Gente corriente

Manel Roca: «Hay que ver la costa de Barcelona desde el mar al menos una vez»

Vive su primer verano jubilado tras medio siglo al frente de las Golondrinas, que modernizó según evolucionaba el propio litoral, y con el impulso turístico de la ciudad.

Manel Roca, copropietario y gerente de Las Golondrinas recientemente jubilado tras 50 años al frente, en cubierta de uno de los tradicionales barcos.

Manel Roca, copropietario y gerente de Las Golondrinas recientemente jubilado tras 50 años al frente, en cubierta de uno de los tradicionales barcos. / JORDI COTRINA

Patricia Castán

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Un paseíto en Golondrina en el 2019 viene a ser para el cuerpo como un valium pero sin contraindicaciones. En la Barcelona acelerada donde la inmediatez y la impaciencia suelen nublar los sentidos, ver la metrópolis desde la costa resulta extrañamente relajante. Y toda una clase magistral sobre la revolución que ha vivido el litoral local en 25 años. Manel Roca, jubilado en marzo tras medio siglo como tripulante y después como gerente, lo sabe todo de ese horizonte azul.

-50 años de olas, de puerto mutante, de  rostros desfilando... ¿Cómo salta uno del barco y enfoca un retiro en tierra firme?

-El primer día quería hacer tantísimas cosas que me estresé mucho. Luego me puse a viajar, de Vietnam a las repúblicas bálticas, pero siempre vuelvo por el puerto a reencontrar amigos.

-Las Golondrinas -fruto de un emprendedor cubano-han cumplido 130 años . Y su familia está al frente de la gestión desde 1934. ¿Son inmortales?

-Han evolucionado mucho, tanto los barcos como las rutas, según iba creciendo el Port de Barcelona. Mi abuelo se asoció con otras dos familias propietarias después de un accidente, donde él como buzo rescató a muchas víctimas. Pero los Roca siempre se han ocupado de la gestión y ahora lo hace un hijo mío. Pero cada cuatro años hay que pasar una licitación.

-¿Quiso ser marino mercante?

-Mi tío lo era y yo me embobaba con sus historias, pero mi padre no quería que me pasara la vida lejos de casa y me hizo estudiar. Los veranos trabajaba en los barcos y luego hice Económicas.

-Más de uno pensará en las Golondrinas como algo anacrónico, pero el negocio crece...

-En temporada alta llegamos a tener 38 personas contratadas. Ahora hay más turnos y más tarea comercial, ya no se vende solo en la taquilla como antaño. También hay otras dos empresas, lo que nos obliga a competir.

-Empezaron llevando a barceloneses de Colom a los baños de Sant Sebastià. Ahora enseñan hasta el puerto del Fòrum.

-Nos hemos adaptado a la evolución del litoral. Cuando desapareció el Rompeolas tuvimos que cambiar de itinerario. En aquella época la gente hacía varios viajes cada verano porque se iba a pasar el día al espigón con su tortilla de patatas. Luego el visitante local ha hecho un uso distinto y más puntual.

-Muchos no han vuelto desde el colegio. Convénzalos para redescubrirlas.

-Todos deberíamos ver la costa de Barcelona desde el mar al menos una vez. Para aprecir la ciudad de otra manera. También para reencontrarse con el niño que uno lleva dentro. La expresión que mejor define esa experiencia es aprender a 'badar', a no ir tan acelerado.

-¿Habrían sobrevivido a los nuevos tiempos sin el turismo?

-Las tres compañías actuales ni pensarlo. Los turistas nos permiten trabajar todo el año, más allá dl verano y festivos. Por suerte, con los JJOO Barcelona ganó unas playas únicas en una gran ciudad europea, porque antes no había nada que enseñar allí, ahora llegamos al Fòrum. Pero los barceloneses aún suponen un 30 o 35% de usuarios, desde familias a abuelos con sus nietos.

-¿Con qué ruta se queda?

-Ahora tenemos dos golondrinas tradicionales de los años 60, dos catamaranes, un monocasco, un 'speedboard' para quien busca más emociones...  Los nostálgicos prefieren las primeras, que recorren el puerto (aguas abrigadas) a poca velocidad, para ver las instalaciones y hasta los grandes cruceros. Pero con los rápidos se pueden recorrer todas las playas y aprender mucho en 90 minutos. No me haga elegir.