EN EL RAVAL
"Vivir pared con pared con un narcopiso es una pesadilla"
Luis Benavides
Periodista
Luis Benavides
La reciente irrupción de un nuevo narcopiso en el número 58 de la calle de Valldonzella, en el Raval, está haciendo imposible la vida a sus vecinos. “Cada noche pueden pasar por aquí unas 50 personas y tengo miedo porque ya me han intentado robar forzando la puerta”, explica una de las vecinas, E. D., quien quiere poner una reja en una pequeña ventana que da al patio por miedo a que accedan a su vivienda. Si no la ha puesto todavía es por el elevado coste de la misma.
La propietaria de la vivienda, de origen filipino, lleva 33 años en Barcelona y vive allí desde hace dos décadas. “Estos últimos meses no duermo tranquila. Estoy siempre en tensión”, asegura, junto a la puerta de su humilde domicilio con un tono de voz muy bajo, prácticamente susurrando. Tiene miedo a las represalias. Se sobresalta en cuanto escucha el más mínimo ruido en la escalera. “Ahora siempre está sucia la escalera y huele muy mal”, añade la mujer, que ha contactado en numerosas ocasiones con el administrador de fincas para que ponga una solución y arregle la puerta que suelen golpear algunos clientes habituales del narcopiso regentado presuntamente por una mujer brasileña. La responsable de la limpieza de la escalera, que prefiere no dar su nombre, en más de una ocasión no ha podido hacer su trabajo. "Me encontraba con la puerta rota y no podía entrar. Entonces llamaba a mi empresa para informar y ellos a los administradores", recuerda la empleada, quien explica que no ha encontrado nunca jeringuillas pero sí colillas, cucharas y restos de comida.
Denuncia conjunta
Los vecinos han hecho una denuncia conjunta en una comisaría de los Mossos d’Esquadra, pero todavía están esperando una respuesta oficial. “Hace poco llamé a la policía porque estaban haciendo mucho ruido y me dijeron que el bloque estaba bajo investigación”, asegura otra vecina, Lorena, de origen italiano. Lorena no es su nombre real. Llegó a Barcelona hace nueve años enamorada de su efervescencia cultural. “Me encantaba vivir en el Raval, tan cerca del Macba… Ahora es un desmadre con la heroína”, explica la joven, que duerme con tapones todas las noches para poder conciliar el sueño: “Las paredes son de papel y el ruido que hacen los okupas es insoportable”.
Otra vecina, M. R., de 33 años, vive en el bloque de al lado. Tiene dos hijas, de 4 y 12 años. Antes las podía llevar a casa cuando le tocaba trabajar en el restaurante en el turno de noche. Ahora intenta que le acompañe su marido. Vive atemorizada y sobre todo le preocupa lo que puedan ver las pequeñas. Sin ir más lejos, desde su balcón grabaron con el móvil como tres jóvenes atracaban a un vecino un sábado por la mañana, a plena luz del día, hace unos días. Las imágenes se viralizaron rápidamente en las redes sociales. “Decidimos borrar ese vídeo porque se podía identificar nuestra vivienda y no queremos problemas”, recuerda.
Por si fuera poco, los vecinos de estos dos bloques tienen que sufrir las fiestas 'techno' que se celebran en el número 45, justo enfrente, un solar decorado con tablas de monopatín viejas y vinilos, desde hace dos años. “Antes me molestaba, pero hora mismo firmaría que solo tuviéramos este problema. Vivir pared con pared con un narcopiso es una pesadilla”, asegura Lorena.
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