NEGOCIO EMBLEMÁTICO

Un adiós a 200 años: cierra la camisería Xancó en Barcelona

La histórica tienda se despedirá el día 31, justo antes de su bicentenario, dejando un vacío irremplazable en la Rambla

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Patricia Castán

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A toda guerra le acompaña un parte de víctimas. Y la cruzada comercial que se libra en el centro de Barcelona, sea por alquileres de locales a precios disparatados, por la apisonadora de las multinacionales abriendo sedes clonadas, o por la presión turística y las nuevas demandas del consumidor, no deja de sumar bajas año tras año. La lista se engrosará el próximo día 31 con una tienda irremplazable: la histórica camisería Xancó, en el 74 de la Rambla, cuyo modelo de negocio ya no está en sintonía con los tiempos que corren, asumen. Estos días anuncia descuentos –inauditos– del 50%, aunque sus estanterías aún lucen cientos de prendas que convirtieron a este maravilloso espacio en una joya de esta ciudad cambiante.

Xancó forma parte del elenco más estelar de establecimientos emblemáticos. Esa treintena destacada de la que ya se han apeado a la fuerza unos cuantos. Pilar Satta, esposa de Tristan Xancó, genio y figura tras el mostrador desde hace casi medio siglo, anuncia a EL PERIÓDICO que ya no hay marcha atrás y que su querido negocio bajará por siempre la persiana poco antes de Nochevieja. Se quedará, pues, a las puertas de haber cumplido 200 años. Se extinguirá la tienda más antigua de la Rambla y otro pedazo de la historia local.

La propietaria del negocio más antiguo de la Rambla explica que ya no encuentran cabida en las nuevas formas de comercio

Satta, que junto con Carme Bofarull conforman ahora el alma del local, no quiere hablar del final de su contrato. Apunta como argumento del cierre a su «situación personal» y a «los cambios que vive el comercio». El suyo no es un lugar donde tocar y revolver la ropa; sus camisas y corbatas se exponen ordenadamente para que sean los vendedores los que aconsejen y receten. Una fórmula que mantiene «clientes fijos que piden camisas a medida» (en su pequeño taller) y arreglos, a los que se suman turistas exigentes. Pero la camisería carece de web, cierra tres horas al mediodía y algunos días de agosto. Todo un rara avis en la calle más transitada de la ciudad, donde el tiempo cotiza a precio de oro.

El comercio abrió un enero de 1820 y a la muerte del fundador, Antoni Cotchet, fue el empleado Josep Xancó quien tomó las riendas y alentó un próspero negocio que mantuvo muy vivo su saga. Tristán es cuarta generación y atesora una trastienda tan fabulosa como la propia tienda, donde guarda desde los tiempos en que presidió la asociación de comerciantes incluso un premio honorífico a Mijail Gorbachov –nunca recogido– por impulsar unos campeonatos de ajedrez en Barcelona.

Mobiliario de 1912

El establecimiento luce su fabuloso mobiliario de 1912, cuando se reformó, y Pilar se pregunta qué será de sus estanterías macizas o su caja registradora, mientras atiende con estilo en inglés a un cliente, y vigila a otro. La Rambla del 2019 tiene tantas oportunidades de negocio como riesgos de hurto, lamenta. Pero los Xancó, que tantas corbatas suministraron al Liceu se retiran con elegancia.