BARCELONEANDO

El arte de llevar gabardina

El periodista José Martí Gómez acaba de publicar un nuevo libro, 'Los Lara'

José MArtí Gómez

José MArtí Gómez / periodico

Ramón de España

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aunque hace tiempo que no nos cruzamos, yo siempre visualizo al gran José Martí Gómez (Morella, 1937), con gabardina y fumando en pipa, ya piense en él en invierno o en verano. Algún día debí verlo de esa guisa y la imagen se me ha quedado grabada en el cerebro. Puede que fuese a finales de los años 70, cuando me otorgó una página semanal para decir lo que se me antojara en aquel nuevo 'Por favor' que puso en marcha junto a su pareja artística de la época, Josep Ramoneda, y el dinero (me temo que no mucho) de la editorial Planeta, una iniciativa que duró un par de meses ante la falta de respuesta por parte de los presuntos lectores. A mí me gustaba mucho aquel Por favor. Había llegado tarde al original y aquella mezcla imposible de 'Rolling Stone' y 'Le nouvel observateur' me parecía la bomba: uno venía del 'underground' y aquello parecía equivaler a una entrada digna en la edad adulta.

Él y Ramoneda componían la extraña pareja, pero eran muy parecidos

Martí y Ramoneda componían una extraña pareja, pues cuesta pensar en dos tipos menos parecidos. A Ramoneda siempre le ha gustado el poder, mientras que Martí lo ha esquivado como a la peste. Recuerdo que cuando algún colega le parecía ambicioso y mala persona, solía avisarte: "Cuidado con ése, que es de los que llegan a director". Puede que a ambos periodistas les uniese su amor por un equipo de fútbol, el Espanyol, que a Martí Gómez le servía como consuelo: "Después de la catástrofe de cada domingo, sabes que ya no te puede pasar nada peor en los días siguientes".

Creo que si siempre lo recuerdo con gabardina y fumando en pipa es porque esa especie de uniforme lo identificaba como un periodista de la vieja escuela, un superviviente de la época en que los reporteros pasaban más horas en la calle (y en los bares, y en las comisarías, y dando bola al primero que se encontraban) que en la redacción. Martí Gómez es de una época -yo asistí a su final- en la que en los diarios se fumaba, se bebía y hasta se gritaba; una época difunta y -no lo negaré- con algunos excesos: 'El Noticiero Universal' fue en su última época, cuando yo rondaba por allí, un manicomio tan divertido como ruinoso.

Hace tres años, Martí resumió sus experiencias vitales y profesionales en un libro excelente, 'El oficio más hermoso del mundo (una desordenada crónica personal)', y ahora, hecho un potro a sus 82 años, acaba de publicar 'Los Lara': aproximación a una familia y su tiempo, una historia personal y brillantemente subjetiva de José Manuel Lara, su descendencia y su influencia en la sociedad española en general y en la literaria en particular. Hay quien se ha enfadado porque el tono no le ha parecido lo suficientemente hostil hacia el franquista no muy ilustrado que se convirtió en el editor más importante del país, pero no hacía falta insistir en lo que todos sabemos: que Lara padre entró en Barcelona con los nacionales y que se puso a editar libros como podría haberle dado por los rodamientos a bolas. A Lara se le atribuye una frase de autobombo que siempre me ha gustado mucho: "Los tengo a tós: la Vikibum, la Perlebú y el Somersé" (se refería a Vicki Baum, Pearl S. Buck y Somerset Maugham).

En este nuevo libro, Martí Gómez utiliza a los Lara para explicar la evolución de la sociedad española desde la postguerra hasta la actualidad, y lo hace en primera persona, como esos que presencian un accidente o un crimen y le dicen a la policía: "Yo estaba allí y lo vi todo". Mientras otros tipos de su edad se dedican a jugar a la petanca, a colgarse el lazo amarillo en la solapa y deambular por la Rambla de Catalunya mirando mal a quienes no lo llevamos o a pasarse el día en el sillón, delante de la tele, el incansable Martí Gómez apura hasta el final sus años de estancia en la tierra. Dudo que lleve gabardina con la que está cayendo y no sé si sigue fumando en pipa o si se ha quitado. Yo siempre me lo imaginaré con ese 'look' de reportero audaz de los años 50 con tendencias detectivescas, siempre en busca de la noticia: espero que no te moleste, maestro.