INICIATIVA SOCIAL EN BARCELONA

Canguros voluntarios echan una mano a familias sin red

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zentauroepp49573350 barcelona 26 08 2019 sara barrera participante del programa190826135708 / SERGI CONESA

Helena López

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Era la primera vez que iban al cine y estaban solos en la sala. Los tres, los pequeños R. e Y., y Sara, su cuidadora. Era un día de cada día y la película, 'Aladdín' -elegida por Sara, pero muy bien acogida por los pequeños-, hacía semanas que estaba en las salas. Pese a la emoción, R., de cinco años, se pasó media película durmiendo -un clásico-, mientras su hermana mayor, Y., de 10, alucinaba con el sonido envolvente, intentando buscar con la mirada de dónde salían aquellos efectos. Era la primera vez en el cine para los dos y Sara estaba feliz de compartir aquel momento con ellos. "Le pregunté a su madre qué le parecería que los llevara y me dijo que adelante, que les haría ilusión", explica. 

Sara Barrera, periodista de 38 años vecina de Sants, no es una canguro al uso. Su (buenísima) relación con los pequeños surgió a través del Servicio de Familias Colaboradoras (SFC) del Ayuntamiento de Barcelona, a través del que personas de la ciudad se ofrecen a echar una mano a sus vecinos en el cuidado de sus hijos de forma temporal y voluntaria. El 80% de las familias beneficiarias son monomarentales. Es el caso de la de Y. y R. Su madre necesitaba a alguien para que fuera a buscar a sus pequeños a las cuatro, cuando acababa el 'casal', y se los quedara hasta las ocho, que ella llegaba de trabajar.

"Había estado siempre vinculada a temas de cooperación, pero siempre fuera, a nivel internacional. Tengo mucha vinculación con la Índia. Hacía tiempo que buscaba maneras para hacer algo aquí, y un día se me cruzó un tuit del ayuntamiento en que leí que buscaban familias colaboradoras", explica la voluntaria. Les escribió un correo para informarse, ofrecerse y preguntar si ella -sola-, era considerada una familia. "El servicio se llama de familias, pero en el banco hay de todo, de familias con niños a parejas sin ellos, personas solas, como Sara, personas mayores, con tiempo libre y en buena forma y hasta tres compañeros de piso", explica Úrsula Ibar, psicóloga del servicio y referente de Sara, quien no se cansa de subrayar lo bien que se portaron los niños y lo fácil que lo ponían mientras muestra en su móvil las fotos tomadas durante las dos semanas y media que se alargó el voluntariado. Fotos en el cine, en parque de Joan Miró -cerca de su casa, donde ahora habla- o en su propia casa, donde acostumbraban a merendar los pequeños.

"Rezaré por ti"

"Miraban los retratos que tengo por casa, me preguntaban y yo les explicaba. Este es mi padre, esta es mi hermana, esta es mi cuñada, la pareja de mi hermana...", relata la periodista, quien les habló tanto de los niños a esta última, que el último día del servicio se presentaron en su casa para conocerles. "Yo los recogía en el casal y se los devolvía a las ocho en la parada del metro de Tarragona, muy cerca de mi casa. En el servicio tenían muy en cuenta la proximidad, y facilitarnos las cosas a todos al máximo. Es volver a aquello tan antiguo y tan bonito a la vez, de ayudarse entre vecinas", valora la mujer, quien destaca que siempre se mostraba súper agradecida. El último día me dijo 'Sara, rezaré por ti'", recuerda.

A partir de ahora, la mujer, que tiene horario de oficina y "mucha motivación", se pone a disposición del banco de familias, del que forman parte otros 80 barceloneses. "Es un un servicio preventivo que, pese a tener 30 años, es aún muy desconocido. Yo no lo conocía y creo que hay mucha gente que, si lo conociera, se podría animar", señala.

Por horas o días

La tenienta de alcalde Laura Pérez señala que el servicio favorece la ayuda mutua y la colaboración entre vecinos, "superando el modelo vertical tradicional de las administraciones". La psicóloga del programa explica cómo funciona. "El SFC interviene para ayudar a familias que, de manera temporal y por distintas circunstancias, motivos de salud, de conciliación...) necesitan que alguien les eche una mano", explica Ibar. Se trata de una colaboración temporal, que dura hasta que se resuelva la situación que la motivó. "Es una ayuda complementaria, la familia colaboradora complementa a la familia biológica, en ningún caso la sustituye", prosigue la técnica, quien señala que es puede colaborar por horas o días, fines de semana o vacaciones, que pueden oscilar desde unos días hasta un máximo de seis meses. 

Una vez las técnicas hacen la entrevista a la familia colaboradora deciden que es apta, se le presentan los casos que encajan con su perfil y esta elige. Además del de Y. e R., a Sara le presentaron el caso de una bebé de nueve meses que necesitaba un cuidador para los fines de semana, ya que su madre trabaja los siete días de la semana. "Me sabía muy mal tener que elegir, pero en el servicio son muy realistas y te enseñan a decir que no", dice Sara. "Ya tenemos una familia colaboradora para la bebé, no te preocupes", la tranquiliza la psicóloga. Ambas sonríen.