En el barrio de El Parc y la Llacuna del Poblenou

Vecinos de Sant Martí logran vallar un parque conflictivo pero pagándolo ellos

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Óscar Hernández

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Los vecinos del pequeño parque público ubicado entre las calles de Zamora, Sancho de Ávila, Pamplona y Tánger, en el distrito de Sant Martí, podrán dormir un poco más tranquilos después de tres años de reivindicaciones. El Ayuntamiento de Barcelona acaba de autorizar el vallado y cierre nocturno de la zona verde o interior de manzana, que está en el barrio de El Parc i la Llacuna del Poblenou,  después de reiteradas denuncias por ruidosos botellones, aparición de jeringuillas, acampadas ilegales, perros sueltos y hasta gente durmiendo al raso en colchones a pocos metros de los balcones de los vecinos. Y aunque el parque se cerrará de noche, las vallas y puertas tendrán que ser costeadas por los vecinos de los tres bloques colindantes a razón de unos 400 euros cada uno.

"Yo los pagaré encantada porque al menos podré descansar mejor", explica Ada Tribo, a quien le corresponde aportar 300 euros y quien no acaba de creerse que la obra se vaya a finalmente a realizar. "Llevamos desde el 2016 luchando por el cierre nocturno del parque y aunque lo pagamos nosotros siempre ha faltado algo para hacerlo. O el okey del departamento de Informática, o el de Parques y Jardines o el del distrito. Y eso cuando no nos pedían un cambio en el diseño de la valla encareciéndola", explica esta vecina indignada, quien confiesa estar harta de todos los problemas de seguridad que vive su barrio, desde asentamientos ilegales a robos con violencia a los vecinos y escandalosas juergas en plena calle.

Desde el 2016

Los incidentes en el pequeño parque se remontan al 2016 cuando los vecinos del inmueble 19 de la calle de Sancho de Ávila tuvieron que pagar un vigilante de seguridad los fines de semana para ahuyentar las personas borrachas que provocaban jaleo y se ensarzaban en peleas. Al poco tiempo, al cesar esta vigilancia por su elevado coste, los jardines comenzaron a acoger a jovenes de botellón y también a indigentes que dormían y hacían sus necesidades allí. Las denuncias por escrito al ayuntamiento no cesaron, así como las llamadas a la Guardia Urbana. La existencia de unos porches de un edificio junto al jardín agravaron aún más las molestias para los vecinos.

En marzo del 2017, el jefe del Departamento de Obras y Mantenimiento del ayuntamiento contestó a a los vecinos que se iniciaba por fin el proceso para aprobar el proyecto de vallado. Las peticiones continuaron durante todo el 2018 y el 2019. Muy pocas recibieron respuesta. Uno de los momentos más críticos se produjo en noviembre del 2017 cuando un vecino de Sancho de Ávila, 27 fue agredido a las cinco de la mañana en el parque por un joven de 20 años al que recriminó que hubiera orinado en los porches.

Espacios abiertos para todos

El largo proceso es cuanto menos sorprendente y a veces contradictorio. Los vecinos sostienen que la secretaria de la concejala de Sant Martí les informó en noviembre del 2017 que el cierre del parque no se autorizaría porque deben estos espacios deben estar siempre abiertos a los ciudadanos. "Si eso fuera cierto constituiría un agravio comparativo con otros parques que sí cierran de noche", denuncian los afectados en una extensa cronología del proceso que han seguido para acabar con los problemas en ese espacio abierto. Un mes después, hasta la Síndica de Greuges del ayuntamiento, Maria Assumpció Vilà, se desplazó al parque para constatar el problema.

En marzo del 2018, y tras muchas quejas sin respuesta, los vecinos detectaron jeringuillas en el interior de manzana y. además de denunciarlo al distrito, reclamaron que se cambiara la ubicación de un camión que distribuía metadona a toxicómanos muy cerca. A primeros de año, los residentes de las tres comunidades de vecinos más afectadas participaron en un pleno del distrito y tuvieron que presentar un nuevo proyecto de vallado. Y así hasta que el pasado jueves la Comisión de Gobierno del Ayuntamiento aprobó la última propuesta..

Ni columpios, ni petanca

"A veces nos mentían diciendo que había cambiado la normativa o nos pedían nuevos informes", explica Eva Vall, otra de las vecinas más movilizadas para conseguir el cierre nocturno del parque y también resignada a pagar. "El cierre costará unos 40.000 euros que pagaremos entre unos 120 vecinos –explica–. El ayuntamiento dice que no lo puede pagar porque se trata de un parque provisional que en un futuro acogerá un polideportivo. Pero eso puede ser hasta dentro de 13 años".

Esa provisionalidad es la que además ha impedido que el ayuntamiento ponga algo más que unos bancos en el pequeño espacio verde. "Solo que hubiera una petanca o unos columpios habría más vida. El otro día mi hijo iba con la bicicleta a las seis de la tarde y nos tuvimos que ir por la gran cantidad de perros sueltos que había", lamenta Vall, quien sí confía que al final el parque pueda cerrar de noche, como se hace en la mayoría de los interiores de manzana del Eixample o resto de parques de la ciudad, aunque en esos casos no lo han costeado los vecinos.