REABIERTA LA ZONA DE JUEGOS INFANTILES PRECINTADA

El pulpo de La Pegaso, de tuerto a ciego

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Las criaturas barcelonesas que por A o por B se han visto pasando el duro agosto en la aún más dura capital catalana vuelven a tener desde este jueves la opción de distraerse un rato en el inmenso pulpo de hojalata inaugurado a principios de mes en el parque de LaPegaso, en Sant Andreu. Tras cuatro días precintado a los pocos de ser estrenado por casi perder un ojo tras sufrir un acto vandálico, el consistorio ha decidido prescindir del otro ojo y reabrirlo. Muerto el perro, se acabó la rabia. Ningún vándalo podrá arrancar un ojo vacío y así pueden reabrir sin tener que esperar las nuevas piezas, con "elementos antivandálicos". Fuentes municipales explican que están trabajando en "mejorar las prestaciones para dificultar nuevas vandalizaciones". 

El consistorio cerró la particular zona de juegos infantiles en forma de octópodo después de que un vecino alertara de que se había desprendido uno de los ojos el domingo. El lunes, tras analizar la escena del crimen, concluyeron y explicaron que se trataba de una gamberrada y no de un defecto de fabricación o instalación (estaban escaldados tras los problemas de seguridad que obligaron a cerrar, también de forma temporal pero hace solo unos meses, el flamante parque de las nuevas Glòries).

Más allá de los ojos, que hacían de periscopio, el resto de elementos de la zona infantil del parque de La Pegaso, una de las apuestas de la alcaldesa Ada Colau por revolucionar los hasta ahora poco atractivos parques infantiles de la ciudad, pueden utilizarse con normalidad desde ayer, y los ojos se instalarán de nuevo cuando esté disponible la nueva pieza con "mecanismos antivandalización", según subrayó ayer el consistorio.

Los problemas nunca vienen solos

La drástica pérdida de visión no es el primer problema que muestra el cefalópodo gigante en su corta vida. A pocas horas de su inauguración, sus ansiosos y pequeños usuarios ya revelaron que el pulpo - "muy chulo", coincidían- presentaba disfunciones. Los niños, pequeños, pero no tontos, mostraron su disgusto por las altas temperaturas que alcanzaban los toboganes, de metal, y lo poco que estos resbalaban. A lo primero, el ayuntamiento dio como solución poner un toldo -asegura que lo hará en breve- y plantar árboles para conseguir sombra, en otoño; para el problema del poco desliz habrá que dar tiempo a los toboganes para que se vayan  desgastando. Entonces, por lógica, será más fácil deslizarse por ella.  

El del parque de la Pegaso es el segundo de los espacios infantiles singulares proyectados por el ayuntamiento. El primero está en la plaza del Sol (Gràcia), y el tercero, con aspecto de golondrina, también gigante, se  está levantando desde junio en los Jardins de la Indústria (Eixample) con un coste de 265.800 euros.