BARCELONEANDO

La cúpula tras la malla

Después de años tapado por seguridad, el domo de Sant Andreu, levantado tras el derrumbe del anterior en plena misa en 1882, empieza a ser restaurado

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Natàlia Farré

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"Esta mañana, a las seis y cuarto, ha ocurrido en el  vecino pueblo de San Andrés del Palomar una horrible catástrofe". La mañana en cuestión era la del 9 de agosto de 1882, y la horrible catástrofe, el desplome de la cúpula de la iglesia. La cita es de un diario de la época que recoge más detalles, como que el suceso sucedió durante la misa, que el párroco se puso a salvo colocándose detrás del altar mayor y que los feligreses que estaban en el crucero no tuvieron tanta fortuna. Hubo seis muertos. El relato tiene un punto 'gore' -"un anciano cojo ha quedado con la cabeza separada del tronco"- y otro reverencial, como las precauciones seguidas para rescatar los objetos litúrgicos "al haber ocurrido el hecho después de la celebración y tener que cumplir ciertas prescripciones del rito católico".

El accidente viene a cuento porque la iglesia se quedó sin cúpula que, por cierto, llevaba poco más de dos meses inaugurada. Viene a cuento, también, porque se construyó una nueva en apenas dos años. Y viene a cuento, además, porque esta nueva lleva lustros suplicando una restauración. Vamos, que a finales del XIX levantar la cúpula fue un santiamén pero en pleno siglo XXI los vecinos de Sant Andreu ni recuerdan cómo es porque esta lleva no se sabe cuántos años cubierta por una malla de seguridad esperando su restauración. Cae a pedazos. ¿El motivo? "El desgaste producido por el viento, el agua y especialmente los cambios de temperatura", a juicio del Obispado de Barcelona. Y "por los daños causados por la construcción del metro, que pasa justo por delante del templo", según los vecinos.

Concierto y misa tedeum

Sea como sea, lo cierto es que las teselas rojizas y coloreadas que cubren la cúpula llevan tiempo escondidas. Pero no por mucho más. En junio, por fin, empezó su restauración. Serán 12 meses y 1.062.596 euros aportados por el obispado, el ayuntamiento y la Generalitat. Se ignora si una vez restaurada habrá inauguración; sí la hubo en 1885, cuando se estrenó. Diez focos eléctricos, concierto y misa tedeum en memoria de las víctimas de la epidemia del cólera de ese año. Por todo lo alto, pero es que la ocasión lo merecía, el pueblo de Sant Andreu (aún se había producido su agregación a Barcelona) recuperaba una parte esencial de su parroquia y pasaba página del accidente de 1882.

Había más para festejar, si la pieza desplomada llevaba la firma de un por entonces desconocido Pere Falqués (con el tiempo acabó siendo arquitecto municipal de Barcelona y suyas son las farolas de paseo de Gràcia), la reconstruida tenía nombre y apellidos de postín: Josep Domènech i Estepà. "Una joven promesa de la arquitectura de Catalunya, que aparte era científico, profesor universitario de ciencias exactas y flamante miembro de la superprestigiosa Reial Acadèmia de Ciències i Arts de Barcelona". Palabra de Sergio Fuentes, doctor en Historia del Arte y autor de 'Josep Domènech i Estepà. Últim arquitecte municipal de Sant Andreu del Palomar' (Centre d’Estudis Ignasi Iglésias).

El 'Eiffel catalán'

El arquitecto pensó a lo grande y proyectó una doble cúpula cimentada en una estructura de hierro. El uso del hierro, propio de la arquitectura del XIX, era una técnica novedosa y para ello pidió ayuda a Joan Torras i Guardiola, el llamado 'Eiffel catalán'. "El objetivo era hacer una cúpula más espectacular y más atrevida que la anterior, y que no cayera". La parte ornamental también tiene su importancia: ruedas dentadas, tondos apuntados... y todo el repertorio que luego utilizó  en la construcción de dos macroedificios de Barcelona, la cárcel Modelo y el Palau de Justícia.

Tras acabar la cúpula y levantar el campanario de Sant Andreu, Domènech i Estepà se dedicó a la fachada. La diseñó como luego diseñaría el templo legal: cuatro columnas, dos por lado, que aguantan un arco peraltado que en la parroquia cobija un rosetón y en el palacio un escudo real. Antes, proyectó el mobiliario de la iglesia y al altar mayor (quemado durante la Setmana Tràgica). Y en el tintero quedó, por falta de presupuesto, la torre melliza del campanario, por eso la iglesia luce asimétrica.