BARCELONEANDO

Polémicas (y secretos) catedralicios

zentauroepp51131848 on barcelona 25 11 2019  past view rutas guiadas al pasado  200218204755

zentauroepp51131848 on barcelona 25 11 2019 past view rutas guiadas al pasado 200218204755 / periodico

Natàlia Farré

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las polémicas arquitectónico-artísticas en Barcelona son algo recurrente. Si en 1992 la conveniencia o no de situar en el Palau Nacional la escultura enorme de un calcetín firmado por Tàpies agitó la ciudad; a principios del XX lo hizo la incomprensión del genio de Gaudí. De ahí que la Casa Milà sea conocida como La Pedrera, sobrenombre que nada tiene de positivo. Más recientemente ha sido la necesidad (o no) de ampliar el Macba en la capilla de la Misericòrdia lo que ha incendiado el debate ciudadano. Y a finales del XIX, lo que centró las discusiones fue nada más y nada menos que la fachada de la catedral

Veamos. Por esa época la seo tenía frontal, por supuesto, pero era una construcción sencilla, lisa y carente de ornamentos erigida en el siglo XV. Así que se creyó necesario darle dignidad. En 1882, hubo presentación de proyectos para tal menester. Y hubo, también, un ganador oficial y otro popular. El primero llevaba la firma de Josep Oriol Mestres y contaba con el apoyo de Manuel Girona, comitente de la construcción. El segundo salió de la imaginación de Joan Martorell, por entonces arquitecto de cabecera de Eusebi Güell, y gozó del beneplácito de la ciudadanía. La controversia estaba servida. Aunque hay que decir que ambos eran deudores de un proyecto fallido: el que en el siglo XV realizó el Mestre Carlí, normando de nombre real Charles Gautier que visualizó una entrada con arco apuntado, pináculos laterales y un gran rosetón central.    

Vertical y ornamental versus horizontal y sobrio

La disparidad de diseños –vertical y ornamental, el de Mestres; horizontal y sobrio, el de Martorell– generó disputas de altura, en la calle y en la prensa, pero las discusiones tuvieron poco recorrido ya que la financiación corría a cargo del banquero y suya fue la última palabra, aunque sí obligaron a adaptar el proyecto. Así que la actual fachada, la de Mestres, recoge muchos de los elementos que propuso Martorell con su proyecto neogótico de edificio de altura y profusamente decorado. Eso es un cimborio de 90 metros, dos torres laterales, gabletes sobre las ventanas y un montón de esculturas firmadas por los mejores artistas del momento, entre ellos y por encima de todos, Venanci y Agapit Vallmitjana. Los escultores de la Península con más proyección internacional y con un 'best-seller' multipremiado en Europa: su Cristo yacente, cuya versión más celebrada luce en el Prado.

Los Vallmitjana fueron las grandes figuras de la renovación escultórica en Catalunya de finales del XIX. Y su mayor logro fue imbuir naturalismo a la piedra. Una cualidad tan ensalzada en general como criticada en el particular caso de la catedral. A Agapit se le encargó el apostolado y el Cristo de la fachada. Acabó realizándolos, pero no como él quería sino pasando por el aro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, a la sazón autoridad con potestad para marcar los parámetros que debían seguir las esculturas. La institución tenía que aprobarlas y las de Agapit vibraban y sentían en exceso. Al final, consiguió estereotiparlas y hacerlas más convencionales. Y ahí siguen.

Disputa epistolar subida de tono

No están solas. El Capítulo de la catedral decidió qué otros personajes debían llenar la fachada, la mayoría santos relacionados con la ciudad, desde Sant Josep Oriol a Sant Raimon de Penyafort, y los encargaron a otros reconocidos escultores, como Rafael Atché o Pere Carbonell. Aunque hubo algún fracaso. Ahí está el que vivió el artista Fèlix Ferrer, suyas tenían que ser las representaciones de tres personajes pero no consiguió pasar los dictámenes de Madrid. Las disputas que el artista mantuvo por vía epistolar fueron como poco subidas de tono. Y acabaron con su despido.

Este conflicto, y otras anécdotas,  puede seguirse en la exposición que la Pia Almoina dedica a los secretos de la fachada de la catedral. "Un proceso de construcción sorprendentemente desconocido ya que se trata de uno de los edificios más emblemáticos y mas visitados de la ciudad". Palabra de Cristina Rodríguez Samaniego, comisaria de la muestra. Hasta el 12 de abril.