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La Galia de Gràcia

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Natàlia Farré

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Inclusiva, sostenible y feminista. La fiesta mayor. De Gràcia, por supuesto. Así se presenta la celebración y así se reivindica. Palabras y hechos. Para  muestra, un botón. O mejor, un pregón. El de este año, en mano de cuatro mujeres, y las cuatro (Cristina Pandis, Noèlia Bautista, Xènia Galtés y Paola Manjón), con discapacidad intelectual y medallistas de los juegos olímpicos. Al grito de "You can, tú puedes, tu pots", reivindicaron ayer desde la plaza de la Vila sus gestas y sus "muchas capacidades por encima de la discapacidad", además de dar paso al inicio de una semana de celebraciones que se quiere "inclusiva, ¡qué respete a todo el mundo!". Y una semana que se reivindica y se necesita como vecinal: "En la que muchas personas se esfuerzan durante mucho tiempo dando el 100% para que después el resto podamos disfrutar de la fiesta y de unas calles increíbles". Palabras de pregón.

Así que la fiesta mayor de Gràcia será, este año, inclusiva, sostenible y feminista. Y era, es y se pretende que siga siendo vecinal. Sí, vecinal. La celebración la construyen (literalmente, ahí están los decorados de las calles) y la autoorganizan los vecinos. Unos vecinos que, como la famosa e irreductible aldea gala de Astérix, resisten al invasor. Y aquí, los invasores  no son los legionarios romanos acampados en Babaorum, Aquarium, Laudanum y Petibonum, sino que tienen condición de turismo, gentrificación y especulación, las principales plagas que azotan al barrio, y a la ciudad.

Pero si en 1854 y 1885 la epidemia del cólera pudo con la celebración, en pleno siglo XXI los vecinos resisten, y la fiesta mayor, también. "No hemos de dejar que se pierda. Se crean grandes vínculos vecinales y de amistad. Es muy bonito". Quien hace la afirmación, Susanna Font, sabe de lo que habla. Contaba 13 años cuando su padre le dijo: "Este año habrá fiesta mayor".

Sin tranvía y con guirnaldas

Ello significaba que iban a decorar, tras años de no hacerlo, su calle, que no es otra que Verdi. La primera vía en recuperar la tradición en 1978. Pero hay que ser justos: Verdi rescató las guirnaldas tras la dictadura y fue la calle que plantó la semilla del resurgimiento, pero otras dos vías, Progrés y Puigmartí, tienen el honor de haber sido dos irreductibles aldeas galas dentro de la irreductible Gràcia. En 1939, tras la guerra civil, y hasta la fecha, ambas se han ornamentado ininterrumpidamente desafiando a los agoreros que daban por perdida la fiesta a mediados de los 70.

Desde entonces se han ido sumando tramos y vecinos, los más, por volver a lo que antaño habían sido –una calle decorada–, y alguno, por ser lo que nunca le habían dejado ser –una calle decorada–. Entre estos últimos, la calle de Providència. Por ahí pasaba el tranvía, el 39, así que imposible cortar la vía para engalanarla. Pero llegó el autobús y con él la euforia en el bar de Manolita Domínguez. Los comerciantes de la calle pasaban todos por ahí y entre café y cortado les dio por soñar con hacer lo que nunca habían hecho: "fiesta mayor", que en el argot del barrio es decorar la calle. Sin guirnaldas, puede haber fiesta pero no es mayor. Lograron que el autobús desviara su recorrido (con el tranvía era imposible) durante las celebraciones y desde hace 30 años construyen los techos más trabajados del barrio: "Nos ayuda gente mayor y realizar estructuras pequeñas facilita las cosas, también el poder guardarlas", explica Manolita que sueña con poder hacer decorados  más impactantes: "En los últimos años se ha sumado gente joven con ganas de hacer cosas".

Noche de motivación y noche de lágrimas

Pero también ha habido crisis, en Providència estuvieron un par de años parados por falta de personal. Y es que la fiesta se celebra durante una semana pero se vive todo el año. Y ahí reside uno de los problemas en los que poner resistencia es básico para sobrevivir. "No es solo el proyecto de decorado, es mantener el local vivo y recursos", sostiene Susanna Font. Por ello durante el año se hacen comidas vecinales, loterías y otras actividades. "Sobrevivir cuesta mucho, los alquileres suben y la subvención municipal es siempre la misma". 

Ello no echó atrás a los vecinos de la Travessia de Sant Antoni, decidieron entrar en la fiesta mayor "una noche de motivación". Georgina Samsó y Nàdia Bestregui, muy jóvenes las dos, alquilaron un piso en esa calle en el que previamente habían vivido unos bomberos. Estos no decoraban la vía pero sí hacían cada año una paella en la calle para sus amigos. Georgina y Nàdia decidieron seguir con el ejemplo pero sustituyeron a los colegas por vecinos. Fue un éxito y de ahí salió el triple mortal. Debutaron en el 2014 con premio, el tercero, y lloro de emoción incluido. Ya llevan seis ediciones y sumando.

Objetivo común: mantener la tradición

En Gràcia, cada calle es una historia y un mundo, y también una rivalidad. Hay competencia, todos los vecinos quieren ganar, pero la pugna es sana. Una no agresividad que evidencian en la calle de Verdi: "Pocos saben que cada día, cuando acaba la fiesta, de madrugada, nos juntamos los vecinos de distintas calles a tomar el fresco y hablar de la jornada. Todos tenemos el mismo objetivo: mantener viva la tradición". Pues eso, la vida de barrio resiste en la irreductible Gràcia. Ayer hubo pregón; el sábado habrá premio. 

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