CONSECUENCIAS DE UN MAL ACUERDO

La vieja sede de Telefónica, una rémora para el barrio

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Natàlia Farré

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El 23 de noviembre del 2005, el ayuntamiento, con Joan Clos en la silla de alcalde, y Telefónica firmaron un convenio supuestamente bueno para ambas partes. Catorce años después, el acuerdo aún no se ha cumplido y los beneficios se decantan claramente del lado de la compañía, que consiguió vender su sede en Barcelona, el Edifici Estel de la avenida de Roma, por 220 millones de euros, previa recalificación. Barcelona, a cambio, sigue sin los nueve equipamientos de uso comunitario repartidos por la ciudad que la operación debía reportar y con el enfado y la preocupación de los vecinos de la avenida de Roma por lo que han vivido, lo que viven y lo que creen que les queda por vivir a causa del cómo y el qué de las interminables obras de la antigua sede.

Lo dicho, la ciudad sigue a la espera pero Telefónica se trasladó y vendió el Edifici Estel antes de la crisis. Buen negocio para ellos pero malo para los vecinos. Desde su venta, el inmueble ha ido cambiando de proyecto. Aunque el edificio sigue en pie, porque derruirlo supondría perder volumen de construcción. Primero se intentó reconvertirlo en hotel, pero el Peuat frustró la idea. Luego se decidió construir 421 viviendas de lujo, algo que no se correspondía con la licencia concedida, así que el ayuntamiento paró las obras. Ni lo uno ni lo otro gusta a los vecinos que temen que los pisos acaben en manos de inversores y preferirían más equipamientos y vivienda asequible, pero esto último no pasará porque la tramitación de la nueva licencia es previa a la aprobación de la norma que obliga a destinar el 30% de toda nueva construcción a pisos sociales. En cuanto tengan permiso para volver a construir, se reanudarán las obras para levantar, esta vez, 277 viviendas de lujo.

Disgusto municipal

El desatino arrancó la pasada década, cuando Telefónica buscaba un nuevo emplazamiento corporativo, el Edici Estel había quedado obsoleto y la compañía necesitaba un inmueble nuevo en el que poder hacer frente a los cambios tecnológicos. El objetivo era que Telefónica mantuviera sede en Barcelona. Y a grandes rasgos, para ello se recalificó el Edifici Estel, que de equipamiento pasó a edificable y, como compensación, nueve edificios de la compañía en la ciudad hicieron el camino inverso. Se suponía que a medida que Telefónica fuera liberando esos espacios por la reconversión digital,  el 50% del terreno de estos pararía a ser de uso comunitario (docente, sanitario, cultural...), aunque la empresa no perdería la titularidad. Se preveía, también, que todo ello ocurriría en el plazo  de una década. ¿Problema? El contrato no especifica fechas.

El Ayuntamiento es consciente del problema, y los vecinos, también. Algunos barrios, como Prosperitat y Les Corts, llevan años luchando por esos equipamientos que nunca llegan. Pero el acuerdo, ya se ha dicho, es como poco laxo para los intereses de la compañía de telecomunicaciones. "Telefónica no ha incumplido el convenio. Esto es así porque desgraciadamente el documento no incorpora plazos", explican fuentes municipales. "Como gobierno municipal, ahora haríamos de forma muy diferente este convenio para fijar más obligaciones en lo que se refiere a su cumplimiento", añaden. Desde el consistorio destacan como negativo que "no establece ningún calendario de cumplimiento" y que "no obliga a que los equipamientos que se habiliten sean públicos". Todo ello "genera falsas expectativas para el territorio y para los vecinos", añaden.