BARCELONEANDO

Tusquets y Pàmies, contertulios ideales

El arquitecto presentó su nuevo libro, 'Pasando a limpio', con un esparrin de altura

Oscar Tusquets (derecha) y Sergi Pàmies, en la Casa del Llibre de la Rambla de Catalunya, el lunes

Oscar Tusquets (derecha) y Sergi Pàmies, en la Casa del Llibre de la Rambla de Catalunya, el lunes / periodico

Ramón de España

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Nada entretiene y estimula más al arquitecto Oscar Tusquets que una buena polémica, sobre todo si es él quien la ha propiciado. Aún recuerdo una amable discusión que mantuvimos hace tiempo acerca de Benidorm, que a él le fascina y a mí me horripila (solo he estado una vez, me deprimí nada más llegar y lo único que me pareció salvable fue un imitador de Elvis Presley que cantaba una versión muy digna de 'Suspicious minds' y la balsámica presencia en el paseo marítimo de María Jesús y su acordeón, haciendo bailar 'Los pajaritos' a una pandilla de 'jubilators' españoles, ya que a los británicos no hay quien los arranque del pub en el que se alcoholizan desde las diez de la mañana).

Oscar insistía en las maravillas del crecimiento vertical, que era como describía aquellos rascacielos tenebrosos que a mí me sumían en la más profunda de las melancolías. Hacia el final de la charla, Oscar ya casi me había convencido de sus teorías, pues este hombre es el único capaz de convencerme de que la tierra es plana gracias a su voz de Júpiter tonante -cada día un poco más alta, pues, como él mismo reconoce a sus 78 años, se está quedando ligeramente sordo-, su vehemencia y su condición de ciudadano 'opinionated', que es como llaman los 'anglos' a los que tienen opinión firme sobre casi todo y se toman las discusiones como una variante verbal de la esgrima.

Entre "amics, coneguts i saludats"

Tusquets acaba de publicar un nuevo libro, 'Pasando a limpio' (Editorial Acantilado), y lo presentó el lunes en La Casa del Llibre de la Rambla de Catalunya. Para allá que nos fuimos una tropa de "amics, coneguts i saludats", como diría ese Josep Pla al que tanto admira nuestro hombre. Se buscó un esparrin a su altura porque no es lo mismo discutir en privado que en público: Sergi Pàmies, que se dedicó a chincharle humorísticamente durante algo más de una hora, proporcionando ambos al respetable un poco de entretenimiento intelectual cargado de ironía.

Oscar ha publicado varios libros que son misceláneas de su pensamiento y de los que siempre se extraen ideas y conceptos útiles para la supervivencia mental en esta época de pusilánimes que nos ha tocado vivir. En los libros, claro está, habla solo, y es el lector quien debe llevarle la contraria desde la intimidad de su hogar. En directo, y con el contertulio adecuado, el arquitecto se crece y entra constantemente al trapo, siempre en busca del concepto que más pueda sorprender y desorientar a la concurrencia.

En directo, y con el animador adecuado, el arquitecto se crece y entra al trapo constantemente

Por regla general, la gente que siempre cree tener razón resulta muy irritante, pero Oscar es la excepción a esa regla. Yo creo que si le das la razón de entrada se frustra y es capaz de empezar a llevarse la contraria a sí mismo. Cuando se queda momentáneamente sin argumentos, recurre a sus dos pensadores de referencia, Josep Pla y Salvador Dalí, y te deja convenientemente planchado. Durante la presentación se le vio especialmente orgulloso de un texto de su nuevo libro, titulado 'Cosas que me enervan' y que recuerda un poco a aquella lista de 3.000 personas despreciables que aseguraba tener Truman Capote. Ciertamente, ahí se encuentra el mejor Tusquets, el que dice lo que piensa y salga el sol por Antequera.

Dos seres pensantes

Pese a las reticencias de Pàmies, Oscar reivindicó la desaparición del papel y el futuro de la lectura electrónica, que él practica sin tasa, aunque reconoce que sería incapaz de desprenderse de un libro de Andrea Palladio del siglo XVI que se mantiene en perfectas condiciones. El esparrin intentó sacar el tema de Benidorm porque es de los más trepidantes del repertorio del arquitecto, pero se quedó (y yo con él) con las ganas, ya que Oscar hizo un comentario de pasada y saltó a otro tema.

Creo que así deberían ser todas las presentaciones de libros: ¿quién tiene ganas de escuchar los halagos de un sicofante cuando puede disfrutar de una divertida conversación entre dos seres pensantes? De hecho, creo que Pàmies ya tarda en convertirse en el Joaquín Soler Serrano de los tiempos modernos y encontrar una televisión que emita sus encuentros con gente importante.