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El Stan Lee gallego recala en L'H

Yoseba MP, creador de un universo Marvel de 'percebeiras' y 'greleiras'. acrecenta la colección de grafitis gigantes de L'Hospitalet

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Carles Cols

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Los que crean que las correrías de un grafitero gallego en L’Hospitalet no son de su incumbencia se equivocarán si pasan página cuando, por marcar un instante, aparezca escrito aquí el nombre de la antigua capital del Imperio Otomano, porque tras esa palabra, entre otras cosas, se hablará mal de Barcelona (eso siempre tiene su público) y se contará que en Galicia están en grave peligro de extinción una saga de mujeres con poderes sobrenaturales. ¿Quién da más? Hagamos la prueba. Constantinopla. ¿Siguen aquí? Gracias. El protagonista de esta historia es Yoseba MP, artista gallego invitado a trabajar en L’Hospitalet por la cuadrilla de Rebobinart, responsables de la llamada National Gallery del Aerosol, los grafitis que siempre de forma legal y autorizada alegran la vista entre el Besòs y el Llobregat. A veces incluso más allá. Arte a menudo efímero, pero arte.

De un artista nacido a dos pasos del bosque animado, qué esperar salvo vea el mundo con otros ojos

Este treintañero nacido en Cambre (que sea el municipio de ‘El bosque animado’, de Wenceslao Fernández Flórez, no puede ser casualidad, como se verá después) le ha dedicado una semana a coronar su heterodoxa versión de los ‘castellers’ en una pared medianera del número 29 de la Riera Blanca de L’Hospitalet. Ahí están, en una torre de seis pisos, casi una cuarentena de personajes de la cultura popular televisiva infantil, adolescente y a veces incluso de la generación ya talludita. Están, entre otros, allguien tan punki como Espinete, en la ‘pinya’, aunque sin arrimar mucho el hombro. Más ganas, tal vez demasiadas, le pone Hulk Hogan. Un par de 'clics' de Famobil sostienen al ‘anxeneta’ E.T.. Tres ‘power rangers’ cuentan con la ayuda en el primer piso de nada menos que Luffy, personaje del manga más longevo de Japón, un caso digno de estudio, porque esta epopeya de piratas ha crecido a la par que sus seguidores y ahora que son veinteañeros no están vedadas las escenas de gran crudeza. A este paso, dentro de medio siglo, tal vez sea la primera serie geriátrica.

Lo interesante es que críos y adultos, con Yoseba MP en lo alto de la grúa, se paraban esta semana pasada ante el ‘big wall’ (así llaman los grafiteros a este género) y buscaban y comentaban sus referentes de infancia. Hasta un perro ha sido visto con la mirada fija en esa pared. Palabra de honor. La composición, explica el autor, es lo que le sugiere L’Hospitalet, una ciudad donde conviven 156 pasaportes distintos que, codo con codo, pueden tocar el cielo. Las figuras parecerán poco perfiladas, pero es que el modelo son miniaturas de juguete. El equilibrio del ‘castell’ es real. “Así las puse y se aguantaban sin desmoronarse”. Le ha puesto título. 'Un castell, moltes llengues i 12 quilómetres quadrats'.

El lugar donde todo esto sucede tiene su qué. La acera de levante es barcelonesa. La de poniente, la del muro, es L’Hospitalet. No es accidental. Barcelona, en un pronto que siempre habrá que agradecerle al alcalde Xavier Trias, permitió que en un conjunto de muros dispersos por la ciudad, la mayoría en Poblenou, que puestos en fila superarían los tres kilómetros de longitud, se diera rienda suelta a la creatividad grafitera. Es el reino que gestiona Rebobinart.

L'Hospitalet, en parte por su urbanismo tan singular, ya le gana el pulso a Barcelona en el duelo de 'big walls'

Aquello fue el inicio de una primavera. Pero pronto llegó el mal tiempo, no porque se diera marcha atrás (los ‘murs lliures’ siguen disponibles), sino porque después no se fue más allá, se desdeñó seguir los pasos de L’Hospitalet, donde ya son ocho los ‘big walls’, casi una ruta. Merece la pena destacar los casos de la Rosalia de Creu CobertaRosalia y el caso de La Florida, en cuyas calles aprendió a chutar Jordi Alba, un barrio olvidado por la musa del urbanismo, si es que la hay, pero donde se concentran la mayoría de esos grandes grafitis de la segunda ciudad de Catalunya. Por destacar uno, el de Elisa Capdevila, con dos colosales vecinas del barrio como protagonistas, Gloria y Conchita.

En descargo de la a veces sosa Barcelona hay que reconocer que su urbanismo no es el de L’Hospitalet. A Yoseba, esta segunda ciudad le parece la repera, con sus aceras perfectamente perfiladas y sus zonas peatonales, sobre todo porque la compara con el resultado de la borrachera del ladrillo de su Galicia natal, pero lo cierto es que en L’Hospitalet sucede algo casi imposible en Barcelona. Hay paredes medianeras que dan directamente a la calle.

Lo prometido al principio, no obstante, eran superheroínas. Haylas. En Galicia. De momento, una quincena. Es la obra que Yoseba tiene desperdigada por pequeños pueblos de su tierra. Son retratos gigantes de mujeres reales que descubre por el camino, como Lola, vendedora de grelos junta a la carretera. Posa para él y la convierte en ‘A greleira de 50 pes’, inspirado por la película de serie B titulada ‘El ataque de la mujer de 50 pies’.

Claudina, que durante medio siglo ha trabajado de ‘percebeira’ en la Costa da Morte, digan ustedes si no es eso una superheroína ‘comme il faut’, posa para Yoseba como ’A ninja das olas’. De Cortesa, vecina de Cambre, le maravilló la ligereza con la que levantaba las bombona de butano, así que, alehop, ahora es en un muro gigante ‘A muller acrobata’. Siempre sonríen. Casi todas visten el oficioso traje regional de las mujeres de esta edad que parece que no tienen relevo generacional, el mandil de cuadros. Yoseba cree que son mujeres a las que solo se puede admirar y rendir homenaje, cuya vida late al ritmo de los huertos de sus casas, lo cual, por cierto, las dota de una longevidad que ya quisieran sus parejas.

Pues eso, que en L’Hospitalet tienen ya su primer Yoseba, del que podría decirse que es el Stan Lee de Cambre, pero con un plus, el de esos gallegos insólitos que crean su propio mundo, como el 'animado' Fernández Flórez o, mejor aún, como Álvaro Cunqueiro, aquel de aquella anécdota tan deliciosa recogida por Juan Tallón en ‘Libros peligrosos’. Cuando comenzó a escribir (oficio en el que pronto despuntaría) lo hizo en la revista ‘Era azul’. Alguien reparó en la enorme calidad de todo cuanto allí se publicaba, así que se quiso contratar a todos los colaboradores de una tacada. La sorpresa fue que todos aquellos tipos brillantes eran Cunqueiro con distintos seudónimos. Será que sí, que Galicia es tierra de superhéroes.