BARCELONEANDO

El arte del pueblo en la casa del pueblo

El Museu Nacional cede 10 obras de sus reservas al Parlament para que luzcan en la sala durante la próxima década

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Natàlia Farré

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El arte del pueblo en la casa del pueblo. Vaya por delante que el arte del pueblo no es otro, en este caso,  que el que custodia el Museu Nacional, cuya colección es pública, o sea es de todos. Suya, mía y del vecino pero ello no implica poder colgar un óleo de Santiago Rusiñol en el salón ni disfrutar de un bronce de Miquel Blay en el recibidor. Es patrimonio. Y el patrimonio tiene sus reglas que no pasan por gozar del arte en casa. Y vaya por delante, también, que la casa del pueblo no es otra que el Parlamentahí donde reside la soberanía popular, que usted, yo y el vecino ejercemos a través de nuestros representantes. Pero nada de subirse de motu proprio a la tribuna para reclamar más servicios sociales o educación de calidad, para eso ya están los cargos electos, se supone. Lo dicho, arte del pueblo y casa del pueblo pero en transferido.

Roger Torrent lee en el título ‘Meditació’ del mármol de Josep Clarà un "mensaje subliminal"resto del texto destacado

La perorata viene a cuento porque el lunes se firmó un convenio en el Parlament que, pese a su solemnidad, fue "doméstico", a juicio de Miquel Roca, presidente del Museu Nacional, porque lo que se dispuso es "una colaboración entre el museo del pueblo y la casa del pueblo". Total, que ahí estaban, traje y corbata en ristre, el presidente de la cámara, Roger Torrent, y otros diputados además de los responsables del Palau Nacional para oficializar lo que ya era un hecho: diez piezas de las reservas del museo estarán durante una década en exposición en los espacios del Parlament. Ya lo afirmaba Rovira i Virgili "la cultura es el alma de los pueblos". Y las obras de arte "refuerzan el alma del Parlament", Torrent dixit.

Casi una vuelta a casa

Entre las piezas que darán lustre al ánima del hemiciclo figuran obras de Santiago Rusiñol, Modest Urgell, Alexandre Coll, Eliseu Meifrèn, Miquel Blay, Josep Llimona y Josep Clarà. Además de dos mujeres, Palmira Collell y Maria Llimona. La elección de estas dos últimas no es baladí. Obedece a un cambio de perspectiva de la historia del arte, ya no vale solo la escrita y creada por los hombres. Poco a poco (demasiado) vira hacia el también existente talento femenino. Ahí están la salida del ostracismo que Lluïsa Vidal protagonizó en el Museu Nacional en el 2017, y la gran exposición que el Prado de Madrid estrenará este otoño sobre Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. O sea, pese al canon, es un hecho que hubo (y hay) mujeres que esculpieron y pintaron. Así que en la selección a llevar al Parlament, todo el mundo tuvo claro que no solo los hombres han pintado y esculpido. Ellas también lo han hecho. 

En el préstamo hay una reivindicación del talento femenino, dos esculturas  llevan firma de mujer

El viaje de las obras a la Ciutadella es casi una vuelta a casa, pues no muy alejado de donde ahora hay plenarios durante un tiempo hubo, también, las salas del Museu d’Art Modern. Sin ir más lejos, las esculturas lucían en el patio en el que actualmente se entregan las medallas de oro del Parlament. Las colecciones modernistas y ‘noucentistes’ estuvieron allí hasta el 2004, momento en que todos los fondos subieron hasta Montjuïc. En el vestíbulo, una de las piezas que ha hecho el camino de vuelta: el mármol 'Meditació' de Clarà. El título de la pieza dio para que Torrent lo interpretara como "un mensaje subliminal" y para que Pepe Serra, director del museo, loara la obra como "paradigmática" de un autor que se formó con Auguste Rodin y tenía "una gran capacidad de sintetizar el cuerpo femenino con formas muy puras".

Los pasos perdidos

Y de camino al bar del hemiciclo el ‘noucentisme’ y el modernismo se miran cara a cara. Clarà con la robustez y fuerza de 'Puixança'  frente 'La bellesa' de Josep Llimona, todo sensualidad. Una pieza, esta última, pensada para formar parte de un conjunto escultórico que debía instalarse en el Palau Nacional pero que la guerra civil truncó. Los lienzos (Rusiñol, Urgell, Coll y Meifrèn) lucen en la sala de portavoces del Parlament. Y en la galería de los pasos perdidos se ubican los bronces de las dos mujeres y el de Blay. Todo al alcance de las 60.000 visitas anuales que recibe la casa del pueblo más las de los invitados que, por trabajo, pasean los propios diputados.