El Born apuesta por «reconectar» con el visitante barcelonés

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El Born ha ofrecido un arsenal de titulares en los últimos 25 años. De la decadencia tras el cierre de su histórico mercado, a la transformación de usos, la cuestionada gentrificación, la eclosión del diseño, el ascenso y caída como eje nocturno de copas, la hiperburbuja inmobiliaria, los problemas de convivencia de usos, el vaivén de éxitos o fracasos comerciales, el peso de ser un barrio de moda, la turistificación o el reciente azote de la inseguridad… Pero el que quiere imponer este 2020 la asociación Born Comerç es la «reconexión» con el barcelonés, que hace tiempo que le da la espalda.

Tampoco pierden de vista entre sus objetivos la integración del comercio/negocio con el vecindario para reforzar la identidad del que consideran un «barrio único». Lo suscribe la entidad de comerciantes, que hace apenas unos meses ha iniciado una nueva etapa, con nueva junta y nuevo recetario, que se traducirá en hechos de forma casi inmediata.

Born Comerç lanzará una tarjeta de fidelización y ofrecerá un servicio de consigna gratis para los vecinos 

Un recorrido por sus calles hace patente que sus propias virtudes se han convertido finalmente en algunas amenazas, que su estructura comercial y de servicios (con unos 600 negocios y servicios) oscilan en un complejo equilibrio entre la singularidad y la rentabilidad. 

Hay no pocos locales cerrados, aunque no es una situación alarmante. La dependienta de una tienda del paseo del Born lo resume llanamente:  «He visto abrir y cerrar decenas de tiendas en unos años. Aquí es fácil fracasar porque los alquileres de locales son carísimos y hay que acertar con la oferta, pero siempre hay alguien dispuesto a intentarlo porque el barrio es atractivo».

Lo que lo hace singular, como recoge un reciente plan de márketing instigado por el ayuntamiento para cimentar que el Born sea la primera zona APEU (área de promoción económica urbana o BID, según el término en inglés, pendiente de cambios normativos por parte del Govern) es, amén de su pasado comercial, que pese a su centralidad, sus tiendas no suelen superar los 350 metros cuadrados. Y más bien abundan las de apenas 25 o 50 metros cuadrados. Una característica que ha mantenido alejados a los gigantes del textil que clonan los epicentros urbanos de las grandes ciudades.

Todos los precios

En los portales inmobiliarios aparecen decenas de anuncios de locales disponibles en el barrio de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera, en un abanico tan enorme que va de los más de 20.000 euros mensuales por más de 600 metros cuadrados a los 280 euros por apenas 20 metros. Fuentes de Ascana, una de las principales consultoras inmobiliarias, destacan que «la demanda y las rentas del Born se mantienen pero únicamente en las calles principales: paseo del Born, Vidreria y Argenteria». Otras vías han sufrido más la falta de afluencia, la menor capacidad adquisitiva del turismo que visita la ciudad los últimos dos años, el peso de la inseguridad (sus estrechas calles son un caramelo para los ladrones que salen a la carrera) y, sobre todo, el rechazo del barcelonés.

«La gente de Barcelona ya casi no pisa el Born», admite un restaurador de la zona. De hecho, la proliferación de fastfood tipo Rambla llevó a la asociación de comerciantes a abanderar la gastronomía como señal de identidad de la zona, promoviendo iniciativas como Street Born Gourmet, que dos veces al año sacan las cocinas a la calle. Ahora planean también un festival de los productos de proximidad que se ofertan en sus manteles, de la mano de proveedores.

De Palau a Palau

El barrio (los operadores consideran que abarca toda la zona de Palau de la Música a Pla de Palau) cree que debe potenciar sus tres pilares: comercio (esencialmente creativo y con marcas que han eclosionado en la zona), gastronomía y cultura (del Born Centre de Cultura al Museu Picasso). Atrás quedó la etapa de copas nocturnas (una generación que no ha tenido relevo), mientras que el horario de 'after work' ha abierto un pequeño nicho de mercado. 

La guerra de las terrazas ha sido un duro golpe para la zona, que critica la tijera municipal, cuenta Juan Carlos Arriaga, al frente de Born Comerç y representante del grupo Sagardi. El recorte dispar ante Santa Maria del Mar es un ejemplo. Locales que forman parte del ADN del lugar, como el Bubó Tapes, han perdido su terraza, entre otros muchos. A cambio, fuentes del local explican que se han tenido que reinventar. Ajustar precios para recuperar al cliente barcelonés  y mimarlo, explican, ha sido la nueva estrategia de este pequeño espacio rediseñado que logra llenar con buenas tapas y tragos con facturas adaptadas al bolsillo local. Otros, como el aplaudido Zero Patatero, han cerrado hace unas semanas porque a los problemas del Born se suma una normativa municipal restrictiva en el entorno del antiguo mercado, que no alienta los negocios. 

La entidad prepara actividades de fin de semana para sucumbir a su oferta de tiendas y restauración 

La primera reconquista que aborda Born Comerç es con sus convecinos. Para ello han creado la plataforma Born Neighborn, que incluye una tarjeta de fidelización para los residentes en comercios asociados (descuentos y otras ventajas), un buzón de intermediación para cualquier problema y una consigna en la sede de la entidad (en la placeta de Montcada, ahora abierta al viandante que precise información o consejo), donde pueden recibir paquetes y envíos si no están en casa, gratuitamente, de 11.00 a 19.00 horas. Esa misma sede ofrece asesoría a los socios (ahora 132) y es un espacio para formación. 

El plan director de este año ya incluye al barcelonés, cuenta Arriaga, decidido a que la zona "vuelva a emocionar". "Hay que devolver la dimensión y alma al barrio", dice. El primer domingo de cada mes a partir de abril se harán los encuentros Fet al Born, donde cada comercio ofrece un producto o servicio, en formato de bulevar en el paseo del Born. "Haremos que cada fin de semanas sucedan cosas", avanza. Como un festival de música en la calle, con escuelas de jazz locales y un invitado. O un proyecto (con guía ya disponible) sobre la trazabilidad de los productos que se venden en la zona, que implica valor añadido.  

El colectivo va a promover el sello de buena praxis entre nuevos operadores, para que el visitante valore su arraigo local y sostenibilidad, agrega. 

Barrio de tendencias

El plan estratégico elaborado hace más de dos años ya revelaba que el barrio de Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera es una zona de contrastes, donde conviven vecinos de toda la vida supervivientes de la gentrificación, con muchos residentes recientes en busca de un barrio de tendencias. Más del 40% ya eran extranjeros en ese momento, entre una población de unos 23.000 vecinos. La calle con más comercios es Princesa (87), seguida de Rec (51) y Argenteria (40). El diseño es su identidad, pero poco a poco se extingue todo el comercio de proximidad en muchas de sus calles.

Aseguran que la inseguridad no solo precisa policía

Con una alta presencia de turistas (el público favorito de los ladrones callejeros) y un laberinto de calles estrechas, el Born se convirtió el año pasado en una zona crítica en cuanto a robos, sobre todo al descuido. Los refuerzos policiales propiciados desde el pasado agosto bajo la batuta del quinto teniente de alcalde de Prevención y Seguridad, Albert Batlle, han supuesto una mejoría en toda la zona, admiten los comerciantes. No obstante, aún es frecuente ver algún ladrón correr, o incluso entrar en los bares en busca de algún cliente despistado al que quitar el móvil o la cartera. Comerciantes y restauradores los espantan si pueden.