patrimonio local

Plan para proteger las bodegas con solera en Barcelona

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Patricia Castán

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Sorbo a sorbo y entre tertulias de barra, se graban en la memoria sentimental de muchos  barceloneses algunos de los mejores momentos y recuerdos de la vida de barrio. En un bar bodega con solera no solo se bebe o se picotea, no solo se rellena la garrafa, también se intereactúa y se teje esa red social de carne y hueso que no depende de un móvil. Para evitar que la apisonadora de las novedades o la gentrificación borren este patrimonio líquido e identitario, el ayuntamiento ha suspendido por un año cualquier obra o modificación en una treintena de establecimientos, para poder estudiar estos y otros casos y decidir si los incluye en el catálogo de protección de locales emblemáticos de la ciudad.

El listado inicial abarca del carismático Bar Leo de la Barceloneta -esa joyita decorada con fotos y parafernalia del rumbero Bambino- a la Bodega Massana de Horta de 1930, donde uno lo mismo se lleva un vinazo a granel que se mete entre pecho y espalda un desayuno de tenedor. Del Bar Gelida del Eixample con sus baldosas de siempre y sus pucheros de callos, a las anchoas de la Bodega Salvat en Sants.

Cada uno de los distritos ha propuesto algunos bares y bodegas con gran arraigo en la zona y con personalidad que forman parte de su paisaje urbano. Pero no es una lista cerrada, enfatiza la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, sino que está abierta a propuestas de entidades o ciudadanos, si lo merece. El consistorio quiere estudiar con calma su posible incorporación en el Catálogo de Protección Arquitectónico, Histórico y Paisajístico de los Establecimientos Emblemáticos de la Ciudad de Barcelona, que desde el 2016 cuentan con medidas de protección de sus elementos patrimoniales y paijísticos valiosos para asegurar su supervivencia.

Señala Sanz que con demasiada frecuencia las administraciones llegan tarde en la protección del patrimonio. Para muestra, el continuo goteo de tiendas históricas que ha perdido la ciudad antes de que se trataran de preservar sus elementos de identidad local. Aquí, a sabiendas de lo cotizada que puede ser una licencia de bar en determinadas zonas, se ha apostado por prevenir por lo sano. "Se quiere evitar los fenómenos que provocan la desaparición de comercios tradicionales y a la vez conservar la función actual de los emblemáticos, que va mucho más de lo comercial", apunta, tanto desde el punto de vista del paisaje urbano como "social". "Son puntos de encuentro o reunión" que aportan "valor al tejido asociaciativo y vecinal, considera.

Criterios de conservación

Una vez se incluyan en el catálogo, se determinarán las condiciones de mantenimiento y conservación para cada uno. La iniciativa ha suscitado diversas reacciones entre los afectados. En general, satisfechos por la protección de algo que habitualmente ellos mismos han tratado de preservar durante generaciones. Como Ferran Sopena, en un establecimiento del mismo nombre en el Clot (1845) que fue fábrica de licores y que su familia mima desde hace unos 50 años, realizando los mínimos cambios necesarios por normativa, desde la convicción de que lo que tienen "es un patrimonio para la ciudad". Allí tanto despachan graneles y botellas para llevar como para consumir in situ. Una fórmula que repiten muchos de los seleccionados.

Tampoco falta algún reproche, como quien se ha enterado por este diario de que está en la lista, o quien lamenta -pidiendo anonimato- que el consistorio se acuerde ahora de su protección tras denegarles o recortarles terrazas que han puesto en jaque su supervivencia como negocio.

Más en Gràcia

Por distritos, el que destaca es Gràcia, con nueve de momento; seguido de los seis espacios en Ciutat Vella; cuatro en Sants-Montjuïc, Sant Martí y el Eixample; dos en Horta-Guinardó y uno en Nou Barris y Sant Andreu. Otros dos están todavía en blanco.

La mayoría son muy populares en sus territorios e incluso a nivel de ciudad, aunque más de uno pensará que se echan a faltar otros muchos. Además de los mencionados, figuran el Bar del Toro; las bodegas Montse, La masia, Sergio, Vendrell, Gol, Montferry, Carlos, Nadal, Marín, Iturre, Cal Pep, Casas, Costa Brava, Manolo, Quimet, Lepanto, Eduardo, Lluís, Carol, Fermín, J. Cala, el Celler Miquel, La Vermuteria del Tano y el Moll del Rebaix.

Sanz apela a la ciudadanía para avisar si identifica casos dignos de preservación o amenazados por una reforma que dé al traste con su carácter y deje de singularidad al barrio.

Mientras están en estudio, para los afectados se ha suspendido toda licencia, comunicado o autorizaciones de obras que pudieran desfigurarlos. Y se han aumentado los recursos de inspección patrimonial.