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El 'Guernica' de la guerra civil inmobiliaria

El funeral bancario del 2013, sima de esta crisis sin fin, fue retratado de forma singular por Josep Maria de Llobet, que alumbra ahora una pieza de arte con todo aquel material

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Carles Cols

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La guerra civil inmobiliaria ya tiene su ‘Guernica’. Lo presentaron en público el miércoles, a la hora en que se ponía el sol, en la biblioteca Agustí Centelles del Eixample barcelonés, especializada en el centenario arte de la fotografía, porque el autor de este nuevo ‘Guernica’, titulado en realidad ‘Blank’, es el fotógrafo Josep Maria de Llobet. Algunos le conocerán por cómo retrató a solas durante varios días la cárcel Modelo de Barcelona tal cual quedó cuando fue trasladado el último preso. Otros, quizá, por los paisajes chernobilianos de Lloret de Mar, pues fotografió los lugares más turísticos de la localidad costera en lo más crudo del invierno. Por lo que jamás habría que olvidarlo es por la sagaz idea que tuvo en el 2013. Bancos y cajas, con las manos aún manchadas de preferentes y cláusulas ilegibles, cerraban en cadena sus oficinas a pie de calle. De Llobet se dio cuenta de algo que pocos otros vieron. Como si hubiera un manual secreto de instrucciones, los cristales de las oficinas se pintaban de blanco. La brocha nunca era la misma. Cada escaparate era un Malévich. Sacó la cámara y comenzó el safari. No sabía entonces que aquella aventura terminaría con un ‘Guernica’.

Los bancos cerraban sus oficinas y todos pintaban los cristales con la misma pintura, Blanco de España

Cazó un centenar de imágenes. Fue una carrera contra reloj. En esta ciudad, todo espacio en blanco es un lienzo. Si el gremio del grafiti llegaba antes que él, perdía una valiosa presa. Al final seleccionó 15 fotografías de las 100 que consiguió. Las expuso en el 2016 en la sala Bostik. Sorprendieron un año después en el Festival Revela’t. Lo curioso es que, cada vez que se mostraban en público, se transformaban. Como si tuvieran vida propia, como si conocieran su destino. De Llobet, para una muestra, eliminó los marcos de los escaparates, dejó sólo el cristal, para el que los bancos, por cierto, utilizaban siempre una pintura conocida comercialmente como ‘Blanco de España’. La realidad a veces parece un chiste.

Fue entonces, con todos aquellos lienzos juntos, montados como una maqueta, cuando surgió la idea de encuadernarlos en un libro único, si es que así se le puede llamar, porque es una rareza absoluta, y del que solo se han impreso 15 ejemplares. Es una cifra minúscula, a escala de la propia editorial, Ediciones Posibles, que De Llobet fundó con otro fotógrafo barcelonés de apellido homófonoÀlex Llovet. ‘Blank’ es solo el tercer libro de la editorial, pero la presentación, en el auditorio de la Agustí Centelles, que no es pequeño, fue de gran ocasión. No solo porque casi todas las sillas estaban llenas. También por todo cuanto se dijo. Esta es una ciudad con ganas de ajustar cuentan con (parafraseando a Eisenhower cuando advirtió de que el lobi militar jamás debería dirigir las políticas de Washington) el complejo turístico-inmobiliario de Barcelona.

La presentación no solo llenó la sala. Fue un canto contra el lobi turistico-inmobiliario 

Tomaron la palabra el autor, por supuesto, el historiador del arte Martí Peran, la concejala y exactivista de la PAH Lucía Martín, el arquitecto Ton Salvadó y, palabras mayores, Itziar González, verso libre del último gobierno socialista de Barcelona, algo así como el Karl Kraus del urbanismo, vamos, aguafiestas de todo relato equivocadamente triunfalista y autora del único texto que acompaña el libro. Si la sala Agustí Centelles fuera una feria, no habría quedado un pato en pie ni un peluche por adjudicar.

González no conocía a De Llobet antes de conocer su obra, pero, como tantos otros se sorprendió. Lo que hizo el fotógrafo, según la arquitecta, fue un trabajo de forense. Topografió un instante traumático de la biografía de Barcelona. Recordó a la audiencia cómo eran antes los bancos, con aquellos cajeros blindados, que muy metafóricamente recordaban a qué lado del cristal estaba el dinero y que, en contraposición, recibían a todos los clientes como un potencial Jesse James. Tremendo. Lo que vino a continuación, sin embargo, fue peor.

Buen repaso de Itziar González, que recordó cuando el cajero nos atendía como si fuéramos Jesse James

Los bancos cambiaron de estética. Se dotaron de luminosos ventanales, de escaparates en los que sonrientes familias y jubilados publicitaban todo tipo de parabienes si confiaban en tal o cual banco o producto de inversión. Jamás había ahí una invitación a la prudencia. Para González, el acierto de De Llobet fue fotografiar ese breve instante posterior a la batalla, cuando estalló la burbuja inmobiliaria y la tropa bancaria replegó sus fuerzas. Que el blanco fuera el color elegido para ocultar que ahí había antes una oficina bancaria tiene, en opinión de González, una segunda lectura muy simbólica. No fue porque el blanco sea el color funerario en algunas culturas. Tampoco fue porque las entidades financieras quisieran blanquear sus pecados. Fue –sugirió— porque así terminaron las batallas más cainitas de la historia, en las que el general vencedor ordenaba a sus tropas que sembraran con sal las tierras del enemigo derrotado.

Del libro, lo dicho, se han impreso solo 15 ejemplares. Sale cada unidad a precio de un alquiler barato en la ciudad, lo cual no es poco. El propósito de Ediciones Posibles no era, eso salta a la vista, el negocio, solo el gusto por el arte. Un ejemplar desplegado del libro presidió la presentación. Es una filigrana encuadernada en fuelle. Están ahí las manos artesanales de Àngels Arroyo, parece que un faro en el oficio de la encuadernación. En el reverso de cada imagen aparece escuetamente la dirección de cada oficina bancaria extinta.

El 19 de febrero del 2020 es una fecha para recordar. La Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia denunciaba en Madrid la existencia en España de un cártel empresarial dedicado a hinchar artificialmente la burbuja de los precios del alquiler y en Barcelona se presentaba el ‘Guernica’ inmobiliario.