CON MUCHO GUSTO

Tentaciones de barrio alto

En plena Bonanova, el Mandri conserva su encanto inicial, propicio a los suculentos platillos

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zentauroepp51231174 bar mandri191206164732 / Maite Cruz

Miquel Sen

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Como la calle Mandri sigue siendo un territorio preciado que une el corazón del barrio alto, pasear por sus aceras obliga a un ejercicio de memoria histórica. Podemos hacerlo a partir de sus copas, pinchos, montaditos y del recuerdo de los famosos establecimientos que se centraban en su proximidad, desde el difunto Bocaccio al desaparecido restaurante Florián.

Quedan en el apunte bares y baretos que han cambiado de propietario, pero no de rumbo tapero. Las copas elegantes corresponden al Escocés, en cuya caoba se acodaba el editor Carlos Barral, siempre vestido como un capitán de los veleros de la ruta australiana. Cosa curiosa porque el editor poeta tenía un refugio cerca del mar doméstico de Calafell, lo que no requería tanto atuendo. Así se lo decían a otro poeta, Josep Elías, enamorado platónico de las hijas del almirante. 

Desde la orilla opuesta, en el Mandri, fuera en su mostrador o en su terraza, este aficionado a la gastronomía observaba a los circulantes entre tanta tentación. En el Mandri no anclaban las señoras con abrigo que buscaban el biquini de El Escocés, ni la 'gauche divine' sumergida en Bocaccio. En el número 60 de Mandri se descorchaban y se descorchan cavas de Maspujadó, con el estrépito de tapones que son balas frustradas como escribió Gómez de la Serna. 

Garbanzos impactantes

Ahora, en manos del heredero Jaume Pujadó, se ha convertido en un lugar de tapas y platillos que da relumbre de buena cocina al selecto barrio. Los callos son una provocación, en muchos sentidos, como la sepia con albóndigas, genial, los pies de cerdos o las lentejas. Sustancia a devorar dentro de un ambiente en el que la decoración se mantiene como hace 60 años, sin concesión al diseño de la decoradora Pepis. 

Al margen de los garbanzos, en versión 'cap i pota', sencillamente impactantes, existe en esta casa un secreto en forma de embutidos, de butifarras negras, magníficas, en su punto suculento con las que preparan unas habas dignísimas. Su origen deja de ser desconocido en este momento: provienen de una carnicería del Ordal. Tienen tanto pedigrí que casi podrían hacer sonrojar a los que tenían plaza fija en otras aceras próximas.

Chivite La Zorrera 2015, un exitoso tinto a 35 €

Apoyándose en su trayectoria enólogica extensa, exitosa, Julián Chivite plantea un vino de parcela. Entendamos por tal un viñedo de proporciones determinadas, 6,65 hectáreas con nombre propio, La Zorrera. A partir de este espacio tan concreto, con un clima que es un DNI, trabaja uvas de la variedad garnacha. No siempre es posible, dice el autor obtener garnachas corpóreas y frescas en las que el balance entre la acidez y el resto de sensaciones sea perfecto. En la añada 2015 lo logra cuidando el detalle, desde la ligera maceración inicial. Luego el tinto fermenta a temperatura controlada. Los remontados que darán color son manuales. Una vez acabada la fermentación maloláctica se cuida en barricas de roble francés.