política municipal

El pleno exige a Colau una decisión "clara y definitiva" sobre el Hermitage

La oposición recrimina al ayuntamiento moverse por "ideología" y le insta a "recapacitar" sobre su veto al museo antes de dos meses

pleno

pleno / periodico

Natàlia Farré

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El Hermitage ha entrado en el pleno del Ayuntamiento de Barcelona de este viernes. Dos proposiciones, un debate, los argumentos ya escuchados, en  favor y en contra, y el acuerdo unánime de pedir al gobierno de la ciudad una posición  “clara y definitiva” sobre la apertura, o no, de la franquicia –sustantivo que no todos los grupos comparten al definir el proyecto- en Barcelona en un plazo máximo de dos meses. La petición la ha presentado el grupo del PP después de que el consistorio hiciera pública, el pasado lunes, su negativa a autorizar la ubicación del museo –otra definición que no es del agrado de todos- en la nueva bocana del puerto tras encargar cuatro informes que lo desaconsejaban. Y tras el apunte posterior del ayuntamiento asegurando que estaría abierto a estudiar de nuevo la iniciativa si se reformulaba el proyecto cultural y se buscaba un nuevo emplazamiento.

La segunda resolución presentada esta mañana, por parte de Barcelona pel Canvi,  pedía más: instaba a dar el consentimiento al actual proyecto. Pero Manuel Valls la ha retirado, no sin polémica de por medio, antes de que hubiera recuento de votos. Todo apuntaba a una más que probable desestimación. Así las cosas, se supone que el ayuntamiento tiene tiempo hasta principios de abril para “recapacitar” –petición lanzada por el PP- y manifestar una posición “clara y definitiva” sobre la apertura o no del Hermitage, pero ya se verá. Pues el proyecto lleva casi ocho años en danza y las proposiciones de los grupos municipales en el pleno, se debaten y se aprueban pero no son vinculantes.

Argumentos a favor y en contra

Entre el principio del debate y la resolución de las dos proposiciones, ha habido discusiones sobre si el proyecto es un museo o una franquicia, lecciones sobre la importancia de la colección artística de la pinacoteca de San Petersburgo y la confusión entre lo que es privado y público. Lo dicho: el proyecto del Hermitage Barcelona es privado, pero pretende levantarse en suelo público; la relación de la iniciativa de Barcelona con el museo ruso se circunscribe al préstamo de obras, y el centro que pretende abrirse en la ciudad no tendrá ni colección de arte propia, ni conservadores ni curadores, de ahí que el gobierno municipal ponga en duda su categoría de museo y lo rebaje a franquicia o sala de exposiciones.

Ha habido, también, un sin fin de reproches hacia el ayuntamiento. En cabeza, por repetidos, los de apoyar una “cultura ideológica” y de “falta de ambición” que “devalúa” la ciudad y la deja “fuera del mapa cultural” europeo. Además de la recriminación, también unánime entre la oposición, de encargar unos informes sobre la idoneidad del proyecto del Hermitage  -que ni son obligatorios ni vinculantes- con el único objetivo de justificar una decisión previamente tomada: la de no querer el museo ruso. Y como respuesta municipal un sinfín de argumentos ya sabidos (problemas de movilidad y urbanísticos, y dudosa viabilidad económica y cultural) para vetar “por responsabilidad” el actual proyecto de la nueva bocana del puerto.