52292813 barcelona 14 02 2020 barcelona el centre social de sants o200218115357 / RICARD CUGAT

Helena López

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El año que viene celebrarán el medio siglo y, aunque hoy por hoy en un edificio apuntalado, siguen en pie y, lo más importante, con las mismas ganas de plantar cara a quien se tercie que hace 50 años. El Centro Social de Sants nació en 1971, fruto de la unión de varias comisiones de barrio y, cinco décadas después, sigue siendo refugio de movimientos, grupos, entidades, asociaciones y todo tipo de vecindario organizado, muchas veces disidente, de esta tierra de frontera, como le gusta definirla a Jordi Soler, uno de sus miembros más activo. Su actual frente abierto está claro: no piensan renunciar a la reforma prometida. Pese al compromiso de palabra -no hay nada firmado, no suele haberlo nunca en estos casos- de que durante este mandato el ayuntamiento llevaría a cabo las necesarias obras del viejo edificio, su sorpresa fue mayúscula cuando, en una reciente reunión con el nuevo concejal del distrito, Marc Serra, éste les comunicó que no tenían ni un euro para la reforma de la histórica finca de la calle de Olzinelles. Un edifico de propiedad municipal tras una permuta con el Arzobispado, frente a la <strong>flamante Lleialtat Santsenca</strong> (otra victoria vecinal, en este caso sí completamente reformada y a pleno rendimiento).

Pero hay quizá algo que enfadó más al núcleo duro del Centre Social -la asociación de vecinos del barrio- que el hecho de que no hubiera una partida en los presupuestos municipales reservada para la reforma del viejo edificio; y fue la alternativa dada por el concejal: "id a los presupuestos participativos". Sí, esa campaña con la que el consistorio ha empapelado los barrios apelando a los "ilustrísimos vecinos" a decidir en qué invertir en sus barrios (y en qué no, claro; eso no lo pone, pero vino implícito). Desde el centro -curtidos en mil batallas y frente a gobiernos de todos los colores-, no entienden que a estas alturas les manden a competir entre proyectos para resolver la falta (los más duros la califican directamente de mala) planificación del equipo de gobierno. "Sentimos que nos están tendiendo una trampa. No queremos tener que luchar contra nadie. Había un compromiso y tienen que cumplirlo, no hacer a los distintos proyectos pelearse por la miseria", resumen sin ocultar su cabreo. "Hacen de Poncio Pilato y no se trata de eso", añade Enric Jara, miembro de la Comissió de Veïns de la Bordeta, otro histórico.

El olvido de los pequeños

"Nos dicen que el problema es que ni el Centre Social de Sants, ni Can Batlló, cuelgan de ningún área específica", señala el presidente del centro social, Josep Maria Domingo, quien hace otro diagnóstico: "el problema es que han vuelto a caer en el gran error que ha marcado la historia de la ciudad: apostar por los grandes equipamientos y olvidar los equipamientos pequeños, los de los barrios, los de los vecinos, para lo que en principio vinieron", subraya dolido. Y es que el proyecto vecinal de<strong> Can Batlló</strong> -"ese referente del que se llenan tanto la boca", añade Jordi Falcó, otro de los activistas vecinales enfadados-, se encuentra en la misma situación que el centro social: sin presupuesto asignado. "Ni un duro", destacan. "Teníamos un camino trazado. Un convenio de cesión a 50 años firmado hace justo uno, con el compromiso de que arreglarían las naves, y ahora nos dicen que no tienen dinero para hacer nada. Nada. Hace un año que no entran niños pequeños aquí, porque tuvimos que cerrar el grupo de crianza porque se cayó un techo de la nave en la que se hacía. Después de tanto luchar, no es de recibo", concluye Soler.

El consistorio defiende que ha apostado siempre por ambos equipamientos y que la petición de participar en los presupuestos participativos es una manera de agilizar las reformas.