BARCELONEANDO

Vacas de Barcelona

Existe una estirpe vacuna de naturaleza estrictamente urbana cuya existencia consiste en dar la bienvenida en algunos locales comerciales

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Mauricio Bernal

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La noticia rocambolesca sobre la vaca 'Manolita', que fue decorado en las fiestas de Gràcia, actriz en una obra de teatro, reclamo de una tocinería en República Argentina y responsable de la multa que deberá pagar el propietario por "ocupar la acera con una vaca" –según el documento administrativo– no debe llamar la atención solo porque ocurren cosas insólitas en este mundo; quizá habría que poner el acento en la vaca. 'Manolita', al fin y al cabo, es el ejemplar ahora famoso de una estirpe vacuna cuya existencia consiste en estar de pie en los locales comerciales para crear ambiente de vaca, un plus que debe generar aprecio entre el público comprador a juzgar por la cantidad de ejemplares que hay por ahí, y la variedad de locales que decoran. Si estas vacas pudieran hacer algo más que posar, si tuvieran alma y voluntad, de alguna forma expresarían su indignación por la afrenta que ha sufrido su igual.

Queserías y tiendas de lácteos tienen una especial querencia por crear ambiente de vaca con estatuas de vaca

El problema es que son simples vacas. Carecen del estatus de figuras decorativas como el Tío Che, el ninot de la horchatería homónima del Poblenou que hace cosa de un año dio lugar a otra noticia rocambolesca cuando una inspección administrativa concluyó que era un "elemento no autorizado en la terraza". En consecuencia, se ordenó su retirada. Decenas de personas protestaron en la calle, cientos en las redes sociales y al día siguiente, aupado a "elemento de la imaginería festiva" del barrio –muñeco con categoría–, el ninot volvió a su lugar. En cambio, por las vacas nadie mueve un dedo. Si la fina piel de cartón de 'Manolita' no hubiera sucumbido a las tormentas de junio, si hubiera habido vaca que retirar cuando la orden llegó a la tocinería, difícilmente se habrían montado trincheras vecinales para proteger al animal. Una vaca es una vaca. No es imaginería festiva. No tiene el caché del Tío Che.

Ambiente de vaca

Por contra, abundan. Queserías y tiendas de lácteos tienen una especial querencia por crear ambiente de vaca con estatuas de vaca, lo cual es difícil de ver en otros negocios cuya existencia también orbita en torno a un animal: no hay estatuas de cerdos en las tiendas de embutidos, y si hay alguna es más bien la excepción. Que no haya estatuas de vaca en las carnicerías es normal: las vacas en estatua siempre sonríen, y no se ha visto a una vaca sonreír mientras la llevan al matadero. La vaca dará leche y seguirá sonriendo, se hará yogur con su leche y seguirá sonriendo, se hará queso con su leche y seguirá sonriendo. Es tan cordial el ambiente de vaca que su influencia desborda el universo de los locales de sesgo lácteo: una conocida cadena de regalos tiene por símbolo una vaca, y estatuas de vaca en la entrada de cada una de sus tiendas. Del poder de la vaca habla el hecho de que no se la conoce como "el imperio de las cadenas de regalos". Es "el imperio de la vaca".

Es tan cordial el ambiente de vaca que su inflencia desborda el universo de los locales de sesgo lácteo

El resultado es una ciudad donde se puede practicar el avistamiento de vacas. Como suelen estar en la puerta, como un bedel que da la bienvenida, es fácil verlas. A algunas las tienen asomando la cabeza, curiosas, como mirando el paisaje callejero. Hay locales, como la Carnisseria Xarcuteria Montse, en la calle de la Legalitat, donde consideran que "la vaca es una de las mejores inversiones" que han hecho nunca; un ejemplo de comercio tocado por la magia de la vaca. "La compraron los dueños de entonces, mis tíos, hace 15 años. Como hay un colegio al final de la calle, todos los días hay críos que entran y la saludan. La llaman 'Lola', supongo que por la canción". El propietario actual se llama Alfredo, y ya que su vaca no puede expresar la indignación del gremio por el desagradable asunto de 'Manolita', la expresa él, en términos de que el ayuntamiento debería ocuparse de cosas más urgentes.

Hace unos días, alguien intentó robar una vaca en un local del "imperio de la vaca" en Mallorca. Un desmañado intento de robo: el ladrón no hizo ni 50 metros arrastrando el animal cuando fue alcanzado por personal de la tienda. Si lo hizo por tener su propia vaca, dándole los buenos días por las mañanas, quién puede culparlo: todos queremos a una sonriente vaca en casa. Pero puede que no fuera el caso. La vaca, decían las noticias, cuesta del orden de los 3.000 euros. Algo menos en el mercado negro, seguro.