Cruceros a todo gas en Barcelona

Es el único puerto del Mediterráneo donde pueden repostar los buques 'limpios' de nueva generación, como el recién estrenado 'Costa Smeralda'

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Patricia Castán

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Atracado en el muelle Adossat, a simple vista parecía un megacrucero más, pero su debut hoy miércoles supone el fichaje más estratégico del Port de Barcelona este año: el 'Costa Smeralda' es un barco para hasta 6.600 pasajeros que más allá de cifras y dimensiones hace historia como el primero de gas natural licuado que tendrá a Barcelona como puerto base durante más de 100 semanas hasta final del 2021.

La alianza de Costa Cruceros con la capital catalana no es un capricho, ya que el puerto local es el único del Mediterráneo que ya está preparado para alimentar de combustible a la nueva generación de los llamados buques limpios que reducen sustancialmente las emisiones contaminantes. El buque repostará aquí cada semana para sus itinerarios por el Mediterráneo occidental.

El primer barco de esta naviera italiana (del grupo Carnival) en cinco años unido a la revolución tecnológica que supone para el sector, llevó a la plana mayor del Port y de la industria a apoyar su primera presentación europea, recién llegado del astillero Meyer de Turku, en Finlandia. Allí, un ejército de ingenieros y creativos han tardado años en parir un engranaje llamado a relevar a los tradicionales cruceros de gasóleo. 

Reto medioambiental

El director general de la compañía, Neil Palombra, asegura que Barcelona jugará un «papel muy importante» en esta nueva tecnología. Y la presidenta del puerto, Mercè Conesa, certifica que compartirán «desafíos contra el cambio climático», que se ha convertido en prioridad en sus políticas. «Hay que disfrutar del Mediterráneo, pero desde el respeto medioambiental», tercia.

¿En qué se traduce ese respeto? A simple vista, el 'Smeralda' ya es un punto y aparte para sus usuarios respecto a los otros buques de la naviera, por su concepción (pensada para que el pasaje fluya de forma circular y se distribuya en todos los espacios a la vez), su estética (más europea y con detalles que evocan a Italia por los cuatro costados),  y sus ambiciones (cautivar al público familiar con un restaurante especial para proles de 3 a 6 años o incorporar zona infantil con cuidadoras para bebés a partir de un año), entre otros. 

Pero de sala de máquinas para adentro, la nueva bestia marca la diferencia con grandes depósitos para poder encajar el gas líquido a menos 161 grados de temperatura que luego nutrirá sus cuatro motores (con autonomía para dos semanas) y un considerable «coste muy superior al del combustible tradicional», confiesan en Costa Cruceros. 

La inversión se traduce en la eliminación de  las emisiones de dióxido de azufre (cero emisiones) y la reducción de óxido de nitrógeno en un 85%, y de dióxido de carbono hasta el 20%. El gas natural licuado o GNL no es la panacea, por supuesto, pero sí «la mejor opción disponible en estos momentos y el combustible fósil más limpio que hay», defienden los responsables del grupo, con la vista puesta en el biogas o el GNL sintético.

Con un panorama mundial donde el 2,7% del CO2 procede de la industria naviera (el 0,12% de los cruceros), la empresa prevé reducir las emisiones de su flota un 40% el próximo año, diez antes del objetivo marcado por la Organización Marítima Internacional, prometen.

A lo largo del 2019, Barcelona ya ha vivido escalas del 'Aida Nova' (con la misma tecnología) y tendrá un par más este 2020, aunque ninguno ejerciendo de puerto base (con inicios y finales de ruta) como en este caso. Aquí la sostenibilidad quiere ser integral, del tratamiento del agua a sus métodos para reducir residuos y minimizar el desperdicio de comida no consumida, tan frecuente en las vacaciones en el mar.