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El comercio da la alarma ante la expansión del 'top manta' en BCN

Top Manta

Top Manta / periodico

Patricia Castán

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Ni el sol abrasador de los últimos días ha logrado doblegar el 'top manta', un fenómeno ya intrínseco a Barcelona pero que en las últimas semanas se desplega por más y más zonas de la ciudad sin que ningún operativo parezca dar verdaderos resultados. A finales de esta semana, el colectivo del Mercat de Colom denunciaba por enésima vez la reaparición de los manteros en el entorno de esa plaza, donde ayuntamiento y Port de Barcelona desplegaron recursos a finales de abril para acallar las quejas en la zona.

A esta reactivación intermitente al final de la Rambla se suma una concentración posiblemente récord en todo el paseo de Joan de Borbó, más una presencia cada vez mayor en el parque de la Ciutadella y la avenida de Maria Cristina al caer la noche. Pero la mancha de la venta ambulante a pie de acera abarca también en muchos momentos buena parte del paseo Marítim y, para preocupación de las asociaciones de comerciantes, del centro de Barcelona: de la plaza de Catalunya a la Rambla de Catalunya, el paseo de Gràcia o la Rambla.

El manifiesto de la Associació Mercat de Colom apuntaba a la yugular de las administraciones: "Pasadas las elecciones locales, las administraciones han relajado el control del espacio público" en el ámbito del paseo de Colom. "Se suceden cada vez con más intensidad situaciones de tensión y violencia mientras el ayuntamiento es incapaz de mantener el operativo prometido hace tan solo un mes". Tras el regreso de los manteros, el colectivo reclama la intervención de la Policía Nacional y la Guardia Civil, para frenar lo que consideran "un polvorín", con varias peleas en los últimos días, cuando una  redada acaba en estampida.

Puntos calientes

Muy cerca, en el Portal de la Pau la situación también es muy tensa en el entorno del mercado artesanal del Portal de la Pau. "Cuando aplican el operativo en Colom se concentran más en esta parte y esto es insostenible", relatan los vendedores haciendo corro. Una de las paradistas está de baja por ansiedad ante la tensión que implica estar discutiendo a diario para que dejen espacio libre ante sus puestos, por los que pagan tasas e impuestos.

A continuación y durante todo el paseo, lado mar, la concentración al atardecer y sobre todo en fin de semana es tal que es imposible cruzar al otro lado (el de los restaurantes y calles de la Barceloneta), lo que ha motivado también las quejas de los comerciantes del barrio marinero. En este escenario, el ayuntamiento asegura que no ha retirado el operativo de Colom "según lo acordado" con la policía portuaria, aunque añaden que esta habría reducido sus horas extras, lo que habría dejado bajo mínimos el servicio en esta zona.

Por contra, desde el Port mantienen que siguen colaborando regularmente con el resto de policías. El resultado, de cualquier modo y como ha comprobado este diario, es que en los momentos en que ningún agente ronda la plaza de Colom la venta ambulante se despliega en cuestión de minutos. Los planes municipales para tratar de dar salida al colectivo de vendedores manteros, que buscan en esta actividad una vía de subsistencia -la gran mayoría no tienen papeles-, resultan anecdóticos ante el volumen del fenómeno.

A unos pasos, en la Rambla, se consolida el auge de la venta de suvenires a turistas también sobre la manta y sin control. Los vendedores paquistanís lideran esta actividad que gana metros cuadrados también al pie de la arquitectura de Gaudí en el paseo de Gràcia: palos de selfies, recuerdos, abanicos, imanes... mano a mano con las falsificaciones que hace años laten en las aceras. El panorama alcanza al parque de la Ciutadella, donde cada centímetro de césped está cubierto por artículos con los que alguien trata de sobrevivir.

La plataforma de afectados por el ‘top manta’ clama por una acción conjunta contra la invasión de la vía pública pero también contra los grandes distribuidores de falsificaciones desde naves industriales. El consistorio asegura que semanalmente realiza un par de decomisos en los puntos más calientes, donde se incauta cada vez de 100 a 4.000 productos. Mientras, el mercado ilegal de la ciudad nutre miles  de maletas.