MURIÓ EN EL HOSPITAL

Una pelea mortal aflora el conflicto con los narcopisos de La Mina

mossos sant adria la mina

mossos sant adria la mina / periodico

Guillem Sànchez

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La muerte de un hombre de 30 años y de nacionalidad georgiana en el barrio de La Mina (Sant Adrià de Besòs) ha elevado la tensión en un vecindario que, acostumbrado a lidiar con la droga, no protesta por nimiedades. En el último año, después de que la presión policial extirpara del Raval la plaga de narcopisos afincada en el centro de Barcelona, La Mina ha tomado el relevo.

En el bloque de Venus, contra el que han chocado numerosos intentos administrativos de derribo, los narcopisos –domicilios que aprovechan la inviolabilidad de las residencias para vender droga y ofrecer a los consumidores la posibilidad de inyectarse en su interior– se han extendido repitiendo la misma fórmula que ensayaron con éxito en el distrito de Ciutat Vella traficantes dominicanos y paquistanís. Actualmente en este edificio hay varios narcopisos a pleno rendimiento y su oferta ha convertido al vecindario en un punto de peregrinación de toxicómanos originarios de países del Este, sobre todo, de Georgia. Y con ellos, los conflictos de convivencia que el domingo vivieron su episodio más grave.

Discusión en el ascensor

Los vecinos, aunque ninguno quiera dar su nombre, sí explican que lo que ocurrió fue que diversos consumidores georgianos se enzarzaron en una discusión con un menor de edad en el ascensor cuando se dirigían a un narcopiso de la séptima planta. El padre salió con un palo a defender a su hijo y los toxicómanos le quitaron el palo y acabaron agrediendo al progenitor. Llegó a continuación la respuesta de varios vecinos del edificio, que lincharon a los compradores de heroína. La pelea comenzó en la planta baja del edificio pero siguió en la calle y terminó con uno de ellos gravemente herido y desplomado en la acera de la calle de Ponent.

El Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM) lo trasladó de urgencias pero murió horas después en el hospital. "Esta vez es la primera que ha acabado en una muerte, pero las peleas son constantes", explica una vecina. Durante los últimos meses, la ruta de toxicómanos georgianos a La Mina a comprar heroína se ha ido incrementando. También hasta el Centre d’Atenció i Seguiment (CAS) del vecindario, ubicado cerca del bloque de Venus, cuyos trabajadores están desbordados. 

El caballo que suministran estos domicilios es incluso más barato y más adulterado que el que se comercializaba en el Raval. "Venden papelinas por tres euros", asegura otro vecino. A pesar de la muerte violenta de uno de sus compatriotas, este lunes numerosos georgianos han mantenido su ruta diaria hasta La Mina. Cuando anochece, la plaza de Venus puede llegar a acumular 20 o 30 personas que hacen cola frente a alguno de los portales, esperando el sturno para subir y pincharse. El fenómeno ha enfrentado el barrio a una situación desconocida. El aumento del flujo de consumidores de países del Este ha elevado la crispación hasta hacerla irrespirable para algunos de los residentes. "Yo soy de aquí, llevo 40 años aquí, pero ahora ya no quiero seguir aquí", resume uno de ellos.

Del instituto de 'Merlí' a La Mina

El 29 de mayo se llevó a cabo en el colegio Menéndez Pidal, situado detrás del hospital de la Vall d’Hebron, y plató de la famosa serie de TV3 'Merlí', una operación policial de desalojo. Se había convertido en un insólito cuartel general integrado por una comunidad de casi cien ladrones georgianos que cada noche salían en grupos de 4 o 5 personas en busca de pisos vacíos por Barcelona. Después, con el zurrón lleno de joyas, relojes o tabletas electrónicas, regresaban al colegio antes de que amaneciera. Los investigadores documentaron que las salidas nocturnas de aquellos ladrones iban hasta La Mina: a comprar heroína. Fue el primer indicio público. 

Los delitos en el barrio de La Mina han aumentado un 12%, según fuentes policiales. Los Mossos activaron el pasado mes de julio un plan para aumentar los controles de acceso al barrio para disuadir a los traficantes de heroína y el patrullaje de dos unidades de la Brigada Móvil (Brimo) por la tarde y por la noche. "Hasta hace poco esto no pasaba. Había droga en La Mina pero ahora estos consumidores cometen los delitos en el mismo barrio para comprarse la droga. El que quiere la dosis busca el dinero allí mismo para comprarla. También se ha detectado pequeña prostitución para pagar las adicciones. Y las jerinjguillas y las cucharas usadas aparecen en el espacio público", explicó entonces el comisario jefe de los Mossos, Eduard Sallent.