POLÍTICA ALIMENTARIA

Barcelona declara la guerra a la carne roja en los coles

Preparación de un menú en la escuela Dovella, centro que participa en la prueba piloto de ofrecer menos carne roja y más proteína vegetal

Preparación de un menú en la escuela Dovella, centro que participa en la prueba piloto de ofrecer menos carne roja y más proteína vegetal. En la foto, un niño en la hora del comedor en la escuela. / periodico

Carlos Márquez Daniel

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No ayuda en absoluto que la comida saludable se haya convertido en una suerte de castigo verbal para los hijos. Tampoco que cuando comen fuera de casa, los padres echen mano de ese menú infantil en el que siempre están los macarrones y las croquetas, el arroz y la hamburguesa. Y el helado de vainilla. Amén de toda la oferta de restauración 'fast food', hinchada de colores y distracciones pero más bien pobre en nutrientes. En ese contexto, el Ayuntamiento de Barcelona inicia este 2020 una cruzada para conseguir que la alimentación escolar sea más rica en proteína vegetal en detrimento de la carne roja y procesada. O lo que es lo mismo: más garbanzos y menos salchichas. El consistorio empezará con cinco escuelas, con la idea de que, en un par de años, la filosofía haya seducido a las 411 escuelas de la ciudad que echan de comer a los chavales. Vaya por delante que muchas ya lo aplican sin hacer ruido, tanto en la capital como en el resto de Catalunya. Ahora se busca, sin forzar, que pase a ser el pan de cada día.

Gemma Tarafa, concejala de Salud, ha sido la encargada este jueves de compartir la hoja de ruta municipal. Ha insistido en varias ocasiones en que esto es una recomendación, consciente de que la autonomía de centro, la independencia de las direcciones de los colegios de tomar según qué decisiones, es una potestad sagrada. Por eso el consistorio ha optado por la pedagogía en base a los datos. Han analizado la situación en 116 escuelas de la ciudad y se han encontrado con algunas cifras inquietantes. Como ese 34% de centros que consumen carnes rojas o procesadas dos o más veces a la semana, por encima de la frecuencia recomendada (una o ninguna). O el 90% de los equipamientos visitados que no ofrecen ninguna proteína vegetal como segundo plato. Ahí radica precisamente uno de los desafíos del plan, el hecho de romper con el tópico de que en el segundo plato no podemos despachar pasta integral o un plato de legumbres. Si en verano tomamos ensalada y después paella de verduras, ¿porque no pueden hacer lo mismo las escuelas? La idea de fondo es reducir a una la ingesta semanal de carne roja o procesada y ofrecer un mínimo de dos platos de proteína vegetal.

La Generalitat ya había editado una guía en la que las recomendaciones iban en la misma dirección. La novedad es la voluntad de concretar más los mínimos y los máximos del consumo de determinados nutrientes. Todo ello ha suscitado el aplauso de Greenpeace, que este jueves ha animado al resto de municipios a seguir los pasos de la capital catalana. 

No es cosa menor querer cambiar los hábitos alimenticios de las nuevas generaciones. La lucha tiene una doble dirección: la de convencer a los colegios y la de lograr que las familias empaticen con el proyecto y que no lo echen todo por tierra con una despensa repleta de lo que podría considerarse cripronita para el organismo. Según la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB), el 80% de los adolescentes toman más de tres refrescos azucarados al mes (cada lata contiene el equivalente a 10 cucharadas de azúcar) y el 75% habrán consumido en enero más de tres piezas de bollería. El 80% tampoco cumple la recomendación de tomar un total de cinco piezas diarias de fruta o verdura. Todo eso deriva en una obesidad del 7% en niños de entre tres y cuatro años, del 13% entre los ocho y los nueve, y cercana al 7% en los adolescentes de 13 y 19, donde el sobrepeso se asocia, además, a la costumbre de comer delante de las pantallas. Con un componente social importante: esos porcentajes aumentan en las zonas más desfavorecidas.

Con esta modificación de los menús infantiles, el ayuntamiento también busca echarle una mano al planeta. Tras declarar semanas atrás la emergencia climática, el consistorio tiene abiertos distintos frentes en los que arañar gases de efecto invernadero. Con este cambio se espera reducir un 23% las emisiones que generará cada ágape colegial ecológico con respecto al modelo que se quiere dejar atrás, según ha detallado Tarafa. Pero por encima de todo está la salud de los alumnos, y tal y como ha recordado Carme Borrell, gerente de la ASPB, el exceso de carne roja "es una fuente de grasas que se relaciona con enfermedades cardiovasculares, diabetes y algunos tipos de cáncer".

Campo de sobra

El plan pasa por introducir esos segundos platos que pueden parecer un primero. Lentejas, garbanzos, judías..., todo tipo de legumbres de proximidad que ahora pasarán a ser la antesala del postre. ¿Y hay suficiente campo para tanto niño? Si el parque agrario del Llobregat quedara corto, hay agricultura de sobra a la vuelta de la esquina. 

Las cinco escuelas que ya están empezando a modificar sus menús son la Dovella, la Mallorca, la Ramon Casas, la Pare Poveda y la Farigola del Clot. La voluntad del gobierno de Ada Colau es que el cambio llegue a todos los centros de la ciudad, sean públicos, concertados o privados, durante el curso 2020-2021. Y como objetivo en el horizonte, tal y como ha señalado Tarafa, intentar innovar también en la alimentación de residencias de ancianos o centros hospitalarios. Todo ello, ha concretado la concejala, sin que se resienta el precio del menú. "No tenemos el cálculo hecho, pero en ningún caso será más caro que ahora". Ecológico, asequible y de cercanía.