BARCELONEANDO

Los sumisos no son lo que eran

La dómina Mistress Minerva, invitada al Salón Erótico que empieza este jueves, explica la metamorfosis reciente del mundo BDSM

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Mauricio Bernal

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Los sumisos no son lo que eran: lo dice con conocimiento de causa Mistress Minerva, dómina profesional que disecciona la diferencia entre el sumiso de antaño y el sumiso moderno en su sala FemDom, en Sants, la mazmorra donde hombres y mujeres han probado las mieles fetiches de la dominación, el recinto aparte poblado de crucifijos, ataúdes, látigos, correas, máscaras, esposas y calaveras; y también literatura de referencia, como la edición de Taschen de 'Bizarre', la revista del reconocido maestro del bondage John Willie. Desde una altura que no es solo física, que tiene que ver sin duda con su hálito erótico, Minerva dice que la combinación de internet y '50 sombras de Grey', la "salida del armario" del mundo BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo) y, en últimas, la pérdida de su condición de gueto, han creado sumisos falsos, sumisos que no están a la altura: sumisos de chichinabo. Minerva ha acuñado un término propio para identificarlos: "'sumifantasmas'".

Mistress Minerva ha acuñado un término propio para identificar a los sumisos falsos: 'sumifantasmas'

"El BDSM ha cambiado mucho. Era más auténtico cuando era más gueto. Ahora no está tan mal visto como hace unos años, y por eso ha surgido una nueva generación, la de los 'sumifantasmas'". Es una de las razones por las que ha dejado de anunciarse. Ahora solo se junta con sumisos conocidos, que son auténticos sumisos. Pero hasta hace dos o tres años lo hacía, e identificaba a los fantasmas, cada vez más frecuentes, por algo tan sencillo como esto: la trataban de tú. "Este es un mundo de roles y eso es algo que cualquier sumiso entiende, pero cuando llamaba alguien que me trataba de tú, yo ya sabía que no era un sumiso de verdad. Un sumiso de verdad te respeta y te trata de usted". Tal vez algo de este cambio generacional mencione Mistress Minerva en la conferencia que impartirá en el marco del Salón Erótico de Barcelona que tendrá lugar entre el jueves y el domingo próximos en el Pabellón Olímpico de la Vall d’Hebron. Hay muchos indicadores de cómo ha cambiado el mundo en los últimos años. La volatilización del auténtico sumiso podría ser uno de ellos.

Ni locos ni enfermos

Cuando las cosas pierden misterio, pierden. No han pasado muchos años desde los tiempos en que la idea de una mazmorra donde una mujer envuelta en látex y subida a unos tacones abisales pisoteando a un hombre, pateándole los genitales, inmovilizándolo con plástico, sentándose en su cara, moliéndole el trasero a azotes, asfixiándolo o sodomizándolo daba lugar a reprobadores movimientos de cabeza: estos enfermos. Al mismo tiempo, la mezcla de prejuicios, ignorancia y desconocimiento mantenían el gueto a salvo de turistas. El movimiento de tierras que ha significado internet y su dudosa virtud de transparentarlo todo ha desplazado unos metros la frontera, pero no tanto como para que deje de tener sentido una conferencia como la que va a dictar Mistress Minerva, de iniciación al BDSM, orientada justamente a desmontar clichés. "Se trata de despejar dudas. Desde fuera, cuando no conoces algo, tienes conceptos cambiados. Creo que las personas que trabajamos el BDSM tenemos que hacer divulgación para quitarle hierro al tema, para que se vea que no estamos locos ni enfermos". Es verdad, hay una paradoja en todo esto: podrían ser conferencias como la de Mistress Minerva un criadero de 'sumifantasmas'. Pero la coherencia también es una dudosa virtud.

"En España hay libertad para vivirlo y jugarlo, pero en cuanto a fiestas es más limitado", dice la dómina

Por otra parte, la aniquilación de los últimos prejuicios podría aupar a Barcelona al nivel de ciudades europeas donde el BDSM tiene una dimensión más social. "En España hay libertad para vivirlo y jugarlo, pero en cuanto a fiestas es más limitado". Nada hay, por ejemplo, parecido a la Nuit Demonia, celebración parisina a la que acuden unas 2.000 personas vestidas de estricto código, uno de los referentes de las veladas BDSM en Europa. "Aquí las fiestas son algo más familiares. No hay tanta cultura". Mistress Minerva lo explica mientras se fuma el segundo cigarrillo de la entrevista en un sofá sitiado por el paisaje fetiche, con vistas al torso de un maniquí con toca de monja y los pechos bañados en arroyos de cera. Al lado hay una mesa llena de cirios cuya combustión, se asume, ha sido fuente de dolor y placer. "Siempre he dicho que el BDSM es el sexo inteligente. Por lo general lo practican personas que ya han vivido su sexualidad y quieren probar cosas nuevas. ¿Por qué no besar los pies de una diosa, por qué no chupar un tacón, por qué no sentirte una alfombra?". Es Mistress Minerva. Sabe de lo que habla.