BARCELONEANDO

Catas de cervezas para perros en Barcelona

"Si dicen que el perro es el mejor amigo del hombre, ¿por qué no irte de cervezas con él?", incitan en estas catas. Aquí degustan quintos canes y humanos

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Ana Sánchez

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Lucky lleva cuatro birras ya. En esta cervecería los clientes beben con más ansia que Homer Simpson. Apuran los quintos en segundos y miran a la camarera con cara de perro. Eso aquí significa que les ha encantado y quieren otra ronda. Está claro que todos saldrán del bar a cuatro patas.

Cervecería <strong>BrewDog</strong> (Casanova, 69). Hace honor a su nombre: hoy hay 13 perros moviendo la cola entre botellines de Subwoofer. “Cerveza para perros”, se lee en las etiquetas. Esta es una cata para canes y humanos. “Si dicen que el perro es el mejor amigo del hombre –incitan sus ideólogas-, ¿por qué no irte de cervezas con él?”.

Nadie arquea las cejas a lo Sobera. Hace tiempo que en Barcelona las mascotas se pueden dar más caprichos que Pancho, el perro de la lotería. Hay pastelerías caninas (Snouts), sastrería de mascotas (<strong>Caninetto</strong>), un Tinder de animales (<strong>Social Animals</strong>), hasta se practica <strong>doga </strong>(yoga con perros).

Montan catas de cervezas y helados para perros y humanos,  salidas en kayak a cuatro patas y visitas a bodegas 'pet friendly'

Hace año y medio -calcula Judit- que también se van de cañas. Judit Esteban, 31 años, lleva 13 en el sector del turismo. “Diseñadora de experiencias”, se define ella. Dos años atrás montó <strong>Feel by Doing</strong>. “Experiencias con sentido”, resume en su web. Su objetivo: “Fomentar un turismo responsable con la economía local, sostenible con el medio ambiente y ayudando a pequeños negocios de proximidad”. Organiza rutas slow, de consumo ético, baños de bosque, talleres de nendo-dango (un método japonés de reforestación natural), hasta se puede ser pastor por un día. “Lo importante de las experiencias –insiste- es el proyecto que hay detrás. Y que el dinero que gastes en ocio se quede aquí”.

Ocio con perros

También hay apartado de “<strong>experiencias con perro</strong>”. Montan catas de cervezas y de helados artesanos para humanos y canes, hay salidas en kayak a cuatro patas, catas de vinos pet friendly (no existen vinos perrunos, pero sí bodegas a las que llevar a las mascotas). “Y estamos mirando hacer de pasteles –añade María-. Siempre que haya este binomio de humano-perrete”.

María Sabater, 32 años, lleva cuatro al frente de <strong>iCanWalk</strong>, asociación canina sin ánimo de lucro que organiza a medias este ocio con perros. No se trata de humanizar a las mascotas, menea la cabeza. “El perro tiene unas necesidades y el humano, otras –apunta-, pero intentamos encontrar un punto en el que se junten y compartamos tiempo”. 

Hora del aperitivo. Sobre las mesas se reparten a discreción cervezas ipas y tapas. Los “guaus”, de momento, son humanos. Un par de rondas a dos patas primero. Luego les toca a los perros. Los botellines ya no rellenan copas, sino cuencos. Todos engullen con el reprís de Bridget Jones con un mal día. La misma reacción que en las personas: cuanta más cerveza beben, más ladridos se escuchan. Aunque los perros cerveceros no se dan palmaditas en el lomo ni se declaran amistad eterna, como mucho se huelen los traseros.  

Cerveza con extracto de carne

Penny se relame. Parece que le ha gustado la cerveza. “Sí –responde por ella Jordi, su dueño-, pero sin alcohol, así luego puede conducir”, se ríe. No, la Subwoofer no tiene alcohol, aclara la assistant manager de BrewDog. Serena, se llama, toda una osadía para alguien que trabaja entre 21 grifos de cerveza. Serena Petrin -acento italiano, sabiduría cervecera- detalla ante las mesas de dónde ha salido este botellín para perros. Ninguna mascota la mira.

La sacaron hace dos años y medio, hace memoria. Básicamente es lo que queda tras la primera fase del proceso de la cerveza, explica. “Le falta la fermentación, la levadura, el alcohol”. La pruebas por curiosidad, claro. No está mala. Tampoco le das un segundo trago. Sabe a malta y ¿a carne? Serena asiente. “Le añadimos un extracto de carne que a los perritos les mola bastante”. Aunque su mascota también bebe cerveza normal. “Pero esa es otra historia”, se ríe.

No es ni la hora de comer y ya se ladra como en Luz de gas a las 5 de la mañana. “¿Ya con resaca?”, recrimina Cristina a Lucky, un gigantesco golden retriever tumbado en el suelo a plomo, como si acabara de salir de Resacón en Las Vegas. Resucitará en el acto para la cata de piensos. Es cuando se escuchan gruñidos con conato de pelea de bar. Hay quien enseña dientes a lo Pantoja como si estuviera en Tele 5. Los comensales degustan sus cuencos en 3 segundos sin pensar en Tripadvisor. “No tiene problemas para comer ni para beber”. David sonríe mirando a Milka, un basset hound con cara de estar susurrando “la última y nos vamos”. Humor de perros, está claro. De esta cata hay que sacarlos a todos con correa.