UBICACIÓN POLÉMICA

Barcelona descarta por "responsabilidad" el Hermitage en el puerto

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Natàlia Farré

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El Ayuntamiento de Barcelona descarta la apertura de una sucursal del museo Hermitage en la nueva bocana del puerto. Punto. Tras años de negociaciones, cambios de proyecto, reubicaciones de sede y manifestaciones vecinales a favor y en contra, este lunes el consistorio ha presentado los informes que desestiman su instalación. Cuatro estudios –cultural, económico, urbanístico y de movilidad– y cuatro opiniones negativas. Así lo han expresado los tenientes de alcalde Janet Sanz y Joan Subirats. "Desde el ayuntamiento, por responsabilidad y vistos los informes, ahora mismo no se puede autorizar ni dar el visto bueno al proyecto del Hermitage en la bocana del puerto". Palabra de concejal. Y con esto basta, no es necesario pasar la decisión por el pleno, no en vano aunque quien maneja las concesiones en la zona es el Port de Barcelona, el consistorio  introdujo una cláusula en el plan especial de la zona (en el 2018) que daba la última palabra sobre el tema al gobierno municipal. 

Y la última palabra ha sido no pero con algunos matices. Si se reformulan las dudas que plantean los informes cultural y económico, y si se encuentra una nueva ubicación que no genere los problemas de movilidad y urbanismo que se supone provoca el actual proyecto, el ayuntamiento volverá a "valorar, analizar, estudiar e incluso acompañar" la propuesta. Su opinión cuenta, pues pese a que la iniciativa es privada, la gestión de los usos del espacio ciudadano es competencia municipal. Imposible hacer un equipamiento del impacto del Hermitage sin el beneplácito del consistorio. Así que, vuelta al casillero de salida de un debate que lleva ya ocho años dividiendo a la ciudad sobre la pertinencia o no de acoger una franquicia del museo ruso, y un debate solo superado en longevidad por la necesidad o no de  unir el tranvía por la Diagonal.

Suspenso al completo

Así las cosas, la realidad es que ninguno de los cuatro informes encargados da por bueno el proyecto. Siendo extremadamente contundente el realizado por Josep Ramoneda sobre la aportación del futuro museo a la identidad cultural de Barcelona. Nada. "El Hermitage no hace ninguna falta", afirma. Al mismo tiempo que cuestiona que exista un plan sólido tras la muerte de quien debía ser su responsable curatorial, Jorge Wagensberg, y habla de "ejemplo típico de cultura franquicia: nombres conocidos, proyecto banal". Para Ramoneda, además, sería "inadmisible" que la Administración tuviera que hacerse cargo de la institución en caso de fracaso. Este último punto, el de evitar tener que inyectar dinero público, es el que motivó el informe de viabilidad económica.

Este apunta que las previsiones de los promotores pecan de "extremadamente optimistas". El proyecto habla de alcanzar 850.00 visitantes el primer año y llegar a 1,5 millones en poco tiempo. Cifras cuestionables teniendo en cuenta el nivel de visitantes del resto de centros de Barcelona con el más que consolidado Museu Picasso a la cabeza y sus 978.483 almas anuales. Otro problema planteado son las dudas sobre la estructura organizativa del proyecto, con una empresa inmobiliaria a la cabeza, que choca con el propio Hermitage, que solo presta obras si no hay negocio por en medio, y colisiona con la ley de museos que define dichos centros como entidades sin ánimo de lucro.

Problemas de seguridad

Urbanísticamente la cosa no mejora mucho. No es aceptable por su situación: "Una zona muy frágil de la ciudad visto lo ocurrido la semana pasada con el temporal" que podría generar "problemas de seguridad", a juicio de Sanz. Para los autores del informe de urbanismo, la ubicación "presenta dificultades desde el punto de vista de seguridad, accesibilidad, movilidad, espacio público, condiciones paisajistas, sostenibilidad y relación con el entorno". La construcción de un edificio icónico de Toyo Ito tampoco seduce a nadie. Es un "'bolet'" que no se articula con el tejido urbano cercano y deja en el olvido opciones más "sostenibles", como la recuperación de edificios patrimoniales vacíos.

La movilidad, con un paseo de Joan de Borbó "saturado y congestionado" y una parada de metro casi a dos kilómetros, tampoco satisface al ayuntamiento, que nunca ha echado cohetes por la iniciativa pero que afirma estar dispuesto a estudiar nuevas ubicaciones. Las que proponen los expertos, que no el consistorio, se llaman Moll de Sant Bertran (final del Paral·lel), Parc de la Barceloneta, Fòrum y Les Tres Xemeneies. 

Título despiece

El proyecto suma ya ocho años –y numerosos cambios– desde que en noviembre del 2012 Ferran Mascarell, entonces ‘conseller’ de Cultura, firmó un convenio con la pinacoteca rusa para colaborar durante 30 años. El acuerdo estipulaba traer a Barcelona  obras del inmenso fondo –casi tres millones de piezas– que custodia el Palacio de Invierno de San Petersburgo. En aquel momento se hablaba de una ubicación también en el puerto, justo delante de la ahora descartada, y de una apertura prevista para el 2013. Desde entonces los emplazamientos han ido cambiando –de la Facultad de Náutica del Pla de Palau al edificio de la Aduana ubicado en Drassanes– y la fecha de inauguración posponiedo, la última tenía como horizonte el 2022. A la par, que las posturas de los vecinos de la Barceloneta se han ido enfrentando y la de los partidos políticos, también.