POCA ACTIVIDAD ECONÓMICA

Comienzan las obras en el Mercat de Sant Andreu de Barcelona un año después del derribo

Vistas de la plaza del Mercadal en Sant Andreu, esta semana

Vistas de la plaza del Mercadal en Sant Andreu, esta semana / MARTÍ FRADERA

Luis Benavides

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La histórica plaza del Mercadal en el barrio de Sant Andreu de Barcelona es solo una sombra de lo que fue. Persianas bajadas y una oferta comercial raquítica, con apenas una decena de establecimientos debajo de los arcos, nada tienen que ver con los años dorados del entorno del mercado de Sant Andreu. Los vecinos y comerciantes de la plaza, eso sí, empiezan a ver la luz al final del túnel con el tímido inicio de las obras un año después del derribo. En el mejor de los casos, el nuevo mercado abrirá sus puertas a finales del 2020.

Las obras en la calle Gran de Sant Andreu, ahora plataforma única y peatonal,obras en la calle Gran de Sant Andreu han retrasado unos meses el comienzo de las actuaciones para levantar el nuevo mercado. Fuentes municipales aseguran que el consistorio “sometió a consideración de vecinos y comerciantes la conveniencia de no llevar a cabo las obras del principal eje del barrio y del mercado municipal al mismo tiempo por su proximidad”. Con todo, el espacio acogió durante este tiempo diferentes actividades para toda la familia como talleres de nutrición y juegos con el objetivo de dinamizar la zona.

Los operarios han empezado a preparar el terreno unos seis meses después de la finalización del derribo y casi tres años después del cierre del viejo mercado. . “Esta semana empezaron a retirar el material de obra que había en el solar y parece que sí, que empiezan ya”, celebra una de las supervivientes, Merche Andrés, al frente de una tienda de alimentación situada debajo del pórtico. “Hace años éramos cinco personas trabajando aquí y teníamos gente a las siete de la mañana esperando a que abriéramos. Cuando empezó el derribo del viejo mercado ya éramos solo dos y ahora estoy sola”, explica Andrés, quien agradece la comprensión del propietario del local, al que paga cada mes el alquiler. “Sin necesidad de decirle nada, me bajó el alquiler. Veía que la actividad en la zona del mercado ha bajado muchísimo”, añade.

La marcha del mercado, ubicado provisionalmente en la calle de Sant Adrià mientras duren las obras, solo fue la gota que colmó el vaso. Las ventas ya se habían resentido una década antes con la llegada de numerosos supermercados al barrio. Lo explica otra dependienta, Gemma Durán, segunda generación al frente de una carnicería fundada por sus padres. “En Gran de Sant Andreu han ido abriendo grandes supermercados y eso está matando el pequeño negocio. El Ayuntamiento debería controlar eso”, insiste Durán, quien espera que las obras no afecten demasiado la campaña de Navidad.

Persianas bajadas

Algunos establecimientos han cerrado durante estos tres últimos años por la falta de clientela, otros han cesado la actividad por jubilación sin relevo. Algunos negocios familiares, como la pastelería Ribalta, abierta en 1969, resisten como pueden. “El mercado ayudaba mucho. Ahora tienen que venir expresamente”, admite la propietaria, Rosa Ribalta, segunda generación detrás del mostrador. Su hijo, miembro de la tercera generación, trabaja en el obrador. “Cuando empiecen a llegar los camiones, entrando y saliendo de la plaza, comenzarán las molestias de verdad”, avanza la propietaria.

Al derribar el mercado para hacer una renovación integral del emblemático edificio, algunos vecinos empezaron a plantear la posibilidad de mantener el espacio central libre, como la vecina plaza de Masadas, en La Sagrera. “Ni los vecinos de la plaza ni los comercios quiere eso. Se llenaría de bares y terrazas y desaparecerían los comercios de siempre”, advierte Ribalta, optimista respecto al futuro de la plaza. “Si conseguimos mantenernos este tiempo –añadió-, la llegada del nuevo mercado nos puede ir muy bien”.

En la carpa provisional

Mientras, en el mercado provisional situado entre el antiguo recinto fabril Fabra i Coats y la biblioteca Can Fabra, los vendedores trabajan cómodos, ajenos a las obras que justo ahora empiezan. La presidenta del Mercat de Sant Andreu, Elisenda Pons, admite que no tienen ninguna prisa en volver. Tampoco echan de menos el antiguo edificio, al menos el de los últimos años. “Era muy oscuro, parecía un laberinto, muchas paradas habían cerrado y hasta se colaban las palomas”, rememora Pons, contenta con la ubicación actual. “Ahora estamos en otra zona del barrio y tenemos otros clientes, en general es gente más joven. Y nuestro objetivo ahora debe ser fidelizar para que también vengan a vernos cuando estemos en el nuevo edificio”, añade la presidenta, convencida de la necesidad de actualizar su oferta sin perder la esencia para ser competitivos. Así, apuesta por seguir ofreciendo el mejor producto fresco y estudian añadir servicios como el envío a domicilio, algo habitual en otros mercados municipales.

Cronología de la remodelación

En enero del 2015, el entonces concejal de Sant Andreu, Raimond Blasi, anunciaba a bombo y platillo la adjudicación de la remodelación del Mercat de Sant Andreu, que acababa de cumplir su 100 aniversario, al estudio de arquitectura de Daniel Mòdol.