EL DRAMA DE LOS NIÑOS DE LA CALLE
"No quiero que mi madre sepa que duermo en la calle de Barcelona"
Los 'niños de Montjuïc' dejan los campamentos de la montaña y ya duermen abiertamente en la calle en Ciutat Vella

zentauroepp48946443 barcelona 05 07 2019 reportaje para ilustrar tema sobre men190707174545 / FERRAN NADEU

Elisenda Colell
Elisenda ColellPeriodista
Redactora de desigualdades y exclusión social. Premio 'Montserrat Roig', por mención especial del jurado (2024). Crecí en la redacción de informativos de la Cadena SER en Catalunya. Nací en Viu Comunicació y Cugat.cat.
Elisenda Colell
Hace dos meses que no habla con su madre, que vive en Larache (Marruecos). Es madre soltera, y fue ella quien le pagó el viaje en patera cuando tenía 14 años para que estudiara en España. No la contacta, no porque no sepa cómo hacerlo, sino porque no quiere. "No quiero que me vea así, no quiero que sepa que duermo en las calles de Barcelona".
Se llama Achraf. Ahora, a sus 16 años, tiene la cara y el cuerpo lleno de cortes y cicatrices. Una, le cruza toda la mejilla. Conserva unos ojos azules preciosos, abiertos como platos, y los rizos rebeldes se le esconden debajo de un sombrero de paja.
Él es uno de los niños que duermen en un parque del Raval. Junto a un amigo que dice tener 15 años, se esconden del calor en una tienda de campaña. Otros tres yacen en un colchón, al lado. Uno se cae, y sigue durmiendo en el suelo. Achraf dice que tienen 15 años y que son "los nuevos". "Se escaparon de un centro de Madrid y vinieron a Barcelona”. El sexto, el más bajito, ronca encima de otro colchón, un poco más lejos, descalzo. "Es el pequeño, tiene 12 años", dice Achraf.
Explica que el grupo no está al completo: "normalmente somos 13", y hace un gesto con la mano como diciendo 'más o menos'. No son los únicos. En un callejón cercano a la plaza de Catalunya fueron avistados más menores según publicó el digital 'El Caso' el jueves pasado. Y unos trabajadores de Parques y Jardines del Ayuntamiento de Barcelona aseguran a este diario que hay algunos más en otros parques de Ciutat Vella.
Achraf era uno de los tantos menores que pasaban el día en las calles de Barcelona y la noche en Montjuïc. Hoy, el campamento está desierto. "Hay muchos mayores que viven en la montaña: venían, nos robaban... y decidimos irnos", explica él. Su última noche la recuerda porque era el fin del Ramadán, el 3 de junio.
¿Estás bien aquí, no preferirías ir a un centro? "Ya he estado en uno, Estrep (Manresa), pero me quisieron llevar a otro y me escapé". Pasaba a finales del 2018. Le dijeron que se lo llevaban a Can Rubió, en Esparreguera (Baix Llobregat), y se negó. "La calle no me gusta, pero si no vuelvo a Estrep no me iré a ningún otro sitio", exclama.
La calle no le gusta, pero "es lo que hay". Cuando salió de este centro de Manresa estuvo callejeando hasta que la policía lo detuvo e ingresó varios meses en un centro de Justicia Juvenil. Hace un par de meses que salió en libertad, y sigue en la calle. Niega que haya robado, y menos aún haber usado ningún tipo de arma.
Al cabo de una hora, accede a hablar de los cortes que tiene en los brazos, cara y piernas. "Algunos me los he hecho yo", dice cabizbajo. Otros, "las peleas". En este parque, conviven con unas 30 personas que viven de la chatarra, y al menos este domingo, una pareja se inyectaba heroína justo delante de ellos. "Este sitio es un desmadre, no nos gusta venir aquí", dicen los trabajadores de Parques y Jardines.
¿Y tú, tomas drogas? La primera vez es un no. Al rato, uno de los niños se fuma un canuto de marihuana y Achraf se pide un calo. "Fumo un poco de hachís". Y más tarde añade, "un domingo ya no vas a encontrar nada de cola por aquí, ayer tomé para reír un rato". Así pasan los días, y los sueños de vida próspera se van deshaciendo, si no lo han hecho ya.
Achraf es uno de los nombres que hay en un listado compartido por la Conselleria d’Afers Socials y los educadores de la calle del Ayuntamiento de Barcelona. Se desconocen cifras oficiales aunque algunas fuentes lo sitúan entre 50 o 70. Tratan de convencerlos poco a poco de que su sitio no es la calle, sino la escuela. Está previsto que se incorporen psicólogos y psiquiatras en este equipo callejero. El ‘modus policial’ de detenerlos y meterlos en el centro no funciona, porque a las horas se vuelven a escapar. De momento, esta calurosa tarde de domingo, Achraf tiene claro que seguirá en la calle. Se coge una toalla y se va para la playa.
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