LA FIESTA MAYOR DE LA CIUDAD

La mejor Mercè desde los tiempos de Augusto

Salvo que la lluvia lo empape, el programa de la fiesta mayor es este año una cita inexcusable, gracias en parte a la chispa de Beirut

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Carles Cols

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Tal y como la cuenta Marta Almirall, programadora de los espectáculos de la calle, parece que esta será la mejor fiesta mayor de Barcelona desde tiempos de Augusto, que se dice pronto pero que habrá que argumentarlo. Así que, por favor, tómense esta atípica enésima entrega del barceloneando como una prescripción de qué hacer de aquí al próximo martes, qué merece inexcusable atención de la Mercè 2019, salvo que el tiempo, ¡ay!, lo impida.

Qué decir de un artista que es capaz de coreografiar los insultos homófobos que recibe por las calles de Beirut, que tiene más bemoles que una partitura de Bach

Primero, preliminares. La ciudad invitada es Beirut, nuestras antípodas en tiempos de Augusto, capital de un país que en 1975 tomó el relevo de Vietnam como guerra que ocupaba los telediarios, algo inaudito para un lugar que en los 60 era llamado la Suiza de Oriente. En realidad, ya le gustaría a la Suiza real, que ni siquiera inventó el reloj de cuco aunque así lo afirmara Harry Lime en ‘El tercer hombre’, tener la chispa beirutí, que tras aquella terrible guerra parece que aún vive cada día como si fuera el último.

Primer consejo. El parque de la Ciutadella es, como en ediciones anteriores, el epicentro de la Mercè, pero la novedad en esta ocasión es que cada noche, de viernes a domingo, se darán cita frente a la cascada los libaneses que durante el resto del día han actuado por aquí y por allá de la ciudad, más algunos artistas locales, y dará comienzo allí, con (lo siento, cosas de la edad) un pinchadiscos beirutí. Será, promete Almirall, un menú de degustación sin interrupción de parte de lo mejor de la Mercè.

El Metro Al Madina, al parecer, algo así como la versión cabaretera y oriental de La Cubana, ha cerrado unos días su teatro beirutí para venirse a Barcelona, pero puestos a aplaudir algo de antemano es difícil no reparar en Alexandre Paulikevitch, bailarín de danzas que en su país solo practican mujeres, activista homosexual en un entorno hostil y, sobre todo, un tipo con más bemoles que una partitura de Bach. En una ocasión montó una coreografía con los insultos que le proferían por la calle a diario por sus aires afeminados.

Segundo consejo. Tras dos tentativas fallidas en el 2017 y el 2018, Tortell Poltrona ha dicho que este año sí, que sus colegas de Payasos sin Fronteras, una de las mejores exportaciones de Barcelona al mundo, 26 años ya de historia desde la primera expedición a Bosnia, se darán cita el martes 24 en el parque fluvial del Besòs, estupendo espacio estrenado el año pasado en ese afán por descentralizar la fiesta. Son gente única, literalmente capaces de devolver el habla a niños de campos de refugiados, con arrestos también para ir a un instituto arrasado por un tsunami en el que solo quedan 700 de los 1.700 alumnos que había antes de la catástrofe y, pese a todo, hacer reir. Han visto cosas que ni Rutger Hauer. Tener una muestra de su quehacer junto al resucitado río Besòs merece la pena.

África en la Trinitat

Tercera opción. África en el parque de la Trinitat. Almirall no tiene reparos en contar cómo surgió la idea. Tiene su qué. La cosa es que desde hace años el Institut de Cultura de Barcelona le pide ayuda a la comunidad africana de la ciudad para montar la Cabalgata de los Reyes Magos. Durante años, lo único africano de aquel desfile era el guineano Severino BaitaBaltasar una vez al año, pero poco a poco se sumaron a la comitiva artistas barceloneses con raíces más allá del Sáhara. Era una botella por descorchar y eso es lo que se hace en esta edición de la Mercè en el parque de la Trinitat, con invitados internacionales de renombre, como el Mighty Jambo Trust de Kenya, circo de acróbatas de los que causan pasmo.

Payasos sin Fronteras han visto cosas que ni Rutger Hauer y, aleluya, el día 24 tomarán el parque fluvial del Besòs

Cuarto consejo y, después, una indiscreción. Descárguense la app de la Mercè y hagan lo que Manuel Luque. Los fieles año tras año de la jornada familiar en el castillo de Montjuïc encontrarán una inabarcable programación. Los que hace dos años se acercaron a ver las actuaciones de bolsillo de Pau Riba en el parque de Sant Martí (medio centenar de personas como público, la mitad niños) pueden este viernes acercarse al concierto con mayúsculas con el que Pau celebrará los 50 años de ‘Dioptria’, el Everest discográfico catalán. El 'correfoc', salvo lluvia, nunca deja indiferente y, a veces se olvida, es un invento de la factoría de la Mercè. Pues eso, que busquen, comparen y ven algo menor, vayan a por ello.

Y ya por último (gracias por la paciencia), la indiscreción. Es una idea algo loca que, lástima, no se ha llegado a ejecutar. La cuestión es que la Mercè toca todos los palos de la baraja, la inclusión, la paridad, la defensa de todos los colores del arcoíris LGTBI y también, cómo no, la crisis medioambiental. Así que sobre la mesa estuvo la posibilidad de llenar la superficie del lago de la Ciutadella con botella de plástico sin interrumpir el servicio de alquiler de barquitas, una estupenda metáfora de cómo están algunos mares. La idea no pasó el filtro. Quién sabe si en próximas ediciones…