ÉRASE UNA VEZ EN... HOSTAFRANCS (10)

Hostafrancs tiene poder

"A nuestros hijos les decimos que tener una carrera no te hace menos gitano", señala Noemí García, miembro la asociación de mujeres gitanas de este barrio de Sants

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zentauroepp51740075 barcelona 14 01 2020 barcelona rase una vez en el barrio 10200115090850 / RICARD CUGAT

Helena López

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Pese a que en los papeles pone Manelen Hostafrancs todo el mundo le conoce como ‘el Pepe’. "Mi padrino era el marido de Dolores Vargas, 'la Terremoto', que se llamaba Pepe. Pero como eran artistas, el día del bautizo no pudieron venir, y si no estaba el padrino no me podían bautizar así. Entonces mi padre, que sí era Manel, me hizo de padrino. Por eso en los papeles pone Manel, pero soy Pepe", relata el hombre, miembro de "una de las seis o siete primeras familias gitanas que se asentaron en el barrio". "Según he podido investigar", añade. "Mi bisabuela vivía en la calle de Vidriol. En su casa había una foto muy antigua en la que salían sus padres, mis tatarabuelos, y ya estaban aquí, en el barrio", prosigue el hombre, padre de cuatro, abuelo de siete y bisabuelo de uno, a punto de cumplir los 65.

Hace unos meses que Pepe dejó el barrio, contra su voluntad. Tras no poder parar el tercer intento de desahucio del piso en la calle de la Creu Coberta en el que vivía desde hacía 35 años, en el que crecieron sus cuatro hijos, "por un retraso de días en el pago del alquiler". "De días", subraya. A la espera del piso social al que tiene derecho (la suya es una de las 600 familias en la lista de espera de la <strong>Mesa de Emergencia</strong>), vive con su mujer y su suegra en una pensión en Sabadell, derivados por los servicios sociales. "Espero que la Navidad que viene ya nos hayan dado el piso en el distrito, donde está toda nuestra familia", apunta.

Ya jubilado, Pepe asegura con rotundidad que "la venta ambulante está muerta". "En los últimos tiempos, cobraba un paro de 128 euros y me buscaba la vida. Durante muchos años, hice la venta de mecheros por los bares. Si un día vendía dos cajitas, ese dinero me sacaba", cuenta.

"Mi bisabuela vivía en la calle de Vidriol y tenía una foto muy antigua de sus padres, ya en Hostafrancs"

Pepe Giménez

— Ahijado de Pepe, el marido de La Terremoto

Noemí, Belén, Àstrid y Marina son el alma de la joven Associació per a la Formació i la Cultura de la Dona Gitana d’Hostafrancs, también conocida como Associació de Dones Gitanes d’Hostafrancs Romy Gipsy. Las cuatro coinciden con Pepe en que los días en los que se podía vivir de la venta ambulante ya pasaron. Una tarde, hace algo menos de dos años, mientras tomaban un café, llegaron a la conclusión de la necesidad de hacer algo por las mujeres de su comunidad. De su barrio. "La primera reunión la organizamos aquí, en el local de la asociación de vecinos, que siempre ha colaborado mucho con nosotras. Pensábamos que no vendría nadie, porque además ese día llovía muchísimo, pero nos juntamos aquí 25 mujeres de edades muy distintas -señala Marina-. Ahí vimos la falta que hacía".  

El objetivo de esa primera reunión era convencer a sus vecinas de lo que querían hacer; de que tenían que hacerlo. "Las mujeres vivimos en un círculo muy cerrado. Ir a trabajar, por la mañana, la que puede, y casa, comida y culto. No hay más. Y lo que buscamos con la asociación es explotar esa burbuja, que vean más allá. Por eso una de las primeras cosas que teníamos claro que había que hacer era un curso de primaria. De alfabetización. Muchas tienen la ilusión de leer la Biblia, la palabra, o de ayudar a sus hijos", resume Marina, madre de Belén y cuñada de Àstrid.

Vida más allá de la casa y el culto

"El hecho de hacerlo aquí, en el barrio y con nosotras, hace que podamos llegar a mujeres que no irían a otro sitio. Queremos que este sea un espacio en el que mirarnos a la cara y preguntarnos qué necesitamos, qué queremos", argumenta la portavoz del colectivo. 

Nacida en abril del 2018, Romy Gipsy quiere ser también un espacio para mujeres jóvenes, ya casadas y madres, que no terminaron la ESO. "Muchas dejaron el colegio muy pronto, se casaron y empezaron a trabajar, pero ahora ya no hay trabajo como antes y se dan cuenta de que sin la ESO no pueden optar a muchos empleos", señalan. "Y también queremos trabajar con nuestros hijos y concienciar a otras madres de <strong>la importancia de llevar a los niños a la escuela</strong>", añade Noemí. 

Tiene 29 años, la misma edad que Belén. Ambas están casadas, son madres y se arrepienten de no haber terminado la ESO. "No queremos que a las chicas jóvenes, a las niñas, les pase lo mismo. Aunque vemos que ellas ya piensan distinto. Las chavalas de 20 años, aunque se casen, piensan, por ejemplo, en viajar, algo que para nosotras era impensable", relatan. "A nuestros hijos les insistimos en que estudien. En que no nos hace menos gitanos tener una carrera. No eres más gitano por no tener nada", prosiguen.

Antigitanismo vivo

El nivel de estudios no es el único problema con el que se enfrentan. "También hay mucho racismo. En un trabajo de limpiadora, me decían, como si fuera algo positivo: 'Tú no pareces gitana', como si parecer gitana fuera algo negativo. Y entre nosotras mismas nos decimos: 'Si vas a una entrevista de trabajo, no te pongas las aros, que así pareces menos gitana'", reflexiona, preocupada, Belén. También explica que alguna vez, desde el ayuntamiento, les han pasado un contacto de una empresa que necesitaba limpiadoras y, cuando han llamado, al decir que son Heredia o Vargas, no las han cogido. "Y lo mismo a la hora de buscar de piso, donde nuestro problema no es solo el precio desorbitado, que también", denuncia Belén.

Un hostal en el camino

Hostafrancs formó parte del municipio de Santa Maria de Sants hasta 1839. La actual plaza de Espanya marcaba los límites entre Sants y Barcelona. Ese mismo año, Joan Corrades, un carretero de Hostafrancs de Sió (La Segarra), levantó un hostal en un terreno próximo a la Creu Coberta, lo que dio origen al nombre del barrio.