Así es la vida en una Venecia inundada

La crecida de la marea no solo ha causado importantes pérdidas materiales sino que ha trastocado la cotidianidad de sus ciudadanos

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Rossend Domènech / Venecia

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La marea de 150 centímetros, diez menos de los previstos, llegó puntual a las 13.15 horas de hoy domingo, ocupó el habitual 70% de la ciudad y se fue. El lunes alcanzará los 1,10 metros a las 13.20 horas, una precisión municipal que choca contra la incapacidad de impedir más catástrofes como las vividas estos días, cuando se han alcanzado los 187 centímetros.

A partir del martes pronostican un tiempo mejor, que significa mareas de un metro a 1,10 metros. Una vez apagados los focos de los medios de comunicación, para los venecianos quedarán los problemas que el 'acqua alta' acarrea. El Centro Común de Investigación de la UE prevé que en 50 años Venecia "quedará completamente sumergida en el agua, sino se construyen adecuadas medidas defensivas".

La vida cotidiana de Giovanni Colli en estos días constituye un resumen de cuanto deben hacer unos 53.000 venecianos. Otros 200.000 están en la tierra firme de Mestre, según un plan urbanístico que imagina Venecia como el centro histórico y Mestre, a unos 10 kilómetros, conformando sus barrios urbanos.

53.000 venecianos tienen que cambiar todos sus hábitos estos días: desde el consumo hasta la movilidad

Giovanni, Gian para todos, se ha levantado a las seis de la mañana, como los clientes de los hoteles que deseaban un desayuno. Más tarde no lo sirven, porque hay que elevar a tiempo todos los enseres. Tiene 42 años y lleva de la mano a su hijo, Mauro, de nueve años, hasta la vivienda de su hermana. Cuenta que declara 30.000 euros anuales a hacienda. A la vuelta, en torno a la hora de la prevista marea, deberá llevar a su hijo sobre las espaldas.

Explica que no puede comprar la vestimenta necesaria. Al banco no puede acudir, porque está cerrado, por lo que echa mano de "algo" que tiene siempre en casa. El martes, con la peor marea, la electricidad se fue y en casa empezaron a cocinar los alimentos del congelador. Horas después los 'Ángeles del acqua alta' le enviaron a un electricista voluntario que arreglo el desperfecto.

Compra complicada

Relata que con su esposa e hijo suelen comer lo que sus padres -con vivienda y huerto en la tierra firme- le ofrecen cada semana. Pero estos días es imposible. Compran en las tiendas de la zona más alta de la ciudad, teniendo que dar un rodeo mucho mayor. "Los minutos se han hecho más largos", explica con resignación. Si olvidan la compra o falta algo, hay llamar a una tienda que esté abierta, fijar una cita y encontrarse en un lugar intermedio, que no sea después del mediodía ni antes de las seis de la tarde.

Tienen un perrito, que no puede salir de la vivienda, por lo que para sus necesidades hay que llevarlo a uno de los puentes que atraviesan los canales. Caminando hay que ir en fila india, porque las calles son estrechas -en dias de aglomeración hay calles de dirección única- y entre habitantes, efectivos de emergencias, turistas y curiosos, los metros de ancho no dan para más. Su vecino de finca, que tiene una tienda de cuadros, ha construido una especie de pequeño búnquer para guadar lo más importante, pero que no resistió los 1,87 metros de la marea del martes pasado. Recibirá 20.000 euros de compensación, pero con los inspectores de hacienda controlando que no haya picaresca. Giovanni recibirá 5.000, porque no tiene una actividad profesional propia. Y deberá presentar los papeles antes de tres semanas.

Limpieza de canales

Por el camino encontramos a los llamados 'gondoleros sub', que limpian los canales de toda suerte de porquerías. Aunque parezca inverosímil, sacan neveras y cocinas enteras. La Serenissima República, que duró hasta 1707, cerraba por turnos los canales, los excavaba y los mantenía siempre limpios. La administración actual draga, limpia los canales con toda su agua encima. Así crearon el llamado canal de los petroleros, para que llegasen a la tierra firme. "Fue el peor daño que nos hicieron", apunta Gian. "Como construir una autopista en un sendero de montaña", lamentan en el Florian, el bar más rancio de la ciudad, en plaza san Marcos. El de Gogol, Casanova y de todos los que han pasado por Venecia.

En los años 90, Massino Cacciari, filósofo y alcalde -solo una ciudad así podía elegir a un filósofo-, volvió a excavar canales como hiciera la Serenissima. Hoy se vuelven a dragar. El municipio brinda la cifra de 21 canales ya limpios. De un total de 150.

Cada día se marchan de Venecia tres habitantes, a causa de los desahucios y para convertir pisos en alojamiento turístico

La familia de Gian está pagando una hipoteca por la casa, pero el gobierno ha bloqueado las cuotas hasta dentro de un año. Para todos. "Un respiro", dice para sus adentros. A quienes se han quedado sin casa o esté demasiado destrozada, el municipio ofrece gratuitamente una vivienda. Como alternativa, 400 euros al mes para los solteros; 500, a las parejas; 700, si tienen un hijo; 800, si tienen a dos: y así hasta un máximo de 900 euros. Forman parte de los primeros 20 millones entregados por el gobierno central.

"Debemos mantener los focos encendidos, sino los jóvenes se van", dice el alcalde Luigi Brugnaro. "Y los viejos, por la artrosis", refunfuña Gian. Las cifras oficiales afirman que en los últimos años se van tres habitantes por día, la mayoría por deshaucios para transformar las viviendas en alojamientos turísticos. Tal vez la catástrofe no sea solo ambiental.