la sinrazón inmobiliaria

'Push', el documental que señala a los culpables del delirio inmobiliario

DocsBarcelona y Filmin estrenan esta mirada al más allá de la gentrificación en Barcelona, Londres, Berlín, Toronto, Upsala...

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Carles Cols

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Barcelona, donde los alquileres son a menudo más altos que los salarios y donde hay gente que tiene que llamar hogar a una habitación mal ventilada a 500 euros el mes, no sufre una enfermedad rara. Su patología es común. Es, en realidad, una epidemia. DocsBarcelona estrena este jueves en el Cinema Girona ‘Push’, una mirada renovada sobre la carestía de la vivienda en ciudades aparentemente tan inconexas como Valparaíso, Berlín, Londres, Upsala, Nueva York y Toronto. También, por supuesto, Barcelona. No es un documental más sobre la gentrificación. Es más, la gentrificación, según la conclusión del director de ‘Push’, Fredrik Gertten, es un etapa caduca. Lo nuevo es peor. Algo monstruoso e invisible. Así se define en ‘Push’ a ese cóctel de factores que sube el precio de la vivienda. En opinión del premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, una de las voces más lúcidas del documental, los responsables del pandemomium inmobiliario mundial (Blackstone entre ellos, por ejemplo) "no son malos, sencillamente son amorales, pero son tan amorales que son malvados".

La anterior burbuja de los precios fue un catastrófico trabajo coral, pero la actual, advierte Gertten, es algo distinto y peor

No es esta la primera vez que DocsBarcelona se asoma al precipicio de la vivienda. El pasado mayo, ese mismo festival estrenó ‘City for sale’, de Laura Álvarez, una mirada sobre el sinvivir de varias familias de Barcelona víctimas de lacerantes asedios inmobiliarios. Aquel trabajo no pasó inadvertido. ‘Push’ llega con el propósito de ir más allá. Pretende explicar quién está detrás de la carestía. No es la primera vez que los precios están por las nubes. Lo que ocurre –explica Gertten— es que el patrón no es el mismo. La anterior burbuja inmobiliaria, la que estalló en el 2008, no fue muy distinta del que fue uno de los primeros ‘cracks’ económicos de la historia, la crisis de los tulipanes de 1637, un delirio colectivo. En el siglo XVII y en los Países Bajos se compraban y revendían los bulbos de tulipán a precios cada vez más astronómicos. Era un sinsentido. Nadie quería quedarse fuera de las ganancias que a corto plazo se obtenían. Apenas un siglo más tarde estalló otra burbuja igual de absurda, la de la Compañía de los Mares del Sur, cuyas acciones subieron alocadamente. Antes del 2008, los pisos en Barcelona se adquirían como tulipanes, ni para plantar ni para vivir, solo para repintar y revender. Aquella ya era una ciudad de mileuristas en la que muchos, con ahorros o a crédito, invertían en vivienda por su rentabilidad. "La batalla de la crisis del 2008 la han ganado los fondos de inversión", explica Gertten horas antes del estreno de ‘Push’, disponible también en Filmin a partir de este mismo jueves.

En Suecia, supuesto paradigma de país sensato, Blackstone ha necesitado solo cuatro años para convertirse en el mayor propietario de viviendas de rentas bajas. Es también el mayor casero de España, con una cartera de 30.000 pisos, algunos obtenidos obscenamente, como esas 1.800 viviendas que la alcaldesa de Madrid Ana Botella vendió a este fondo de inversión a 69.000 euros la unidad. Su precio de mercado actual se ha multiplicado por tres. Lo interesante de ‘Push’ es que, a través del trabajo de de investigación de Leilani Farha, relatora especial de Naciones Unidas sobre el problema de la vivienda, se puede poner un ojo en la mirilla para entender cómo los llamados fondos buitre se han hecho con el control de la situación.

Efecto mariposa

Han descubierto la piedra filosofal de la economía. No invierten su propio dinero en la operación. Lo hacen con el de otros. El Servicio Nacional de Pensiones de Corea del Sur, por ejemplo, busca una rentabilidad alta para sus depósitos. Su lógico propósito es velar por los futuros pensionistas del país. Sus futuras pensiones, sin que los afectados lo sepan, sirven para comprar pisos al otro lado del mundo y subir los alquileres. A un vecino de Barcelona le puede estar echando de casa un cincuentón coreano que nada sabe al respecto. El efecto mariposa hecho realidad. La adquisición de vivienda genera tal expectativa de rentabilidad que al final ni siquiera importa si hay o no un inquilino de por medio. Un piso puede comprarse en determinados mercados hasta 35 veces consecutivas en una hora. La conclusión de Stiglitz, siempre brillante en ‘Push’, es clara: "Los fondos de inversión no crean riqueza, se llevan la riqueza".

Las voces de 'Push' son varia variadas, Stiglitz, Saviano..., pero brilla la ausencia, por voluntad propia, de Blackstone

Hay más voces que encienden la luz en el documental. Roberto Saviano brinda una breve pero sencilla y aclaradora lección de cómo la fortunas que se ocultan en los paraísos fiscales, que esconden a menudo nombres y apellidos de agente conocida y a la que tal vez se admira por alguna habilidad (canta o le da patadas a un balón), contribuyen al alza de los precios. Blanquear es fácil. Con dinero limpio compran un piso a un precio razonable en el Eixample. Después, a través de una empresa se compran a sí mismos esa vivienda con dinero del paraíso fiscal. Han logrado lo que querían. ¿Un piso? No. Limpiar parte de su dinero negro y, como efecto colateral, distorsionar las estadísticas oficiales. Tal vez Barcelona no juega aún en la primera división de esta treta, pero, según se cuenta en ‘Push', el 80% de los pisos de Londres que están en manos extranjeras están vacíos, comprados por militares catarís retirados, por poner un ejemplo real.

Es por datos como este que Gertten sostiene que la gentrificación (lástima, ahora que la palabra ya la descifraba todo el mundo) es una pantalla pasada, que la situación es otra, como si el calendario de la historia hubiera retrocedido 230 años, cuando Maria Antonieta decía que si el problema de los pobres es que no tenían pan, deberían comer ‘brioche’. Es esa amoralidad a la que hace referencia Stiglitz.

‘Push’, en definitiva, se suma a la batería de obras que tratan de interpretar con perspectiva la actualidad y saciar la sed de explicaciones que reclaman las víctimas de la carestía inmobiliaria. Esta semana, sin ir más lejos, ha circulado en las redes sociales de los movimientos sensibles a esta materia una foto que podía haber pasado desapercibida. La imagen parecía de entrada insulsa. Era una reunión de Pedro Sánchez en Nueva York con representantes del mundo financiero de Wall Street. Lo nutritivo informativamente era que al otro lado de la mesa se sentaba Kenneth Caplan, jefe del área inmobiliaria de Blackstone, huidizo en el documental de Gertten, pues la relatora de la ONU sobre vivienda trata de entrevistarse con él sin conseguirlo. Que Caplan confraternice con Sánchez no extraña al director del documental, pues sostiene que las herramientas para revertir la situación solo pueden ser políticas.