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Réquiem por Konema, otra tienda con arraigo que cierra en Barcelona

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Patricia Castán

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La muerte de un comercio arraigado en Barcelona es ya tan tristemente habitual que pasa a engrosar una lista negra de mostradores caídos, sin mayores consecuencias que la tristeza de sus trabajadores y clientes. Pero al vacío que cada uno deja hay que sumar el agravante de la pérdida de identidad, ya que por cada histórico desaparecido suele brotar una multinacional, una franquicia en expansión o una tienda anodina que precipitan aceleradamente la clonación de los ejes comerciales locales. Tanto, que a este paso nadie distinguirá de otras ciudades.

El réquiem de esta semana es por la papelería Konema, esa por donde todo barcelonés que pasee por la Rambla de Catalunya con Consell de Cent se habrá quedado extasiado alguna vez ante sus coloridos escaparates. En este caso, no es una tienda centenaria ni protegida. Pero cercana al medio siglo de vida (1972), era parte importante de ese ADN del Eixample, un templo donde los amantes del material de escritorio flipaban, y donde el papel adquiría mil colores y texturas para encender los sentidos. Por no hablar de su arsenal de objetos de regalo. 

Un cartel-esquela avisa a los clientes del cierre por el incremento de los alquileres

Tras un supueto mes de cierre por «inventario», el cerrojazo ha sido definitivo. Y la propiedad (desde el 2000, el grupo Raima) no ha dudado en atribuir el cierre a los efectos de la ley de arrendamientos urbanos, que propicia actualizaciones de renta en algunos casos delirantes en las calles más deseadas de la ciudad. «La LAU cierra Konema», sentencian desde el negocio, donde ayer colgaron un cartel tipo esquela.

Sus responsables consideran que esta afectación económica implicaría «asumir gastos que pondrían en riesgo la continuidad y el prestigio de nuestra tienda». Aunque los propietarios han preferido no pronunciarse sobre el incremento del alquiler, lamentan «no poder dar continuidad a un modelo de comercio de referencia en Barcelona».

El establecimiento era modélico en cuanto a variedad, calidad e innovación. Pero incluso los no clientes echarán de menos sus siete ventanas-escaparate, sin duda cotizadísimas en la Rambla de Catalunya.

Fuentes de este eje comercial indican que, al contrario que en algunos barrios, aquí -con bastante rotación comercial- los relevos son casi inmediatos por la gran demanda, pero sin duda la desaparición de los emblemáticos deja un vacío. El vial cuenta con muchos locales más pequeños que en el vecino paseo de Gràcia (al que complementan en cierto modo), aunque la pisada de franquicias y cadenas es cada vez más arrolladora.

Alternativas para el comprador

Los compradores de Konema podrán peregrinar hasta otras tiendas de Raima, encabezada por la de la calle de Comtal, que tras su reciente reforma -en un edificio del siglo XVI- se ha convertido en la papelería más grande de Europa. Precisamente, Barna Centre la premió recientemente por la espectacular renovación de seis plantas donde se despachan 2.500 tipos de papel y todo lo que sueñe un fan de las manualidades.

Un consuelo pues, ante una lista fúnebre que avanza sin pausa ni tregua. La LAU o la presión especuladora en los últimos años han reducido y redibujado al cercano colmado Quílez y devorado a Vinçon, Bracafé, la zapatería Güell, Furest de paseo de Gràcia... entre otros muchos. La lista es aún más larga rumbo a la Rambla, desde el bar Cosmos al restaurante Pitarra o la centenaria tocinería Carmen y la tienda de vinos y licores La Lionesa (protegida), en el Gòtic.